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Cuatro o cinco puntos cardinales
Octavio Paz, Roberto González Echevarría, Emir Rodríguez
Monegal
En: Plural, nº 18, marzo 1973, p. 17-20.
"Roberto González Echevarría:
¿Pudiéramos empezar hablando de Piedra de
sol y The Wasteland?
Octavio Paz: Yo no veo ninguna relación.
La forma es distinta, el vocabulario es distinto, las imágenes,
el ritmo, la visión del mundo -todo es distinto. Piedra
de sol es un poema lineal que sin cesar vuelve sobre sí
mismo, es un círculo o más bien una espiral. The
Wasteland es mucho más complejo. Se ha dicho que es un
collage, pero yo diría que es assemblage de pièces
detachées. Una extraordinaria máquina verbal que
emite significados poéticos por la rotación y el frotamiento
de una parte con otra y de todas con el lector. No, yo prefiero
The Wasteland a Piedra de sol, francamente. Si hay que
comparar algo mío con The Wasteland -pero yo no veo
ni la razón ni la necesidad de la comparación- me
parece que habría que pensar en Homenaje y profanaciones,
Salamandra, Viento entero o Blanco. Al mismo
tiempo, todos esos poemas dicen algo muy distintos a lo que dice
la poesía de Eliot. Yo no soy protestante y mis raíces
están en el barroco español, en el romanticismo y
el surrealismo. Yo no miro hacia Roma sino...
RGE: ¿Hacia dónde?
OP: No sé. Hacia el México
antiguo, hacia Fourier, hacia el "ninguna parte" de la
India. No busco una religión sino lo que está detrás
o antes de las religiones.
Emir Rodríguez Monegal: ¿Por
qué no nos cuentas cómo llegaste a conocer a Eliot?
OP: A su poesía. Al hombre nunca
lo conocí. La poesía de Eliot se conoció muy
pronto, relativamente, en México. Hasta la década
de los treinta fue un poeta casi desconocido en español.
Juan Ramón Jiménez había publicado, al principio
de los treinta, algunas traducciones de poemas cortos de Eliot,
como "Marine". Todas en prosa, si no recuerdo mal. La
primera traducción de The Wasteland la hizo un poeta
mexicano, Enrique Munjía, y se publicó en la revista
Contemporáneos en 1931 o 1932. Munjía vivía
en Ginebra, tenía un puesto diplomático menor y también
hizo algunas traducciones de Valéry. Poco después
se publicó la traducción de Angel Flores, que es muy
superior a la de Munjía, ¿no? Al final de esa década
y en los primeros años de los cuarenta Eliot tuvo una gran
influencia en México y se publicaron varias traducciones
de sus poemas.
RGE: En Cuba también aparecieron
traducciones en la revista Orígenes, en la que Ud.
también publicó.
OP: Son posteriores. Haré historia.
Los poetas mexicanos de la generación anterior a la mía
estaban impregnados, como la mayor parte de los latinoamericanos,
de poesía francesa. Sin embargo, hacia 1920 se inicia en
México un interés por la poesía norteamericana.
No creo que existiese algo semejante en el resto de nuestros países.
Salvador Novo publicó en esos años una Antología
de la joven poesía norteamericana. En la década
siguiente, a partir de la traducción de Angel Flores de The
Wasteland, comienza la boga de Eliot en español. En México
el poeta Ortiz de Montellano tradujo -y muy bien- varios poemas
del período intermedio, como "Ash-Wednesday". Octavio
Barreda también hizo trabajos excelentes. Y hay una muy buena
de Rodolfo Usigli de The Lovesong of Alfred J. Prufrock... Es
una traducción memorable, producto de una afinidad. No porque
Usigli se pareciera a Eliot sino a Prufrock... Todas esas traducciones
mexicanas son un poco anteriores a las de Orígenes.
ERM: ¿Son anteriores a Contemporáneos?
OP: No, todas son posteriores a la aparición
de The Wasteland en Contemporáneos. Creo que
fue la primera revista del mundo en que apareció una traducción
de ese poema. Es posible que Eliot ni siquiera se haya enterado.
No creo que Munjía le haya pedido permiso. Fue un acto de
amor. Y lo más triste es que a los pocos meses Munjía
se suicidó en Ginebra -precisamente en la ciudad donde Eliot
había terminado la primera versión de su poema. Años
más tarde, en una revista que yo dirigía, Taller,
publicamos una antología de traducciones de Eliot -ahora
sí con su permiso- hecha por Ortiz de Montellano, y en la
que se incluía la versión de Angel Flores de The
Wasteland. Tal vez en esos años ya se publicaba Orígenes,
¿o no? ¿En qué año empezó a publicarse?
