La contribución más importante de Quiroga al semanario,
la que lo muestra poseedor de un interesante instrumento
poético, es el poema modernista que titula Helénica.(37)
En sus versos se transparenta claramente la influencia de Lugones.
En el número 18 publica el joven su última colaboración:
Póstuma, donde evoca, con la sosegada melancolía
del que siente próxima su muerte, unos amores imposibles:
"Pudiéramos haber sido felices, si tú me hubieras
querido un poco, si yo te hubiera comprendido más".
Los dos primeros párrafos ya los había utilizado en
la página homónima recogida en el cuaderno de composiciones
juveniles, y aún cuando en esta segunda versión el
tema ha adquirido mayor amplitud, no significa,
en realidad, una verdadera superación. Todavía parece
un ejercicio literario.(38)
C ) "Revista del Salto"
En 1899 intenta Quiroga una empresa de mayores proyecciones: la
publicación de su propio semanario. La fecha es significativa.
En este año de 1899 ya hacía dos que Carlos Reyles
publicara la primera novela modernista uruguaya: El extraño,
explorando simultáneamente la nueva sensibilidad
y el nuevo lenguaje.(39) Ya hacía un año
que -en paradójico anacronismo-saliera a luz el Canto
a Lamartine de Julio Herrera y Reissig, único volumen
de versos que se publicó en vida del gran lírico y
del que bien pronto éste renegaría. El mismo 1899
vería la edición -en elegante opúsculo- del
Rubén Darío de José Enrique Rodó:
penetrante glosa crítica del poeta y oportuna adhesión
del joven ensayista al Modernismo. ("Yo
soy un modernista también", escribía.)(40)
La labor de Quiroga se inscribe, pues, en los orígenes mismos
del modernismo literario en nuestro país y debe ser juzgada
proyectándola sobre ese fondo animado.
Es en este 1899 que Quiroga emprende la inaudita hazaña
de publicar en el Salto una revista de tendencia modernista, con
el subtítulo -que inmediatamente evoca la de Rodó
y sus amigos-: Semanario de literatura y ciencias sociales.
Contaba con la colaboración frecuente de Atilio y Alberto
J. Brignole, de Asdrúbal Delgado, de José María
Fernández Saldaña. Pero, contaba, sobre todo, con
su enorme voluntad de difundir el nuevo credo estético, de
realizarse poética y literariamente. Y lanzó su programa
y desafío a un medio que necesariamente debía escandalizarse
ante su actitud. Es claro que la Introducción con
que presentaba el nuevo semanario no contiene ningún pensamiento
subversivo; apenas si alguna imagen altera la
marcha normal del discurso.(41) Desde la primera
página Quiroga invita a colaborar a todos "los que
en el Salto meditan, analizan, imaginan, y escriben esas meditaciones,
esos análisis, esas imágenes". El propósito
de la publicación no puede ser más sencillo: ofrecer
una oportunidad para que alcance la luz esa producción que
permanece desconocida. Y la necesidad imperiosa de publicar que
siente toda generación ascendente se expresa con ejemplar
nitidez a través de este programa que Quiroga sintetizó
con gráfica imagen: "El aborto
es siempre menos bochornoso que la esterilidad".(42)
El semanario no fué totalmente modernista. No hubiera podido
serlo. Debió tolerar, incluso, la intromisión
de textos ajenos a las letras y aún a toda cultura.(43)
Pero recogió suficiente cantidad de poemas y relatos de aquella
tendencia como para escandalizar no ya a la ciudad del Salto sino
a todo el país. Así, por ejemplo, el número
5 se inaugura con un artículo, titulado Aspectos del modernismo,
en el que Quiroga acepta, con evidente desafío, el dicterio
de "Literatura de los degenerados" con que se ha querido
aniquilar a la nueva escuela. Toda la nota merece examinarse.(44)
También ostenta un acento de deliberada provocación
el trabajo titulado Sadismo-Masoquismo que firman conjuntamente
Alberto Brignole y Horacio Quiroga. En realidad, se trata de una
doble narración: la primera parte traza el delirio
de un sádico, cuyo erotismo intelectual se complace en crudas
visiones(45); la segunda, que afecta la forma
de ensayo, trata de dibujar la compleja psicología del masoquista.
