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"Erotismos"
En Mundo Nuevo, n. 16
octubre de 1967
p.
"Toda la pintura es erótica, dice Leonor Fini
en el diálogo que transcribimos en este número. Y
aclara, de inmediato: Ese erotismo no tiene necesariamente que
estar en el tema. Puede estar en la forma con que se pinta un ropaje,
en el diseño de una mano, en un pliegue. Toda poesía
es erótica, escribía hace poco Octavio Paz, confirmando
esa tautología. Porque la poesía (como la pintura,
como la música, como la arquitectura) rebosa de una materia
que entra por los sentidos y que conmueve los centros afectivos
más insospechados. Por eso, al reunir estos textos eróticos
en Mundo Nuevo (textos muy arbitrarios a los que une solamente
esa clara conciencia de participar de una realidad común)
se ha querido precisamente subrayar la condición esencialmente
erótica de toda obra de arte.
Si el poema de Octavio Paz sólo es indirectamente erótico,
la "Perséfone", de Homero Aridjis, lo es
explícita e implícitamente a la vez. Si Bianciotti
explora en su relato las repercusiones de un vínculo perverso
en un par de conciencias enfrentadas como en un espejo (el pretexto,
pero sólo el pretexto, es el suicidio de Hervé), Sarduy
desplaza todavía más el centro erótico hacia
el lenguaje mismo: lo que él cuenta es inseparable, casi
indiscernible, de las palabras mismas que dispara hacia todos los
blancos. Aun en los ensayos o textos de prosa más reflexiva
el erotismo nunca es tomado en su literalidad realista, sino en
su reflejo sobre esa lámina especular que es el lenguaje
poético (Sade, Roberto de las Carreras y Delmira Agustini,
Fernández Moreno) o su influencia sobre el lenguaje popular
o seudopopular (la verbalización rioplatense del machismo,
la retórica de Corín Tellado). Hasta en el intercambio
epistolar sobre Lezama Lima, el tema notoriamente erótico
está encarado exclusivamente como lo que es: poesía.
Quizá el amor sea hoy una causa perdida. Desde todos los
campos, lo que se nos propone es una pedagogía del odio.
Pero como Mundo Nuevo se fundó exclusivamente con
el propósito de fomentar el diálogo y la comunicación,
en ese diálogo, en esa comunicación, no puede faltar
el amor. Lo que aquí se propone no es una concepción
del erotismo, sino algo más obvio: la verificación
de que hay muchos erotismos, y que hoy día la literatura,
como las demás artes, constituye una de las más profundas
e iluminadoras vías de acceso a esa diversidad. Hace cien
años que moría en Francia uno de los hombres que libró,
en la poesía, uno de los combates más arduos por la
libertad del lenguaje erótico. Es justo que para presentar
esta colección de textos se invoque ahora, así sea
en el pórtico, la sombra maldita de Charles Baudelaire."
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