RGE: Creo que fue a principio de los
cuarenta.
ERM: ¿No fue en los treinta?
RGE: No, en los treinta, si mal no recuerdo,
Lezama Lima dirigió Verbum. Orígenes,
para ser exacto, sale en 1944 y dura hasta 1956.
OP: Bueno, nuestra revista salió
en 1939. Y allí salió ese pequeño cuaderno
de poemas de Eliot, con prólogo de Ortiz de Montellano; la
mayor parte de las traducciones eran de él.
ERM: ¿Y a tí qué
impresión te causaba entonces Eliot?
OP: Una impresión inmensa. Y no
sólo en mí. En Neruda, tan alejado de Eliot, hay también
ciertos ecos. Hablo del Neruda de Residencia en la tierra
y pienso concretamente en "Caballero solo" y en el fragmento
erótico de la secretaria y el joven empleado en The Wasteland.
Pero el erotismo de Eliot es muy poco erótico y la imagen
que nos da del amor físico es sórdida. En Neruda es
verdadera y poderosamente sexual. Ese es uno de los polos positivos
de su poesía: la energía, la irradiación erótica.
En fin, Neruda conoció pronto a la poesía norteamericana.
Los críticos nunca hablan de esto. Incluso pasan como sobre
ascuas al tocar el tema de la influencia del surrealismo en Neruda
y en otros poetas de su generación... Vuelvo a Eliot. A mí
me interesa más el segundo Eliot que los otros. Porque hay
tres: el primer Eliot, todavía muy influido por algunos simbolistas
franceses, sobre todo por Laforgue; después viene el gran
período, para mí, que culmina con The Wasteland;
y finalmente el tercer Eliot, que se vuelve hacia el anglicanismo
en religión. Es el que menos me interesa. Me fascina la crisis,
no el desenlace resignado. La resignación, aunque se disfrace
de religión, es un escepticimo.
ERM: Hablas del Eliot de Four Quartets.
OP: The Wasteland abrió
un camino que Eliot no siguió. Four Quartets es un
regreso hacia una poesía anterior a The Wasteland.
RGE: Volviendo a Orígenes
un momento. Ud. publicó allí varios poemas, podría
decirnos, ¿qué relaciones tuvo con Lezama Lima y su
grupo?
OP: Bueno, me escribieron varias veces
y me pidieron colaboración. Eran muy activos y veían
mucho hacia México. Los mexicanos veían menos hacia
Cuba. Un error porque el grupo cubano era más interesante
que el mexicano. A mí me interesaron muchísimo y desde
el principio administré a Lezama Lima, a Cintio Vitier y
a Eliseo Diego.
ERM: Yo volvería sobre Piedra
de sol. ¿Cómo lo situarías tú, ya
que dices que no hay esa relación con The Wasteland?
OP: No, no tiene nada que ver con Eliot.
Es otro mundo, otra visión del mundo. La palabra placer
es uno de los ejes de Piedra de sol. Una palabra inexistente
en la poesía de Eliot. Incluso la palabra muerte tiene
un sentido, un sabor, muy distinto. Y la palabra rebelión...
RGE: Perdone que saque este tema, pero
en esa reseña tan negativa que hizo Bly de Configurations
él parece sugerir que hay un vínculo entre Eliot,
poeta académico, y Ud.
OP: Tengo poco que decir de Bly y ese
poco es negativo, de modo que prefiero callarme. No es un problema
de divergencias intelectuales, políticas, literarias o siquiera
de sensibilidad -es un "affaire" de higiene. Después
de pronunciar ciertos nombres hay que lavarse la boca. Aparte de
esta razón de orden olfativo, como diría Duchamp,
me parece que Bly no tiene autoridad para hablar de poesía
latinoamericana. Y me temo que tampoco la tiene para hablar de la
de su propia lengua.
ERM: La nota de Bly era tan absurda que
dejaba de lado toda una forma de poesía, digamos, desde Mallarmé,
Pound y Eliot en adelante.