La reacción contra tales páginas no se hizo espe-rar,
y en el número siguiente ambos autores debieron publicar
una Aclaración o Definición de dos palabras:
Sadismo y Masoquismo, donde reivindican, con cierta pedantería
estu-diantil, para ambos términos el calificativo de neurosis,
des-pojándolos implícitamente del
significado de vicios, con que sin duda habrían sido
designados.(46)
Quizá no implique ninguna injusticia para los otros colaboradores
de este semanario la afirmación de que su interés
actual parece limitado a las páginas que firma su director.
No faltaron nombres ilustres (desde Bécquer a Manuel Gutiérrez
Nájera); pero puede sospecharse que estas colaboraciones
fueron involuntarias. Y del grupo que realmente redactaba la revista
el único que puso todo de sí fué Quiroga. Su
colaboración fué abundante y de valor especialísimo
para determinar las influencias que obraron con
mayor constancia en su formación.(47)
La Revista recoge, ante todo, los mejores frutos de
su aprendizaje con Lugones -cuya famosa Oda reprodujo en
el semanario-.(48) Quizá el más
obvio sea el poema que titula, transparentemente, L. L. Aunque,
sin duda, no es el mejor. Quiroga ha forzado a su musa, ha incurrido
en versos cacofónicos, y las imágenes logradas se
resisten al olvido, no por su perfección o secreta gracia,
sino por su extravagancia. Versos como éstos pueden ser representativos:
"En el fondo de histéricos idilios
"Hay una gota amarga de fosfato
"Que acusa la impureza de los filtros".(49)
Una influencia mejor asimilada y de expresión más
plena, trasluce el poema erótico que, sin título,
publicó en el número 15. Aunque Quiroga aparece aquí
tout sonore encore de los ritmos y la imaginería de
la Oda a la desnudez, se advierte cierta
tónica personal en el acento más duro y cortante de
sus endecasílabos.(50)
Como si no bastara la reproducción de la Oda en el
semanario o el evidente homenaje que constituyen los poemas arriba
indicados, Quiroga publicó en los números 11 y 12
un trabajo apologético y desordenado en el que su admiración
por Leopoldo Lugones le dictaba estas frases:
"Como creador es un genio; como estilista es un coloso.
..........................
"Se impone, no seduce.
"Arrebata, no encanta.
"Han dicho que Lugones -perdiendo con los años la
fogosidad- ganaría mucho como escritor.
"Creemos lo contrario. Su mérito es ese: la potencia
de las concepciones, el nervio de la frase.
"Su juventud es un látigo; y el día que no
tenga fuerzas para esgrimirle, caerá.
"Entretanto, vine en perpetua excitación y nosotros
en constante deslumbramiento.
"El tiene lo primero que es el genio
y nosotros lo segundo, que es el primer poeta de América".(51)
Pero ya las páginas de Quiroga en la Revista del Salto
empezaban a reflejar una influencia que sería mucho más
duradera, una influencia que, en realidad, actuaría en el
joven escritor como agente catalítico, precipitando su hasta
entonces informe vocación narrativa. Se
trataba del impacto producido por la lectura de Edgar Allan Poe.(52)
La primera composición que registra su
huella es una titulada Fantasía nerviosa.(53)
El protagonista padece una neurosis que le impulsa a matar -algo
semejante al amok-; asesina a una desconocida en la calle,
luego a otra mujer en un baile de máscaras. Pasado el delirio,
regresa a su casa y duerme, para despertarse de golpe al ver penetrar
en el cuarto y tenderse a su lado a la segunda vícti-ma.
Este es uno de los primeros ensayos de Quiroga en el di-fícil
género del cuento y lo muestra muy novicio aún, crudo.
El horror está manejado mecánicamente y nace más
de las palabras que lo conjuran que de la intuición misma
de los sucesos. La influencia de Poe es clarísima. En otro
cuento, Para noche de insomnio, Quiroga reconoce la vasta
deuda para con el poeta norteamericano desde un epígrafe
en que cita unas penetrantes palabras del ensayo de Baudelaire.
El tema mismo -el muerto que resucita ante los ojos desorbitados
de sus amigos- y la atmósfera enrarecida en que se desarrolla,
indican fuertemente la filiación poeana, al tiempo que la
ligera irresponsabilidad con que maneja la fantasía el joven
escritor revela inmadurez y lo distingue del rigor
con que trabaja sus delirios Poe.(54)
Un tercer cuento, Episodio, se nutre en la misma fuente.(55)
La historia de un individuo que se convierte en gigantesco gusano
para obsesionar las noches del relator, deriva en una insoluble
pesadilla que reitera la irresponsabilidad ya denunciada.
