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Indice general ordenado alfabéticamente por título del libro o artículo

Prólogo de Diario de viaje a París
de Horacio Quiroga
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La contribución más importante de Quiroga al semanario, la que lo muestra poseedor de un interesante instrumento poético, es el poema modernista que titula Helénica.(37) En sus versos se transparenta claramente la influencia de Lugones. En el número 18 publica el joven su última colaboración: Póstuma, donde evoca, con la sosegada melancolía del que siente próxima su muerte, unos amores imposibles: "Pudiéramos haber sido felices, si tú me hubieras querido un poco, si yo te hubiera comprendido más". Los dos primeros párrafos ya los había utilizado en la página homónima recogida en el cuaderno de composiciones juveniles, y aún cuando en esta segunda versión el tema ha adquirido mayor amplitud, no significa, en realidad, una verdadera superación. Todavía parece un ejercicio literario.(38)

 

C ) "Revista del Salto"

En 1899 intenta Quiroga una empresa de mayores proyecciones: la publicación de su propio semanario. La fecha es significativa. En este año de 1899 ya hacía dos que Carlos Reyles publicara la primera novela modernista uruguaya: El extraño, explorando simultáneamente la nueva sensibilidad y el nuevo lenguaje.(39) Ya hacía un año que -en paradójico anacronismo-saliera a luz el Canto a Lamartine de Julio Herrera y Reissig, único volumen de versos que se publicó en vida del gran lírico y del que bien pronto éste renegaría. El mismo 1899 vería la edición -en elegante opúsculo- del Rubén Darío de José Enrique Rodó: penetrante glosa crítica del poeta y oportuna adhesión del joven ensayista al Modernismo. ("Yo soy un modernista también", escribía.)(40) La labor de Quiroga se inscribe, pues, en los orígenes mismos del modernismo literario en nuestro país y debe ser juzgada proyectándola sobre ese fondo animado.

Es en este 1899 que Quiroga emprende la inaudita hazaña de publicar en el Salto una revista de tendencia modernista, con el subtítulo -que inmediatamente evoca la de Rodó y sus amigos-: Semanario de literatura y ciencias sociales. Contaba con la colaboración frecuente de Atilio y Alberto J. Brignole, de Asdrúbal Delgado, de José María Fernández Saldaña. Pero, contaba, sobre todo, con su enorme voluntad de difundir el nuevo credo estético, de realizarse poética y literariamente. Y lanzó su programa y desafío a un medio que necesariamente debía escandalizarse ante su actitud. Es claro que la Introducción con que presentaba el nuevo semanario no contiene ningún pensamiento subversivo; apenas si alguna imagen altera la marcha normal del discurso.(41) Desde la primera página Quiroga invita a colaborar a todos "los que en el Salto meditan, analizan, imaginan, y escriben esas meditaciones, esos análisis, esas imágenes". El propósito de la publicación no puede ser más sencillo: ofrecer una oportunidad para que alcance la luz esa producción que permanece desconocida. Y la necesidad imperiosa de publicar que siente toda generación ascendente se expresa con ejemplar nitidez a través de este programa que Quiroga sintetizó con gráfica imagen: "El aborto es siempre menos bochornoso que la esterilidad".(42)

El semanario no fué totalmente modernista. No hubiera podido serlo. Debió tolerar, incluso, la intromisión de textos ajenos a las letras y aún a toda cultura.(43) Pero recogió suficiente cantidad de poemas y relatos de aquella tendencia como para escandalizar no ya a la ciudad del Salto sino a todo el país. Así, por ejemplo, el número 5 se inaugura con un artículo, titulado Aspectos del modernismo, en el que Quiroga acepta, con evidente desafío, el dicterio de "Literatura de los degenerados" con que se ha querido aniquilar a la nueva escuela. Toda la nota merece examinarse.(44) También ostenta un acento de deliberada provocación el trabajo titulado Sadismo-Masoquismo que firman conjuntamente Alberto Brignole y Horacio Quiroga. En realidad, se trata de una doble narración: la primera parte traza el delirio de un sádico, cuyo erotismo intelectual se complace en crudas visiones(45); la segunda, que afecta la forma de ensayo, trata de dibujar la compleja psicología del masoquista. La reacción contra tales páginas no se hizo espe-rar, y en el número siguiente ambos autores debieron publicar una Aclaración o Definición de dos palabras: Sadismo y Masoquismo, donde reivindican, con cierta pedantería estu-diantil, para ambos términos el calificativo de neurosis, des-pojándolos implícitamente del significado de vicios, con que sin duda habrían sido designados.(46)