OP: Sí, antes había atacado
a Pound, Wallace Stevens, Eliot, qué sé yo... El nombre
de Bly me lleva a tocar otro tema más importante. Bly habla
de un "surrealismo español", y así repite
un error muy difundido. Stefan Baciu ha puesto las cosas en su sitio
en el ensayo que publicó hace algunos años en Cahiers
Dadá. Hay que empezar por decir que sólo hay un
movimiento surrealista, de modo que es absurdo hablar de surrealismo
español, francés, chileno o egipcio. El surrealismo
fue un movimiento internacional y se extendió a casi todo
el mundo. Breton siempre subrayó el carácter internacional
del surrealismo. Es verdad que en el campo de la literatura -el
caso de la pintura es otro- las manifestaciones surrealistas fueron
particularmente importantes en lengua francesa, pero también
hubo poetas surrealistas en otras lenguas y en otros países:
Checoeslovaquia, Chile, Inglaterra, Portugal, España, México.
Todos esos poetas y artistas pertenecieron efectivamente al movimiento
surrealista, entablaron relaciones con los otros grupos surrealistas,
especialmente con el de Francia y, en fin, llevaron a cabo una actividad
surrealista. Hubo, además, un fenómeno distinto:
la existencia en muchas partes y en muchas lenguas de poetas influidos
por el surrealismo. En nuestra lengua el surrealismo influyó
y marcó un período, quizá el mejor, de la poesía
de García Lorca, Cernuda, Alexaindre, Neruda, Alberti. Pero
ninguno de ellos puede llamarse, con propiedad, poeta surrealista.
No aparecen en ninguna antología de los surrealistas y es
posible que a ellos mismos no les guste que se les llame así.
RGE: ¿Y entonces?
OP: Entonces es una tontería hablar
de dos surrealismos: uno, el francés, que sería intelectual,
florido, especulativo, decadente, literario; y otro, el hispánico,
que sería terrestre, telúrico, viril, sexual... Eso
es cómico. Es un "machismo" literario - poco viril,
por lo demás, como todos los machismos. Lo cierto es que
hubo poetas de lengua española influidos por los surrealistas
franceses, pero no a la inversa. Esto no implica una negación
de la contribución de españoles e hispanoamericanos
al surrealismo. Fue capital, y así lo reconoció muchas
veces André Breton. Entre los surrealistas españoles:
Miró, Buñuel, Dalí, y más recientemente,
Arrabal -para no hablar de Remedios Varo, una pintora poco conocida.
Estuvo casada con Benjamín Péret. Hace poco Roman
Jakobson me hablaba con entusiasmo de su obra. Entre los hispanoamericanos
habría que citar a los pintores Matta, Lam, Gironella y Gerszo,
y a varios poetas: los peruanos César Moro y Adolfo Westphalen;
los chilenos Braulio Arenas, Gómez Correa y Cáceres;
los argentinos Enrique Molina y Aldo Pellegrini; y un mexicano...
RGE: ¿Octavio Paz?
OP: Exactamente.
RGE: Entonces Ud. se considera surrealista.
OP: Fui surrealista en un momento de
mi vida, como lo fueron Buñuel, Moro, Lam y tantos otros
de nuestra lengua. Procuro no ser infiel a ese momento. En la Antología
de la poesía surrealista de Jean Louis Bedouin -que es,
diríamos, la antología "oficial" del surrealismo-
figuran varios hispanos: Picasso, Picabia, Dalí, César
Moro, Arrabal y yo. Por cierto, Bedouin ha escrito una historia
del movimiento surrealista después de 1939 que completa
el libro de Maurice Nadeau. El libro de Bedouin deshace otro prejuicio
de la crítica, que se empeña en terminar el surrealismo
en 1939, con el comienzo de la segunda guerra. Eso es absurdo, ¿no?
Durante la guerra, y en la década de los cuarenta, Breton
escribe dos de sus mejores obras: Arcano 17 y la Oda a
Fourier. Un poco después Benjamín Péret
escribe quizá su poema capital: Air mexicain. Después
de la guerra ingresa al grupo surrealista un gran poeta: Aimé
Cesaire. También se adhieren al movimiento Julien Gracq,
André Pieyre de Mandiargues y un poeta de origen libanés
que Breton admiraba y que Saint-John Perse consideraba que es uno
de los mejores poetas franceses contemporáneos: Georges Schedadé.
RGE: Pero el período de la post-guerra
estuvo dominado por el existencialismo ¿no?
OP: Sí, es cierto que la post-guerra
estuvo dominada por el existencialismo, pero ese movimiento ideológico
fue de una extraordinaria indigencia artística y poética.