Con fecha febrero 4 de 1900 se publicó el último
número del semanario. Un largo artículo, suscrito
por Horacio Quiroga, explica "Por qué no sale más
la REVISTA DEL SALTO". Allí se reconoce, con altivez,
que su fin se debía a no haberse sabido adaptar al ambiente,
y se afirma con ingenuidad, que "era una publicación
seria, más o menos bien escrita, con buenos artículos
de cuando en cuando, y "social", en el alto sentido de
la palabra". Pero, como no era entretenida (con-fiesa)
y quería hacer pensar, fué rechazada con indiferencia.
Porque (agrega lúcidamente) "una publicación
(...) que intenta el más insignificante esfuerzo de amplitud
y penetración, cae. No se la discute, no se la exalta, no
se la elogia, no se la critica, no se la ataca: se la deja desaparecer
como una cosa innecesaria. Muere por asfixia, lentamente".
Y a pesar de lo que acaba de decir, su mismo artículo demuestra,
más abajo, que hubo resistencias, que no todos aceptaron
la postura literaria de la Revista; lo señalan estas
palabras con que prosigue: "Toda tentativa de mostrar nuevas
lontananzas, toda idea audaz que, presintiendo una nueva aurora
trata de hacer desviar la vista de aquellos paisajes impuestos ya
por la obcecación de una constante dirección de ojos,
será rechazada por extravagante, absurda é individual".
Y después de una extensa cita de Maupassant concluirá
Quiroga con estas duras y arrogantes palabras:
"Simbolismo, estetas coloristas, modernismo delicuescente,
decadentismo, son palabras que nada dicen. Se trata de expresar
lo más fielmente posible los diversos estados de alma,
que, para ser representados con exactitud, necesitan frases
claras, oscuras, complejas, sencillas, extrañas, según
el grado de nitidez que aquellos tengan en nuestro espíritu.
"Todo se rebela; la ganga contra el pulido, la bruma
contra el horizonte, el caballo contra el freno, y la imbecilidad
contra la aurora rasgada sobre el viejo paisaje.
"Damos gracias á los que nos
han acompañado en la tarea que finaliza con el número
de hoy".(56)
Tal es el epitafio de su aventura como editor modernista.
D ) Diario de viaje
No se ha encontrado aún el cuaderno borrador que, evidentemente,
llevaba Quiroga junto al Diario de viaje. Allí anotaría,
quizá, muchas de las composiciones que luego iban a integrar
Los arrecifes de coral. Sólo ocasionalmente recogía
en las libretas alguna página. Así, por ejemplo, el
22 de abril copia un primer estado del poema en
prosa que se inicia: "Tenía la palidez elegante y
mórbida...";(57) el mismo día
transcribe un fragmento en prosa que habría de incorporarse,
con cierta violencia, al Cuento sin razón, pero cansado
con el que obtuvo el segundo premio en el concurso
organizado por el semanario La alborada.(58)
Del cotejo de ambos textos con las versiones definitivas se pueden
extraer observaciones estilísticas de interés, según
se señala en la nota 37 al Diario.
Otras veces, Quiroga se ejercitaba anotando -sin especificación
alguna y en las últimas páginas de la primera libreta-
repentinas ocurrencias, metáforas aisladas, como éstas
que aparecen, escritas al invertir la página, en la foja
46 v.: "Ostentaba sobre el puente, sobre la borda, sobre
el ultramarino acerado de las últimas lontananzas,
su figura incomprendida y fatal".(59)
El Diario preserva, incluso, composiciones que Quiroga no
recogió siquiera en el cuaderno preparatorio de Los arrecifes
de coral, como, por ejemplo, el poema a La Venus de Milo,
que fecha el 7 de mayo, o Del Natural, que transcribe el
22 de mayo.
Pero, en esta materia el interés del Diario es bastante
menor. Su principal, su auténtico valor, consiste, en realidad,
en la luz que arroja sobre la psicología literaria de Quiroga,
sobre sus preocupaciones como creador, sobre sus ambiciones y desmayos.
En tal sentido el testimonio resulta único. Ya se han señalado
en la segunda parte de esta Introducción la naturaleza de
sus observaciones y su tendencia a convertir rápidamente
en materia literaria el suceso o el sentimiento vivido. A esas indicaciones
cabría agregar otras, coincidentes, que muestran a Quiroga
preocupado por afinar su instrumento verbal hasta que le permita
expresar los más sutiles matices que capta con aguda visión.