Quizá no implique ninguna injusticia para los otros colaboradores de este semanario la afirmación de que su interés actual parece limitado a las páginas que firma su director. No faltaron nombres ilustres (desde Bécquer a Manuel Gutiérrez Nájera); pero puede sospecharse que estas colaboraciones fueron involuntarias. Y del grupo que realmente redactaba la revista el único que puso todo de sí fué Quiroga. Su colaboración fué abundante y de valor especialísimo para determinar las influencias que obraron con mayor constancia en su formación.(47) La Revista recoge, ante todo, los mejores frutos de su aprendizaje con Lugones -cuya famosa Oda reprodujo en el semanario-.(48) Quizá el más obvio sea el poema que titula, transparentemente, L. L. Aunque, sin duda, no es el mejor. Quiroga ha forzado a su musa, ha incurrido en versos cacofónicos, y las imágenes logradas se resisten al olvido, no por su perfección o secreta gracia, sino por su extravagancia. Versos como éstos pueden ser representativos:

"En el fondo de histéricos idilios
"Hay una gota amarga de fosfato
"Que acusa la impureza de los filtros".(49)

Una influencia mejor asimilada y de expresión más plena, trasluce el poema erótico que, sin título, publicó en el número 15. Aunque Quiroga aparece aquí tout sonore encore de los ritmos y la imaginería de la Oda a la desnudez, se advierte cierta tónica personal en el acento más duro y cortante de sus endecasílabos.(50)

Como si no bastara la reproducción de la Oda en el semanario o el evidente homenaje que constituyen los poemas arriba indicados, Quiroga publicó en los números 11 y 12 un trabajo apologético y desordenado en el que su admiración por Leopoldo Lugones le dictaba estas frases:

"Como creador es un genio; como estilista es un coloso.
..........................
"Se impone, no seduce.
"Arrebata, no encanta.
"Han dicho que Lugones -perdiendo con los años la fogosidad- ganaría mucho como escritor.
"Creemos lo contrario. Su mérito es ese: la potencia de las concepciones, el nervio de la frase.
"Su juventud es un látigo; y el día que no tenga fuerzas para esgrimirle, caerá.
"Entretanto, vine en perpetua excitación y nosotros en constante deslumbramiento.
"El tiene lo primero que es el genio y nosotros lo segundo, que es el primer poeta de América".(51)

Pero ya las páginas de Quiroga en la Revista del Salto empezaban a reflejar una influencia que sería mucho más duradera, una influencia que, en realidad, actuaría en el joven escritor como agente catalítico, precipitando su hasta entonces informe vocación narrativa. Se trataba del impacto producido por la lectura de Edgar Allan Poe.(52) La primera composición que registra su huella es una titulada Fantasía nerviosa.(53) El protagonista padece una neurosis que le impulsa a matar -algo semejante al amok-; asesina a una desconocida en la calle, luego a otra mujer en un baile de máscaras. Pasado el delirio, regresa a su casa y duerme, para despertarse de golpe al ver penetrar en el cuarto y tenderse a su lado a la segunda vícti-ma. Este es uno de los primeros ensayos de Quiroga en el di-fícil género del cuento y lo muestra muy novicio aún, crudo. El horror está manejado mecánicamente y nace más de las palabras que lo conjuran que de la intuición misma de los sucesos. La influencia de Poe es clarísima. En otro cuento, Para noche de insomnio, Quiroga reconoce la vasta deuda para con el poeta norteamericano desde un epígrafe en que cita unas penetrantes palabras del ensayo de Baudelaire. El tema mismo -el muerto que resucita ante los ojos desorbitados de sus amigos- y la atmósfera enrarecida en que se desarrolla, indican fuertemente la filiación poeana, al tiempo que la ligera irresponsabilidad con que maneja la fantasía el joven escritor revela inmadurez y lo distingue del rigor con que trabaja sus delirios Poe.(54) Un tercer cuento, Episodio, se nutre en la misma fuente.(55) La historia de un individuo que se convierte en gigantesco gusano para obsesionar las noches del relator, deriva en una insoluble pesadilla que reitera la irresponsabilidad ya denunciada.