¿Quién puede leer hoy las novelas o el teatro de Sartre?
La Littérature engagée pretendió ser
histórica pero envejeció antes que la historia. Fue
un historicismo más veloz que la historia y que desembocó
muy pronto, como todas las historias, en la insignificancia. Lo
que queda de ese período no es ni la literatura engagée
ni la literatura comunista de Aragon y Eluard, aunque estos dos
últimos, como escritores, sean mucho más interesantes
que Sartre. Lo que quedó fue Beckett, Genet, algunos textos
de Camus, y sobre todo, la obra de varios poetas estrechamente ligados
al surrealismo: Michaux, Char, Ponge. No, no es verdad que el surrealismo
se haya extinguido en 1939. En América Latina tuvo una gran
influencia después de la guerra.
ERM: ¿Y en los Estados Unidos?
OP: En lengua inglesa, al contrario de
lo que ocurrió en casi todo el mundo, el surrealismo tuvo
poca influencia. Hablo de la poesía, no de la pintura. En
Inglaterra, fuera del pequeño grupo surrealista (Penrose,
Gayscone), el movimiento más bien encontró cierta
oposición, y lo mismo ocurrió en los Estados Unidos.
Pero hacia 1950 surgen los poetas de la llamada "escuela de
Nueva York": Frank O'Hara, John Ashberry, Kenneth Koch. Todos
ellos asimilaron y recrearon las experiencias de Dadá y el
surrealismo. Quiero decir: su obra es original, una visión
personal y muy norteamericana de Dadá y del surrealismo.
Uno de los poetas más interesantes de la poesía norteamericana
actual es Ashberry. En su último libro recoge la tradición
francesa del poema en prosa. Ya William Carlos Williams había
escrito un libro precioso en esa forma: Kora in Hell. Los
poemas de Williams están más cerca de Rimbaud y de
los primeros textos surrealistas, mientras que los de Ashberry me
recuerdan un poco a Chirico. Al Chirico poeta en prosa. Ashberry
no es un poeta surrealista, pero es un poeta que se inserta dentro
de la tradición surrealista. Por cierto, el domingo pasado
leí en The New York Times Book Review una nota sobre
el último libro de Ashberry. El autor, un joven poeta, dice
que hay dos surrealismos (¡otra vez la burra al trigo!): el
surrealismo "florido" de Breton y el "argumentativo"
de Tzara. Se conoce que no ha leído ni a Breton ni a Tzara.
Es extraordinaria la ignorancia de la poesía surrealista
en los países de habla inglesa.
RGE: ¿A qué cree Ud. que
se debe?
OP: No sé. La influencia del surrealismo
en la pintura norteamericana fue decisiva. Sin el surrealismo no
habría ni expresionismo abstracto ni pop-art. Además
(sobre todo): Joseph Cornell. Un artista fascinante. Cada una de
sus cajas encierra un monstruo maravilloso. El mito de la caja de
sorpresas al fin realizado: peines, canicas, frascos de vidrio,
cerillas, fotos, qué sé yo -el objeto cotidiano transfigurado
por la lenta erosión de la fantasía y del humor. ¿Por
qué el surrealismo no influyó en la literatura? Quizá
porque los ingleses han tenido siempre su propia y especial versión
del surrealismo. Hay una vena fantástica y humorística,
para o pre surrealista que aparece continuamente en los grandes
autores, de Shakespeare a Dickens -para no hablar de Lewis Carroll
y de Edward Lear. Un surrealismo avant-la-lettre y que puede
considerarse en esta fórmula: el máximo de precisión
para producir el máximo de desvarío. Es la cualidad
que tanto amaba Baudelaire: lo bizarro. Es un elemento que
está presente también en la literatura norteamericana.
Al menos en la mejor. Por ejemplo, en Wallace Stevens. O en Elizabeth
Bishop. Los poemas de Elizabeth Bishop son construcciones muy rigurosas
y, en apariencia, tradicionales -pero los efectos son turbadores.
Una extraña imaginación visual, lo que se llama "realismo
fantástico" en pintura. No es accidental que piense
en la pintura al hablar de Elizabeth Bishop: sus ojos son ojos de
pintor pero de un pintor fantástico. Esta mezcla de realismo
y fantasía es constante en las literaturas de lengua inglesa
y también en las germánicas. Es el elemento romántico,
ausente en las lenguas latinas. Nuestras literaturas son hijas de
la retórica y la elocuencia latina. La Roma pagana inventó
el derecho y la católica la escolástica. Nada menos
romántico que esas invenciones. La literatura moderna es
la reacción contra esas dos tradiciones.