El 31 de marzo anota, por ejemplo: "Notablemente hermoso
el color del agua. Es un verde profundo y transparente: esa es la
palabra. Un verde inglés de pintura, en estado líquidamente
nítido a la luz. La espuma es blanquísima; y si el
borboteo de la hélice la arroja al interior de las aguas,
parece verde, verde sauce, verde nilo". Y al día
siguiente, con menor acierto, agrega: "Vuelvo á observar
con detención el mar á los costados del buque; es
un color indefinible, ahora que el Sol da de lleno. Es un azul tan
verdoso y un verde tan azulado que da la perfecta ilusión
de la solución de una piedra preciosa. Es tan pura el agua,
limpia y transparente que parece que respirara. Es un color profundo
y transparente. A la tarde, cuando el Sol declina sobre la horizontabilidad
encrespada de las olas, sus crestas se despenachan en una lluvia
de topacio crema, finamente opalescentes sobre el verde intenso
de la plana".
Pero, hay anotaciones, mucho más reveladoras, que se refieren
a la creación literaria misma, y que presentan a Quiroga
oscilando entre una pura alegría, una dichosa exaltación,
en que se siente seguro de sí y escribe, sin rubor: "...
me han entrado unas aureolas de grandeza como tal vez nunca haya
sentido. Me creo notable, muy notable, con un porvenir, sobre todo,
de gloria rara. No gloria popular, conocida, ofrecida y desgajada,
sino sutil, extraña, de lágrima de vidrio"
(abril 3) -hasta un estado de depresión, en que experimenta
la náusea del creador hacia su propia obra: "Abril
5- 4 p.m. Acabo de dejar el lápiz, impotente por completo
para escribir. Hay días así, y esto me ha pasado dos
ó tres veces en este viaje. Es una laxitud, una repugnancia
enorme; parece que lo que escribo fuera vomitado, dejándome
igual impresión. Fuera en esos momentos tan difícil
seguir escribiendo como comer dulces en seguida
de una indigestión".(60) También
lo muestra el Diario escudriñándose, infatigable
en el análisis, intentando descri-birse (o quizá descubrirse):
"Anoche mascullé mientras dormía cosas
literarias. Apenas me levanté hoy, comencé a escribir;
después de comer, á escribir. En este momento
dejo el papel y tomo la libreta. Estoy contento porque he sacado
algo que me ha satisfecho enormemente. Es una fantasía.
¿Me gustará lo mismo de aquí á cuatro
meses? Es difícil. De cualquiera manera, hoy gozo, porque
veo que no he muerto, que aún -trabajándome- puede
que llegue á no mala altura.
"Hay días felices. ¿Qué he hecho
para que hoy por tres veces me haya sentido con ganas de escribir,
y no solo eso, que no es nada; sino "que haya escrito"?
Porque este es el flaco de los desequilibrados. 1º: No
desear nada; cosa mortal. 2º: desear enormemente, y, una
vez que se quiere comenzar, sentirse impotente,
incapaz de nada: Esto es terrible.(61)
"Nos falta la acción. Colocamos un magnífico
mango á la azada, y, al primer golpe, se quiebra el hierro.
O si no, en cuanto tomamos la herramienta, las fuerzas nos abandonan
por completo. Si es infierno el aborto, infierno es no producir.
En aquel todavía puede gritar el germen desesperado;
en éste el músculo se hunde en el vacío,
como un brazo que agita desesperadamente una honda que no tiene
piedra" (abril 7) .
Y lo revela, en fin, en sus últimos días de suplicio
tantálico, aprendiendo que el hambre es, a veces, compatible
con el arte: "Esta mañana no almorcé, porque
no tenía con qué. Sin embargo, tenía mucha
hambre. Y á pesar de todo, estos son los días más
inspirados que he tenido. Héteme escribiendo a menudo. Y
creo que no con mal resultado" (mayo 29). Aunque otras
veces la dura lección sea distinta: "En el Luxemburgo.
Vengo todas las mañanas. Hace un día espléndido.
El jardín precioso. Me siento inspirado; pero no puedo escribir
nada. Si trazo un renglón y busco una rima,
en el interior estoy buscando qué comer" (junio
6) .(62)
De regreso a Montevideo, Quiroga iría depurando lentamente
sus impresiones, fijándolas en breves páginas, con
las que colaboró en distintas publicaciones literarias o
reviviéndolas en el tumulto juglaresco del Consistorio
del Gay Saber, hasta apresar en Los arrecifes de coral
o en El crimen del otro la esencia -y, también, los
accidentes- de su experiencia parisina, de su aprendizaje modernista."