Con fecha febrero 4 de 1900 se publicó el último número del semanario. Un largo artículo, suscrito por Horacio Quiroga, explica "Por qué no sale más la REVISTA DEL SALTO". Allí se reconoce, con altivez, que su fin se debía a no haberse sabido adaptar al ambiente, y se afirma con ingenuidad, que "era una publicación seria, más o menos bien escrita, con buenos artículos de cuando en cuando, y "social", en el alto sentido de la palabra". Pero, como no era entretenida (con-fiesa) y quería hacer pensar, fué rechazada con indiferencia. Porque (agrega lúcidamente) "una publicación (...) que intenta el más insignificante esfuerzo de amplitud y penetración, cae. No se la discute, no se la exalta, no se la elogia, no se la critica, no se la ataca: se la deja desaparecer como una cosa innecesaria. Muere por asfixia, lentamente". Y a pesar de lo que acaba de decir, su mismo artículo demuestra, más abajo, que hubo resistencias, que no todos aceptaron la postura literaria de la Revista; lo señalan estas palabras con que prosigue: "Toda tentativa de mostrar nuevas lontananzas, toda idea audaz que, presintiendo una nueva aurora trata de hacer desviar la vista de aquellos paisajes impuestos ya por la obcecación de una constante dirección de ojos, será rechazada por extravagante, absurda é individual". Y después de una extensa cita de Maupassant concluirá Quiroga con estas duras y arrogantes palabras:

"Simbolismo, estetas coloristas, modernismo delicuescente, decadentismo, son palabras que nada dicen. Se trata de expresar lo más fielmente posible los diversos estados de alma, que, para ser representados con exactitud, necesitan frases claras, oscuras, complejas, sencillas, extrañas, según el grado de nitidez que aquellos tengan en nuestro espíritu.

"Todo se rebela; la ganga contra el pulido, la bruma contra el horizonte, el caballo contra el freno, y la imbecilidad contra la aurora rasgada sobre el viejo paisaje.

"Damos gracias á los que nos han acompañado en la tarea que finaliza con el número de hoy".(56)

Tal es el epitafio de su aventura como editor modernista.

 

D ) Diario de viaje

No se ha encontrado aún el cuaderno borrador que, evidentemente, llevaba Quiroga junto al Diario de viaje. Allí anotaría, quizá, muchas de las composiciones que luego iban a integrar Los arrecifes de coral. Sólo ocasionalmente recogía en las libretas alguna página. Así, por ejemplo, el 22 de abril copia un primer estado del poema en prosa que se inicia: "Tenía la palidez elegante y mórbida...";(57) el mismo día transcribe un fragmento en prosa que habría de incorporarse, con cierta violencia, al Cuento sin razón, pero cansado con el que obtuvo el segundo premio en el concurso organizado por el semanario La alborada.(58) Del cotejo de ambos textos con las versiones definitivas se pueden extraer observaciones estilísticas de interés, según se señala en la nota 37 al Diario.

Otras veces, Quiroga se ejercitaba anotando -sin especificación alguna y en las últimas páginas de la primera libreta- repentinas ocurrencias, metáforas aisladas, como éstas que aparecen, escritas al invertir la página, en la foja 46 v.: "Ostentaba sobre el puente, sobre la borda, sobre el ultramarino acerado de las últimas lontananzas, su figura incomprendida y fatal".(59)

El Diario preserva, incluso, composiciones que Quiroga no recogió siquiera en el cuaderno preparatorio de Los arrecifes de coral, como, por ejemplo, el poema a La Venus de Milo, que fecha el 7 de mayo, o Del Natural, que transcribe el 22 de mayo.