RGE: Todo esto está relacionado
con las conferencias que está dando Ud. en Harvard, ¿no?
OP: Sí, ese ha sido uno de los
temas. El movimiento poético moderno, desde el romanticismo
hasta nuestros días, es uno, pero se despliega conforme
a un movimiento que podríamos llamar, a la manera de Lévi-Strauss,
de simetría inversa. Los dos polos de ese movimiento
serían las lenguas romances y las germánicas. El romanticismo
nació como una rebelión contra la tradición
neo-clásica francesa. En realidad fue una rebelión
contra la tradición central de Occidente. Es curioso que
las fronteras del romanticismo, en su momento inicial, que fue el
más brillante, hayan sido las mismas que las del protestantismo.
Ambas fronteras coinciden con las del Imperio Romano. Esto explica
la tradición greco-romana. Por una parte, las tradiciones
poéticas nacionales de Inglaterra y Alemania; por la otra,
las tradiciones de otras civilizaciones. Goethe estaba embelesado
con Sakuntala y con la poesía árabe. Federico
Schlegel trazó un puente entre el mundo alemán y la
India. Es el puente que cruzarán, a veces para despeñarse,
Schopenhauer, Wagner, Hesse y tantos otros. El romanticismo alemán
e inglés inicia la crítica de la tradición
greco-romana de Occidente. Un siglo después, la vanguardia
europea, especialmente la de los países latinos -futuristas
italianos, ultraístas españoles e hispanoamericanos,
y todo el rico y variado movimiento francés-, continúa
y acentúa esa crítica. La reacción más
radical y extrema -et pour cause- fue la de Francia: ese
país es la nación de la Academia, la Revolución
francesa y el diccionario de Littré. La vanguardia del siglo
XX ha sido un movimiento de fuerte coloración romántica.
RGE: ¿Entonces le parecen románticos
el cubismo y el abstraccionismo?
OP: En el cubismo hay elementos anti-románticos.
Nada más natural, ya que fue una reacción frente al
impresionismo y el fauvismo. El cubismo fue ante todo una
crítica de la representación tal como la había
concebido la tradición renacentista greco-romana. Lo mismo
en su forma analítica que en la sintética, el cubismo
hace la crítica de lo que vemos. En ese sentido prolonga
y extrema una de las direcciones iniciadas por el romanticismo.
Es la negación del ilusionismo y del humanismo de la tradición
de Occidente. Otro rasgo romántico: el cubismo absorbe tradiciones
ajenas a la greco-romana, como el arte negro. El arte renacentista
y el barroco rechazan la abstracción y la estilización:
su arquetipo no es geométrico. La pintura abstraccionista
acentúa estos elementos anti-renacentistas y anti-figurativos
del cubismo. Y hay algo esencial: la presencia de ciertas preocupaciones
que vienen de la tradición hermética y ocultista.
Pienso en la obra de Mondrian, Kandinsky y, en menor grado, en la
de Klee. Hermetismo y ocultismo son manifestaciones de la otra
religión de Occidente, la religión subterránea,
fundada en la analogía. Es la creencia en la correspondencia
universal que los románticos recogen del neoplatonismo renacentista
y del ocultismo de los siglos XVII y XVIII. En Francia, a través,
a través de Baudelaire, Rimbaud y Mallarmé, esa corriente
llega hasta a Apollinaire, los surrealistas y Henri Michaux. Es
una corriente universal: Darío, Yeats, Pessoa... Todos estos
movimientos tienen algo en común: son rupturas de la tradición
central de Occidente y están directamente afiliados al romanticismo.
En cambio, el "modernism" de Pound, Eliot y otros
poetas angloamericanos se manifiesta precisamente en la dirección
contraria. Es un ejemplo de la simetría inversa a que me
referí antes. Desde su origen, el "modernism"
angloamericano fue un movimiento en busca de un clasicismo. Hulme,
uno de los iniciadores, lo dice expresamente y por eso vuelve los
ojos hacia Maurras. Una extravagancia intelectual y estética
en la que Eliot lo seguiría. Pound y Eliot no se proponen,
como la vanguardia europea y latinoamericana, la ruptura de la tradición
central de Occidente, sino la restauración. Las ideas políticas
conservadoras de Eliot y el fascismo de Pound coinciden con sus
tendencias estéticas. Hay que decir en su abono que su clasicismo
no era el clasicismo estrecho del siglo XVIII sino que comprendía,
en el caso de Eliot, a los "metafísicos" ingleses,
a algunos simbolistas franceses y a los italianos del siglo XIII
y XIV. Pound rechazaba a los "metafísicos" y exaltaba
a Gautier por encima de Rimbaud. A Lautreamont ni siquiera lo citaba.