37. Véase Gil Blas, año I, Nº
16, Salto, octubre 30, 1898, pág. 3, col. 2. Fué reproducido
en la Revista del Salto, año I, Nº 2, Salto, setiembre
18, 1899, págs. 16-17. Consúltese en el Apéndice
documental, Sección B) Primeras publicaciones, Nº 2.
Volver
38. Véase Gil Blas, año I, Nº
18, noviembre 13, 1898, pág 1, col. 1.
Volver
39. El Diario preserva, felizmente, la opinión
de Quiroga sobre este libro: "He concluído anoche de
leer El Extraño de Reyles. No es mala obra. Le hallo los
mismos defectos que á "Beba", "Primitivo",
y "El sueño de Rapiña": mucho prosaísmo
de frase, bastante chavacanería, cierta presunción
que respira toda la obra. Me parecen buenas cualidades la finura
de las observaciones, cierta poesía y rectitud de algunas
comparaciones e imágenes, la incisión de la palabra,
y buen talento dialoguista. Total: una obra buena, no mucho"
(abril 1º). Volver
40. Véase, al respecto, mi ensayo sobre La
generación del 900 en Número (año II. Nº
7-8, Montevideo, enero-junio, 1950, págs. 37-62). Consúltese,
asimismo mi libro José E. Rodó en el Novecientos (Montevideo,
Número, 1950). Volver
41. Por ejemplo, al escribir: "... cuando el
genio vive en la sangre como una neurosis, cuando acaso con un golpe
de alas se puede salvar una bruma tenaz". Volver
42. Véase Revista del Salto, año I,
Nº 1, Salto, setiembre 11, 1899, pág. 1. El texto completo
se transcribe en el Apéndice documental, Sección C)
"Revista del Salto", Nº 1. Volver
43. Una empeñosa educacionista publicó
a lo largo de siete números, pintorescas fichas "picológicas"
de sus alumnos, bajo el título, quizá excesivo, de
Biografías escolares. Volver
44. Véase Revista del Salto, año I,
Nº 5, Salto, octubre 9, 1899, pág. 37. El texto completo
se transcribe en el Apéndice documental, Sección C)
"Revista del Salto", Nº 2. Volver
45. En esta narración hay una imagen que prolonga
morbosamente estos versos de la Oda a la desnudez:
"Yo pulsaré tu cuerpo y en la noche
Tu cuerpo pecador será una lira."
Brignole y Quiroga escribieron, entonces:
"¡Pulsar un cuerpo como una lira, y después, enardecido
con la vibración, romper las cuerdas!" Volver
46. Sadismo-Masoquismo, fué publicado en la
Revista del Salto, año I, Nº 17, Salto, enero 3, 1900,
págs. 135-137; la Aclaración, en el mismo semanario,
año I, Nº 18, Salto, enero 15, 1900, págs. 148-49.
Volver
47. Además de las colaboraciones firmadas,
publicó muchas otras anónimas, bajo rubros tan diversos
como Teatro o Sociales. Véase la lista completa en Revista
del Salto, año I, Nº 20, Salto, febrero 4, 1900, pág.
166. Volver
48. Véase Revista del Salto, año I,
Nº 4, Salto, octubre 2, 1899, pág. 30. Volver
49. Véase Revista del Salto, año I,
Nº 7, Salto, octubre 23, 1899, pág. 60. El poema completo
se transcribe en el Apéndice documental, Sección C)
"Revista del Salto". Nº 3. Volver
50. Véase Revista del Salto, año I,
Nº 15, Salto, diciembre 19, 1899, pág. 124. El poema
completo se transcribe en el Apéndice documental, Sección
C) "Revista del Salto", Nº 4. Volver
51. Véase Revista del Salto, año I,
Nº 11 y 12, Salto, noviembre 20 y 27, 1899, págs. 87-88
y 99-101, respectivamente. El artículo completo se transcribe
en el Apéndice documental, Sección C) "Revista
del Salto", Nº 5. Volver
52. Sobre la influencia de Poe, en Horacio Quiroga,
véase John E. Englekirk: Edgar Allan Poe in Hispanic Literature,
New York, Insituto de las Españas, 1934, págs. 340-368.
