WILLIAM FAULKNER: ESTOS TRECE (These
Thirteen). Traducción de Aurora Bernárdez. Buenos
Aires, Editorial Losada, 1956. 265 pp.
En 1931 William Faulkner publicó These Thirteen.
Recogía en un volumen relatos de épocas y estilos
diversos. El libro estaba dividido intencionadamente en tres grupos
que insinuaban una proximidad temática y técnica
entre los cuentos de cada uno. Tal división permitía,
por otra parte, distinguir una evolución en el estilo del
autor, que se hace cada vez más complejo e intenso. Ese
año de 1931 señala, además, el triunfo definitivo
de Faulkner frente a la critica y al público norteamericano.
Ya había publicado, con escasa repercusión, The
Sound and the Fury (El sonido y la furia, 1929) y As I
Lay Dying (Mientras agonizo, 1930): dos de sus mejores aunque
más oscuras novelas.
La publicación de la segunda versión de Sanctuary
(Santuario, 1931) determinó la rápida fama de
Faulkner. Esa novela melodramática y brutal -hecha, según
el mismo novelista declara en un prefacio, para ganar plata- resultó
su más seguro éxito. Fue la primera obra de Faulkner
que se tradujo al francés (en 1933); la primera que se
tradujo al castellano (en 1934 y por Lino Novas Calvo). La publicación
de These Thirteen siguió a Sanctuary y se
benefició de la acogida de ésta. Las trece novelas
cortas ofrecían al público un acceso más
llano que el de sus grandes, intrincadas, novelas cuyo estilo
(riguroso, infrecuente entonces) parecía una valla infranqueable.
La primera parte del libro comprende cuatro cuentos: Victoria,
Ad Astra, Todos los aviadores muertos, Grieta.
Son contemporáneos de la primera novela de Faulkner: Soldier's
Pay (La soldada, 1926) y reflejan una misma experiencia de
guerra. "En 1914 (cuenta uno de sus biógrafos,
Jorge Luis Borges) Faulkner se alistó en el ejército
canadiense. Fue aviador; la metralla lo alcanzó."
Los cuentos en que se recoge, parcialmente, esta experiencia parecen
hoy escasamente memorables.
En la segunda parte del volumen se hallan seis relatos; cuatro
de ellos figuran entre lo mejor que haya escrito su autor, los
otros dos -Hojas rojas, Justicia- son excelentes
aunque superables y superados. Este grupo, el más valioso,
refleja ese mundo típicamente faulkneriano que se centra
en el estado de Mississippi y cuya imaginaria topografía
ha diseñado el autor para la edición original de
Absalom, Absalom (de 1936).
La última parte incluye tres cuentos: dos de ellos -Mistral,
Divorcio en Nápoles- ocurren en Italia. El
último -Carcasona- se desarrolla en la conciencia
yacente de un hombre.
Deliberadamente he pospuesto la breve mención de los que
considero mejores cuentos en que se recoge, parcialmente esta
experiencia -Cabellera, Ese sol de la tarde y Setiembre
seco. Cada uno de ellos plantea y resuelve una situación
intensa con economía y limpieza de recursos, con brevedad
y concentración, con destreza incomparable. Cada uno de
ellos gravita hacia un sólo punto -a veces poco visible-
pero consigue asimismo definir con intensidad el contorno, lo
que se llama ambiente. (Sin caer, es claro, en el localismo, en
el puñado de color local.) Sólo uno -Ese sol
de la tarde- se halla ligado, por los personajes, por la acción,
a una narración extraña: a la vasta, laberíntica
novela que se titula The Sound and the Fury. Pero su independencia
menguada no disminuye la redondez, es un círculo centrado
en las reacciones de unos niños frente al terror no mitigado
de una negra.
El conflicto en Una rosa para Emily y en Cabellera
es de sobrio patetismo. Los efectos, minuciosamente calculados,
tienen en el primero una seducción que arrastra fuertemente
al lector (aunque sin hacerle perder la lucidez): hay obsesión
pero no mengua el deleite que implica poder seguir, paso a paso,
la clara y hermosa estructura de la venganza. Es uno de los cuentos
más brillantes de Faulkner, tal vez el más brillante.
Cabellera es menos transparente -si cabe hablar de transparencia
en Faulkner, si cabe usar la palabra para aludir a un relato cuya
acción sólo se revela en el último párrafo-,
aunque quizá por eso mismo resulta más intenso.
Mientras que en Una rosa para Emily la acción interna
se reconstruye desde fuera, con ese procedimiento oblicuo caro
a Faulkner y del que tanto usó y hasta abusó el
maestro Henry James, en Cabellera la obsesión de
Hawkshaw se revela directamente en su plenitud, en toda su trágica
fuerza.
Setiembre seco es la narración de un linchamiento
concentrada en tres o cuatro escenas (escritas impersonalmente),
de una violencia súbita, penetrante. Dibuja un ambiente
psicológico tan ardiente e intenso como el atmosférico.
Todos los relatos tienen esa gravedad empecinada, esa seriedad
casi metafísica, tan característica de Faulkner;
apenas Ese sol de la tarde insinúa un acre humorismo,
bastante eficaz. Todos los cuentos resuelven la fuerte tensión
de su anécdota en un último golpe -aún en
el aparentemente inconcluso Ese sol de la tarde, en que
la órbita del cuento se cierra trágicamente sobre
la espera de Nancy.
***
Las cuatro o cinco narraciones memorables de este volumen certifican
la maestría de Faulkner. Al lector de sus novelas, estos
cuentos de su mejor período, de su período verdaderamente
creador, se recomiendan cómo el mejor Faulkner. A quien
todavía no lo conozca, la lectura de este volumen puede
resultar la mejor, la más fascinante, introducción
a uno de los universos novelescos más intensos de este
medio siglo.
NOTA: Esta es la segunda vez
que se publica en castellano These Thirteen. La primera
vez, y con el título de Victoria y otros relatos,
se ofreció una mala versión castellana de la traducción
en francés. (En MARCHA, marzo 2, 1945, se publicó
una nota sobre este infiel traslado.) Pero, dadas las características
casi piratescas de la edición anterior, debe considerarse
ésta como la primera que pone dignamente en castellano
el importante volumen de Faulkner.