Shakespeare era el gran problema: ¿cómo incluirlo
en esa tradición anti-romántica cuando precisamente
había sido uno de los caballitos de batalla de los románticos?
Hulme da una pirueta y declara que si Racine es un extremo del clasicismo,
el otro extremo es Shakespeare -un "clásico del movimiento."
Pero el centro no fueron ni Racine ni Shakespeare sino otro poeta
también desdeñado por la tradición clasicista:
Dante. Cuando Eliot lee a Baudelaire, lo lee desde la perspectiva
de Dante. Insensiblemente Baudelaire se convierte en un capítulo
olvidado de Dante. Hay algo de verdad en esto: Las flores del
mal es un libro dantesco.
ERM: El primer título de Las
flores del mal era Limbes, ¿te acuerdas?
OP: Y para Eliot, si no recuerdo mal,
The Wasteland representa dentro de su obra, el Limbo. La
revolución poética de Pound y de Eliot se presenta
con la máscara de la restauración. Porque fue una
revolución, aunque sus autores se hayan propuesto lo contrario.
De ahí la contradicción entre sus ideas filosóficas,
estéticas y políticas y sus poemas. Su propósito
era la restauración de una tradición, pero sus poemas
fueron la ruptura de esa tradición, la introducción
de la discontinuidad dentro del discurso lineal de la estética
greco-romana. Sin saberlo y sin quererlo continuaban a Mallarmé
y coincidían oblicuamente con los surrealistas y con otros
movimientos de vanguardia. ¿No es curioso que uno de los
movimientos poéticos más osados de este siglo haya
nacido de una contradicción entre la teoría y la práctica?
RGE: Es curioso aunque no inédito.
Podrían citarse varios ejemplos de casos similares anteriores
y posteriores, pero empiezo a ver en qué sentido habla Ud.
de simetría inversa.
OP: Pound y Eliot salieron de los Estados
Unidos hacia Europa en un movimiento de dirección contraria
al protestantismo y al romanticismo. El protestantismo fue una separación
religiosa del centro de la tradición, Roma; el romanticismo
fue una rebelión poética y vital contra esa misma
tradición. Eliot quiere regresar a Roma, a un clasicismo
estético y a una religión universal. Pound busca la
reconstrucción de una tradición poética que,
a su vez, contenga la receta de la armonía social. Eliot
y Pound rechazaban con horror la sociedad moderna, pero buscan el
remedio en el pasado -en China o en Roma. El mismo horror ante el
mundo moderno, la guerra y los valores burgueses, mueve a la vanguardia
europea y latinoamericana. Sólo que ni los futuristas rusos
ni los surrealistas ni los vanguardistas latinoamericanos buscan
la respuesta en un modelo clásico. Sus arquetipos son la
sociedad libertario-comunista o la sociedad primitiva: Fourier,
Marx, Rousseau, Sade. Ninguno de estos nombres aparece en los escritos
de los poetas angloamericanos, salvo como anatemas. Incluso los
"extravíos" morales y políticos de los poetas
asumen la forma de la simetría inversa: Pound fue fascista,
Aragón y Neruda fueron estalinistas.
ERM: Es curioso que esa restauración
medievalista, mediterránea, haya sido intentada por gente
cuyas raíces personales estaban fuera de ese centro.
OP: Bueno, en el modernism angloamericano
hay dos caras. Ua mira hacia Europa, otra hacia América.
El protestantismo y el romanticismo fueron rupturas con Roma. Rupturas
de la universalidad religiosa, intelectual y estética que
Roma encarnaba. Al mismo tiempo, fueron afirmaciones de distintos
particularismos: la conciencia personal del creyente, la sensibilidad
individual del poeta, la tradición nacional frente a la tradición
greco-romana. El movimiento de Pound y Eliot fue una tentativa por
reconstruir el puente roto por el protestantismo y el romanticismo.
Por eso se presentó como un universalismo. De ahí
la abundancia de citas y referencias extrañas en sus poemas.