Pero, en esta materia el interés del Diario es bastante menor. Su principal, su auténtico valor, consiste, en realidad, en la luz que arroja sobre la psicología literaria de Quiroga, sobre sus preocupaciones como creador, sobre sus ambiciones y desmayos. En tal sentido el testimonio resulta único. Ya se han señalado en la segunda parte de esta Introducción la naturaleza de sus observaciones y su tendencia a convertir rápidamente en materia literaria el suceso o el sentimiento vivido. A esas indicaciones cabría agregar otras, coincidentes, que muestran a Quiroga preocupado por afinar su instrumento verbal hasta que le permita expresar los más sutiles matices que capta con aguda visión. El 31 de marzo anota, por ejemplo: "Notablemente hermoso el color del agua. Es un verde profundo y transparente: esa es la palabra. Un verde inglés de pintura, en estado líquidamente nítido a la luz. La espuma es blanquísima; y si el borboteo de la hélice la arroja al interior de las aguas, parece verde, verde sauce, verde nilo". Y al día siguiente, con menor acierto, agrega: "Vuelvo á observar con detención el mar á los costados del buque; es un color indefinible, ahora que el Sol da de lleno. Es un azul tan verdoso y un verde tan azulado que da la perfecta ilusión de la solución de una piedra preciosa. Es tan pura el agua, limpia y transparente que parece que respirara. Es un color profundo y transparente. A la tarde, cuando el Sol declina sobre la horizontabilidad encrespada de las olas, sus crestas se despenachan en una lluvia de topacio crema, finamente opalescentes sobre el verde intenso de la plana".

Pero, hay anotaciones, mucho más reveladoras, que se refieren a la creación literaria misma, y que presentan a Quiroga oscilando entre una pura alegría, una dichosa exaltación, en que se siente seguro de sí y escribe, sin rubor: "... me han entrado unas aureolas de grandeza como tal vez nunca haya sentido. Me creo notable, muy notable, con un porvenir, sobre todo, de gloria rara. No gloria popular, conocida, ofrecida y desgajada, sino sutil, extraña, de lágrima de vidrio" (abril 3) -hasta un estado de depresión, en que experimenta la náusea del creador hacia su propia obra: "Abril 5- 4 p.m. Acabo de dejar el lápiz, impotente por completo para escribir. Hay días así, y esto me ha pasado dos ó tres veces en este viaje. Es una laxitud, una repugnancia enorme; parece que lo que escribo fuera vomitado, dejándome igual impresión. Fuera en esos momentos tan difícil seguir escribiendo como comer dulces en seguida de una indigestión".(60) También lo muestra el Diario escudriñándose, infatigable en el análisis, intentando descri-birse (o quizá descubrirse):

"Anoche mascullé mientras dormía cosas literarias. Apenas me levanté hoy, comencé a escribir; después de comer, á escribir. En este momento dejo el papel y tomo la libreta. Estoy contento porque he sacado algo que me ha satisfecho enormemente. Es una fantasía. ¿Me gustará lo mismo de aquí á cuatro meses? Es difícil. De cualquiera manera, hoy gozo, porque veo que no he muerto, que aún -trabajándome- puede que llegue á no mala altura.

"Hay días felices. ¿Qué he hecho para que hoy por tres veces me haya sentido con ganas de escribir, y no solo eso, que no es nada; sino "que haya escrito"? Porque este es el flaco de los desequilibrados. 1º: No desear nada; cosa mortal. 2º: desear enormemente, y, una vez que se quiere comenzar, sentirse impotente, incapaz de nada: Esto es terrible.(61)

"Nos falta la acción. Colocamos un magnífico mango á la azada, y, al primer golpe, se quiebra el hierro. O si no, en cuanto tomamos la herramienta, las fuerzas nos abandonan por completo. Si es infierno el aborto, infierno es no producir. En aquel todavía puede gritar el germen desesperado; en éste el músculo se hunde en el vacío, como un brazo que agita desesperadamente una honda que no tiene piedra" (abril 7) .

Y lo revela, en fin, en sus últimos días de suplicio tantálico, aprendiendo que el hambre es, a veces, compatible con el arte: "Esta mañana no almorcé, porque no tenía con qué. Sin embargo, tenía mucha hambre. Y á pesar de todo, estos son los días más inspirados que he tenido. Héteme escribiendo a menudo. Y creo que no con mal resultado" (mayo 29). Aunque otras veces la dura lección sea distinta: "En el Luxemburgo. Vengo todas las mañanas. Hace un día espléndido. El jardín precioso. Me siento inspirado; pero no puedo escribir nada. Si trazo un renglón y busco una rima, en el interior estoy buscando qué comer" (junio 6) .(62)

De regreso a Montevideo, Quiroga iría depurando lentamente sus impresiones, fijándolas en breves páginas, con las que colaboró en distintas publicaciones literarias o reviviéndolas en el tumulto juglaresco del Consistorio del Gay Saber, hasta apresar en Los arrecifes de coral o en El crimen del otro la esencia -y, también, los accidentes- de su experiencia parisina, de su aprendizaje modernista."