Englekirk no conocía entonces estas publicaciones periódicas
de Quiroga, y no pudo utilizarlas en su trabajo. Hay traducción
castellana de su ensayo en Número, año I, Nº
4, Montevideo, setiembre-octubre de 1949, pag. 323-339. Volver
53. Véase Revista del Salto, año I,
Nº 4, Salto, octubre 2, 1889, págs. 34-36. Volver
54. Véase Revista del Salto, año I,
Nº 9, Salto, noviembre 6, 1899, págs. 73-75. El cuento
se transcribe en el Apéndice documental, Sección C)
"Revista del Salto", Nº 6. Volver
55. Véase Revista del Salto, año I,
Nº 19, Salto, enero 24, 1900, págs. 155-157. Volver
56. El artículo está fechado en enero
29, 1900. Véase Revista del Salto, año I, Nº
20, Salto, febrero 4, 1900, págs. 162-65. E1 texto completo
se transcribe en el Apéndice documental, Sección C)
"Revista del Salto", Nº 7. Un diario salteño
publicó la siguiente necrología: "Ha dejado de
aparecer el semanario literario y social la "Revista del Salto"
que con dedicación y competencia venía dirigiendo
Horacio Quiroga. Lamentamos la desaparición de la "Revista"
por tratarse de una publicación que hacía honor a
la intelectualidad salteña". (Véase La Reforma,
Año III, Nº 654, Salto, febrero 7, 1900, p. 1, col.
5.) Volver
57. Este poema se incorporó a Los arrecifes
de coral, Montevideo, "El Siglo Ilustrado", 1901, págs.
19-20. Volver
58. El concurso de cuentos fué organizado
por Constancio C. Vigil, director de La Alborada. El jurado, que
integraban José Enrique Rodó, Javier de Viana y Eduardo
Ferreira, se expidió el 26 de noviembre de 1900. El primer
premio fué concedido a Oscar G. Ribas por un cuento titulado
"La fruta de los olivos"; el tercero a Américo
Llanos (en realidad Alvaro Armando Vasseur), por un cuento titulado
"Página de la infancia y para la infancia". (Véanse
las actas correspondientes en La Alborada, 2a época, año
IV, Nº 142, Montevideo, diciembre 2, 1900, págs. 1345-46.)
Quiroga se había presentado bajo el seudónimo de Aquilino
Delagoa, y, aunque entonces ya se había revelado su paternidad,
con tal nombre fué publicado el Cuento sin razón pero
cansado, en el mismo semanario. (Véase 2a época, año
IV, Nº 143, Montevideo, diciembre 9, 1900, págs. 1359-61.)
Posteriormente, Quiroga lo incluyó en Los arrecifes de coral,
edición citada, págs. 147-160. Volver
59. Véase la nota 44 al Diario. En las fojas
47, 47v y 48 de la primera libreta aparecen anotaciones semejantes.
Volver
60. Hay otros momentos de depresión: por ejemplo
éste, de mayo 29 : "Me queda -y creo por toda la vida-
la desconfianza de mí mismo. No porque no pueda escribir
cosas que me agraden, sino porque creo que lo que me gusta no gustó
á los demás, y aún más, porque los versos
no tienen más valor que la música y una que otra variedad
de estilo". Volver
61. Quiroga siempre se creyó un fronterizo
de la locura, para emplear la calificación que él
mismo aplicó al héroe de El vampiro (Más Allá,
1935). Lo prueba esta anotación de su Diario; lo confirma,
ésta otra, escrita 36 años más tarde, en una
carta a Ezequiel Martínez Estrada: "Bien sé que
ambos, entre tal vez millones de seudo semejantes, andamos bailando
sobre una maroma de idéntica trama, aunque tejida y pintada
acaso de diferente manera. Somos Ud. y yo fronterizos de un estado
particular, abismal y luminoso, como el infierno. Tal creo"
Carta de Horacio Quiroga a Ezequiel Martínez Estrada. (San
Ignacio, mayo 2l, 1936) Instituto Nacional de Investigaciones y
Archivos Literarios. Montevideo. Primera sección: Manuscritos.
"Archivo de Horacio Quiroga". Segunda Sección:
Correspondencia. Serie I. Segundo Grupo. Volver
62. Los versos aquí aludidos serían,
quizá, los que Quiroga tituló: "Versos escritos
con hambre". (Véase José L. Gomensoro, Crónicas
Literarias. De cómo pasa, en la historia de las letras de
América, la figura de Quiroga, en Salto en su centenario
(1837-1937). pág. 101. Volver
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