El poliglotismo es una forma modesta del universalismo. La otra
cara del modernism angloamericano está representada
por William Carlos Williams y continúa la tradición
de Whitman: la búsqueda de las raíces norteamericanas.
Una búsqueda no menos paradójica que la de Pound en
China porque las raíces de los Estados Unidos no están
en América sino en Europa. Entre la tierra y la sociedad
norteamericana hay un espacio vacío. Ese espacio estuvo
ocupado por los indios norteamericanos. Por más terrible
que haya sido y sea la situación de los indios en México
o en Perú... existen. Son nuestras raíces. En Estados
Unidos no hay raíces: hay un hueco. Los huecos no se ven,
pero se sienten. Lo mismo sucede en Argentina y en Uruguay. La diferencia
es que los Estados Unidos empiezan a darse cuenta de ese hueco y
en Argentina parece que nadie, ni siquiera los escritores, ha reparado
que el país está construido sobre un genocidio...
En fin, paradójica o no la tentativa de Williams produjo
una poesía excelente y que ha tenido una influencia muy profunda
entre los poetas de las generaciones posteriores.
RGE: Entonces, a Williams lo admira.
OP: He traducido una veintena de poemas
suyos. Poemas cortos. Patterson, su poema largo, no me interesa
tanto como a los norteamericanos. Fue una reducción de los
Cantos de Pound al formato provinciano. Los poemas cortos,
en cambio, me encantan. Pero también me gusta mucho Cummings,
hoy visto con cierta indiferencia. Traduje algunos poemas suyos
hace años. Fue una gran experiencia, aprendí mucho
al traducir esos textos en los que la complejidad sintáctica
produce una poesía muy pura y simple. Es la poesía
lírica, el chorro poético en toda su frescura, sin
nada de ese didactismo tan frecuente en la poesía norteamericana.
Un didactismo moralizante, incluso, o sobre todo, cuando ataca a
la moral reinante.
RGE: En Posdata Ud. habla de Wallace
Stevens, un poco de pasada, para criticar esa visión un poco
reificadora que tiene de lo hispanoamericano.
OP: A mí me gusta mucho Stevens.
Es uno de mis poetas preferidos, entre los angloamericanos. Por
cierto, fue amigo de Lezama Lima, ¿verdad?
RGE: Y de Rodríguez Feo. En Orígenes
aparecieron varios poemas suyos traducidos por Lezama Lima y Rodríguez
Feo.
OP: Sin embargo, cuando Stevens habla
de Hispanoamérica en su poesía, habla del paisaje.
Los hombres hispanoamericanos no existen o existen como parte del
décor. No es un reproche a Stevens: es una observación
aplicable a gran parte de la literatura norteamericana. Por ejemplo,
podría pensarse que Olson sería más sensible
a la realidad contemporánea de América Latina. Pues
no, lea Ud. las famosas Mayan Letters. Le preocupa la otra
realidad, el mundo perdido de la civilización maya, pero
no siente el menor interés por la realidad que tiene enfrente
de las narices. Los mexicanos actuales son gente remotísima
para él. Sí, es verdad que los mexicanos actuales
vivimos en los alrededores de la historia, pero estamos vivos. Habría
que hacer una antología de lo que han dicho los escritores
norteamericanos sobre México en el último siglo y
medio. Sería un libro escandaloso.
RGE: Regresando al tema de la poesía,
yo querría que hablásemos de Homenaje y profanaciones,
ese poema de Salamandra que es una especie de glosa del célebre
soneto de Quevedo, "Amor constante más allá de
la muerte". ¿Cuáles han sido los poetas barrocos
que mayor influencia han tenido sobre Ud.?
OP: Me parece que tres: Góngora,
Quevedo y Sor Juana. Mi favorito es Góngora y después
Sor Juana. En la época en que escribí ese poema tenía
verdadero culto por la poesía de Quevedo. Ahora me gusta
menos.
RGE: ¿Y ese soneto en particular?