37. Véase Gil Blas, año I, Nº 16, Salto, octubre 30, 1898, pág. 3, col. 2. Fué reproducido en la Revista del Salto, año I, Nº 2, Salto, setiembre 18, 1899, págs. 16-17. Consúltese en el Apéndice documental, Sección B) Primeras publicaciones, Nº 2. Volver

38. Véase Gil Blas, año I, Nº 18, noviembre 13, 1898, pág 1, col. 1. Volver

39. El Diario preserva, felizmente, la opinión de Quiroga sobre este libro: "He concluído anoche de leer El Extraño de Reyles. No es mala obra. Le hallo los mismos defectos que á "Beba", "Primitivo", y "El sueño de Rapiña": mucho prosaísmo de frase, bastante chavacanería, cierta presunción que respira toda la obra. Me parecen buenas cualidades la finura de las observaciones, cierta poesía y rectitud de algunas comparaciones e imágenes, la incisión de la palabra, y buen talento dialoguista. Total: una obra buena, no mucho" (abril 1º). Volver

40. Véase, al respecto, mi ensayo sobre La generación del 900 en Número (año II. Nº 7-8, Montevideo, enero-junio, 1950, págs. 37-62). Consúltese, asimismo mi libro José E. Rodó en el Novecientos (Montevideo, Número, 1950). Volver

41. Por ejemplo, al escribir: "... cuando el genio vive en la sangre como una neurosis, cuando acaso con un golpe de alas se puede salvar una bruma tenaz". Volver

42. Véase Revista del Salto, año I, Nº 1, Salto, setiembre 11, 1899, pág. 1. El texto completo se transcribe en el Apéndice documental, Sección C) "Revista del Salto", Nº 1. Volver

43. Una empeñosa educacionista publicó a lo largo de siete números, pintorescas fichas "picológicas" de sus alumnos, bajo el título, quizá excesivo, de Biografías escolares. Volver

44. Véase Revista del Salto, año I, Nº 5, Salto, octubre 9, 1899, pág. 37. El texto completo se transcribe en el Apéndice documental, Sección C) "Revista del Salto", Nº 2. Volver

45. En esta narración hay una imagen que prolonga morbosamente estos versos de la Oda a la desnudez:
"Yo pulsaré tu cuerpo y en la noche
Tu cuerpo pecador será una lira."
Brignole y Quiroga escribieron, entonces:
"¡Pulsar un cuerpo como una lira, y después, enardecido con la vibración, romper las cuerdas!" Volver

46. Sadismo-Masoquismo, fué publicado en la Revista del Salto, año I, Nº 17, Salto, enero 3, 1900, págs. 135-137; la Aclaración, en el mismo semanario, año I, Nº 18, Salto, enero 15, 1900, págs. 148-49. Volver

47. Además de las colaboraciones firmadas, publicó muchas otras anónimas, bajo rubros tan diversos como Teatro o Sociales. Véase la lista completa en Revista del Salto, año I, Nº 20, Salto, febrero 4, 1900, pág. 166. Volver

48. Véase Revista del Salto, año I, Nº 4, Salto, octubre 2, 1899, pág. 30. Volver

49. Véase Revista del Salto, año I, Nº 7, Salto, octubre 23, 1899, pág. 60. El poema completo se transcribe en el Apéndice documental, Sección C) "Revista del Salto". Nº 3. Volver

50. Véase Revista del Salto, año I, Nº 15, Salto, diciembre 19, 1899, pág. 124. El poema completo se transcribe en el Apéndice documental, Sección C) "Revista del Salto", Nº 4. Volver

51. Véase Revista del Salto, año I, Nº 11 y 12, Salto, noviembre 20 y 27, 1899, págs. 87-88 y 99-101, respectivamente. El artículo completo se transcribe en el Apéndice documental, Sección C) "Revista del Salto", Nº 5. Volver

52. Sobre la influencia de Poe, en Horacio Quiroga, véase John E. Englekirk: Edgar Allan Poe in Hispanic Literature, New York, Insituto de las Españas, 1934, págs. 340-368. Englekirk no conocía entonces estas publicaciones periódicas de Quiroga, y no pudo utilizarlas en su trabajo. Hay traducción castellana de su ensayo en Número, año I, Nº 4, Montevideo, setiembre-octubre de 1949, pag. 323-339. Volver