OP: Admirable como una perfecta máquina
retórica. Aunque su tema es el amor, no es un poema apasionado
sino un poema cuyo tema es la pasión. Es la culminación
barroca del petrarquismo, con su afirmación de la eternidad
del amor: el amor es eterno porque el alma es eterna. Pero los cuerpos
no son eternos. La pasión moderna no es una eternidad en
el tiempo, sino en este tiempo. No es ex-tensa sino
in-tensa. Es corporal. Por eso mi poema es un homenaje y una
profanación -una burla. Un poco como Picasso que volvió
a pintar Las Meninas: escarnio y homenaje. Mi poema es un
soneto de sonetos. Está dividido en tres partes. La primera
es el primer cuarteto, la segunda es el segundo y la tercera, dividida
en dos partes, es los tercetos. Hay en cada parte, además,
otro soneto. Como la imagen de un espejo en un espejo: sonetos de
sonetos de sonetos... Pero sonetos libres y, finalmente, muy poco
sonetos. Homenaje y profanación. Toda la composición
está regida por una proporción numérica que
sería muy aburrido tratar de explicar. Baste con decir que
es la proyección de un soneto y de sus partes.
RGE: Piedra de sol también
está construido sobre una estructura numérica, ¿no
es así?
OP: El número de versos de
Piedra de sol es exactamente el número de días
de la revolución del planeta Venus. La conjunción
entre Venus y el Sol se realiza después de una carrera circular
de 584 días, y la del poema consigo mismo después
de 584 versos. Venus es un planeta doble: Vésper y Lucifer.
En el México pre-colombino fue Quetzalcóatl: astro,
pájaro y serpiente a un tiempo. Sobre este contexto mítico-astronómico
se despliega el texto. Quiero decir: sobre el tiempo circular del
mito se inserta la historia irrepetible de un hombre que pertenece
a una generación, a un país y a una época.
ERM: ¿Irrepetible?
OP: El tiempo quizá sea cíclico
y, así, inmortal. Al menos lo es el tiempo de los mitos y
los poemas: vuelve sobre sí mismo, se repite. Pero el hombre
es finito y no se repite. Lo que sí se repite es la experiencia
de la finitud: todos los hombres saben que van a morir. Lo saben,
lo sienten, lo sueñan y se mueren. Lo mismo sucede con las
otras experiencias básicas del hombre: el amor, el deseo,
el trabajo. Esas experiencias son históricas: nos
pasan y pasan. Al mismo tiempo no son históricas:
se repiten. Por eso se pueden construir poemas -máquinas
productoras de tiempo que contínuamente regresa a su origen,
máquinas anti-históricas- sobre esas experiencias.
En cambio, no se pueden hacer poemas sobre las ideas, las opiniones
y las otras experiencias puramente históricas de los hombres.
Ese fue el error de la literatura engagée de hace
unos años, en sus dos vertientes: la existencialista y la
comunista. Esa es la paradoja de nuestra condición: nuestras
experiencias fundamentales son casi siempre instantáneas,
pero no son históricas. Nuestras experiencias no son históricas,
pero nosotros lo somos. Cada uno de nosotros es irrepetible pero
la experiencia de la muerte o la del amor son universales y se repiten.
La poesía nace de esa contradicción. Y más:
está hecha de esa contradicción.
RGE: ¿No es ése el tema
central de Blanco?
OP: Ese es el tema de todos los poemas
y de todos los poetas.
RGE: ¿No quisiera decirnos, para
terminar, algo más específico sobre Blanco?
OP: Bueno, es horrible (y también
tentador) hablar de lo que uno ha escrito. Pero le daré gusto
-me daré ese gusto/disgusto. En Blanco las combinaciones
no son temporales sino espaciales. El poema está hecho de
distintas partes, como un rompecabezas. El lector puede asociar
o disociar las partes -hay más de veinte posibilidades. Cada
parte es en sí misma un poema y cada asociación o
disociación produce un texto. Así, a diferencia de
los rompecabezas, que sólo tienen una solución, una
figura, en Blanco hay más de veinte figuras, más
de veinte textos. Cada texto es distinto y todos dicen lo mismo.
La extrema movilidad de Blanco se resuelve en inmovilidad.
Justamente lo contrario de Piedra de sol, que es un poema
lineal que fluye contínuamente. Blanco tiende a cristalizarse,
es decir, a convertirse en mera transparencia verbal -a disiparse.
Por eso se llama Blanco. Es la negación de Piedra
de sol puesto que niega en cierto modo al tiempo: sólo
el presente es. Ese presente es una presencia: el cuerpo femenino
visto, tocado, olido y sentido como un paisaje, y ambos, la tierra
y la mujer recorridas y leídas como un texto, oídas
y pronunciadas como un poema. Blanco es un cuerpo verbal.
Un cuerpo que se dice y que, al decirlo, se disipa. Al menos eso
fue lo que yo quise que fuera."
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