53. Véase Revista del Salto, año I, Nº 4, Salto, octubre 2, 1889, págs. 34-36. Volver

54. Véase Revista del Salto, año I, Nº 9, Salto, noviembre 6, 1899, págs. 73-75. El cuento se transcribe en el Apéndice documental, Sección C) "Revista del Salto", Nº 6. Volver

55. Véase Revista del Salto, año I, Nº 19, Salto, enero 24, 1900, págs. 155-157. Volver

56. El artículo está fechado en enero 29, 1900. Véase Revista del Salto, año I, Nº 20, Salto, febrero 4, 1900, págs. 162-65. E1 texto completo se transcribe en el Apéndice documental, Sección C) "Revista del Salto", Nº 7. Un diario salteño publicó la siguiente necrología: "Ha dejado de aparecer el semanario literario y social la "Revista del Salto" que con dedicación y competencia venía dirigiendo Horacio Quiroga. Lamentamos la desaparición de la "Revista" por tratarse de una publicación que hacía honor a la intelectualidad salteña". (Véase La Reforma, Año III, Nº 654, Salto, febrero 7, 1900, p. 1, col. 5.) Volver

57. Este poema se incorporó a Los arrecifes de coral, Montevideo, "El Siglo Ilustrado", 1901, págs. 19-20. Volver

58. El concurso de cuentos fué organizado por Constancio C. Vigil, director de La Alborada. El jurado, que integraban José Enrique Rodó, Javier de Viana y Eduardo Ferreira, se expidió el 26 de noviembre de 1900. El primer premio fué concedido a Oscar G. Ribas por un cuento titulado "La fruta de los olivos"; el tercero a Américo Llanos (en realidad Alvaro Armando Vasseur), por un cuento titulado "Página de la infancia y para la infancia". (Véanse las actas correspondientes en La Alborada, 2a época, año IV, Nº 142, Montevideo, diciembre 2, 1900, págs. 1345-46.) Quiroga se había presentado bajo el seudónimo de Aquilino Delagoa, y, aunque entonces ya se había revelado su paternidad, con tal nombre fué publicado el Cuento sin razón pero cansado, en el mismo semanario. (Véase 2a época, año IV, Nº 143, Montevideo, diciembre 9, 1900, págs. 1359-61.) Posteriormente, Quiroga lo incluyó en Los arrecifes de coral, edición citada, págs. 147-160. Volver

59. Véase la nota 44 al Diario. En las fojas 47, 47v y 48 de la primera libreta aparecen anotaciones semejantes. Volver

60. Hay otros momentos de depresión: por ejemplo éste, de mayo 29 : "Me queda -y creo por toda la vida- la desconfianza de mí mismo. No porque no pueda escribir cosas que me agraden, sino porque creo que lo que me gusta no gustó á los demás, y aún más, porque los versos no tienen más valor que la música y una que otra variedad de estilo". Volver

61. Quiroga siempre se creyó un fronterizo de la locura, para emplear la calificación que él mismo aplicó al héroe de El vampiro (Más Allá, 1935). Lo prueba esta anotación de su Diario; lo confirma, ésta otra, escrita 36 años más tarde, en una carta a Ezequiel Martínez Estrada: "Bien sé que ambos, entre tal vez millones de seudo semejantes, andamos bailando sobre una maroma de idéntica trama, aunque tejida y pintada acaso de diferente manera. Somos Ud. y yo fronterizos de un estado particular, abismal y luminoso, como el infierno. Tal creo" Carta de Horacio Quiroga a Ezequiel Martínez Estrada. (San Ignacio, mayo 2l, 1936) Instituto Nacional de Investigaciones y Archivos Literarios. Montevideo. Primera sección: Manuscritos. "Archivo de Horacio Quiroga". Segunda Sección: Correspondencia. Serie I. Segundo Grupo. Volver

62. Los versos aquí aludidos serían, quizá, los que Quiroga tituló: "Versos escritos con hambre". (Véase José L. Gomensoro, Crónicas Literarias. De cómo pasa, en la historia de las letras de América, la figura de Quiroga, en Salto en su centenario (1837-1937). pág. 101. Volver

 

 

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