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Indice general ordenado alfabéticamente por título del libro o artículo

"Correspondencia sobre Milón o 'El Ser del Circo' por Francisco Espínola "
En Marcha, Montevideo, Nº 779, 1955, p. 20-21,23

"Estimado Emir Rodríguez Monegal:
No me impulsa a escribirle el afán de defender a un amigo de una crítica que considero injusta y
equivocada, sino sólo el deseo de señalarle, con toda cordialidad, ciertas fallas de información y de método que Ud. mismo no dejará de reconocer como peligrosas. Me refiero a la nota que publicó Ud. en el número 777 de Marcha, sobre el libro de Francisco Espínola, Milón o el ser del circo, y a lo que en ella dice acerca del mismo Espínola y acerca de Croce.
Como Ud. sabe, yo no pertenezco al número de sus detractores. Al contrario: aprecio la posición que Ud. representa en la crítica nacional y admiro la valentía con que la defiende frente a las alternativas corrientes. Por esto, aunque mis estudios me impiden ocuparme de los problemas inmediatos y cotidianos de la crítica militante, sigo siempre con mucha atención sus notas.A veces estoy de acuerdo con ellas y otras ceces no puedo estarlo, pero ellas nunca me sorprenden. En cambio, la crítica sobre Espínola me ha sorprendido: creo que no ha logrado Ud. explicar, valorar y situar su libro. En verdad, Marcha ya había dado prueba de incomprensión para con esta obra, en ocasión de la publicación de un fragmento de ella en la revista Azul. Pero Ud. va mucho más allá y llega hasta una negación radical de todos sus aspectos positivos.
Quizás no haya sido éste su propósito, más la impresión que su nota deja es que se trataría de una simple recopilación de ideas ajenas y, además, superadas. Ahora, esto es enteramente inexacto: lo que distingue la obra de Espínola y la coloca fuera de lo común es, precisamente, el pensamiento personal y genuino que en ella se expresa. Usted cree que la tesis fundamental de este pensamiento refleja (reproduce o "parafrasea") una tesis de Croce: Espínola, como Croce, afirma que la obra de arte no es exterior sino interior a los hombres que la crean o, contemplándola, la recrean. En efecto; sólo que aquí ha caído Ud. en un fácil espejismo: no se trata de una tesis de Croce, sino de una posición permanente en la estética, que, si se quiere, puede encontrarse ya en Plotino. Puesto que sólo hay tres posiciones posibles (la obra de arte es interior, o exterior, o al mismo tiempo interior y exterior), cualquier pensador debe estar de acuerdo con una de ellas, sin que esto implique "influjos", "imitación", "plagio", etc. Lo que la posición señalada sostiene es, por otra parte, perfectamente razonable: ella afirma que la obra de arte no es tal como cosa, sino sólo en cuanto se contempla como arte.
Pero en realidad, el problema central que Espínola plantea es otro. No es el problema de qué es el arte, ni de qué o cómo es la contemplación, sino el de cómo ha de ser la contemplación. Lo que Espínola exige es que la contemplación sea enteramente desinteresada, es decir, que no se confunda el arte con la vida y que el contemplador no se deje guiar, en la apreciación de la obra, por el mundo exterior y por sus pasiones vitales, sino sólo por la obra misma. Esto significa exigir que la obra de arte se considere como tal, y no como otra cosa, y, evidentemente, nada tiene que ver con la teoría croceana de la expresión. Extraña, pues, que Ud. se ocupe, tan largamente en refutar esa teoría.
Mas supongamos que la teoría de la expresión venga al caso. Ahora, hay que observar que se trata de una posición filosófica y, por lo tanto, permanente. Ella no puede juzgarse en términos de actualidad o inactualidad cronológica. Que Croce haya publicado su Estética en 1902 y que haya otras estéticas más recientes, no tiene ninguna importancia y no significa que éstas sean superiores a aquélla. En filosofía, las ideas de Platón, anteriores a las de Croce, son tan actuales como las del último tratadista alemán. Con todo, puesto que su fuerte anti-croceana es Listowel, conviene señalar que los tratadistas citados por este autor (Volkelt y Dessoir) no son tan "recientes" sino, justamente, contemporáneos del primer Croce. El Sistema de estética de Volkelt se publicó en 1905, y la Estética y ciencia general del arte de Dessoir en 1906. No hay que confundir la cronología de nuestra información acerca de los autores con su cronología real. Por otra parte, Croce ha seguido sosteniendo las mismas ideas hasta sus últimos años, y, por consiguiente aun desde el punto de vista cronológico, ellas deben considerarse como recentísimas.
En segundo lugar, aunque el vínculo entre Espínola y Croce fuera efectivo y directo, que no lo es, ello no sería motivo para invalidar la obra de Espínola. La coincidencia en el pensamiento no constituye "imitación". El mismo Croce ha señalado varias veces que, si alguien hace suyas las ideas de otros y las piensa realmente, ellas son tan suyas como del otro. El pensamiento, si es pensamiento efectivo, es siempre original.
En tercer lugar, el pensamiento se critica como tal, desde el punto de vista de su coherencia interna, de sus fundamentos, de la validez de sus efectos, y no sobre la base de "autoridades" y "tratadistas" pues con esto sólo se dice que otros no piensan lo mismo, lo cual se puede comprobar acerca de cualquier idea, y sobre todo acerca de las provechosas e importantes.
De todos modos, si se quiere oponer un pensamiento a otro, ello puede hacerse, pero entonces debe ser un pensamiento que se halla en el mismo plano. Es fácil comprobar que las llamadas estéticas empíricas no suelen estar de acuerdo con las filosóficas, pero esto ocurre también porque se trata de disciplinas distintas, que no son comparables, pues plantean problemas esencialmente diversos. A Croce se puede oponer, por ejemplo, el pensamiento de Dewey, pero no el de Listowel o de Kainz, cuya existencia es dudosa. En efecto –y lamentablemente-, las autoridades que Ud. cita no son autoridades. El libro de Listowel –libro superficial y malo, si los hay, que no excelente, como Ud. dice- es en gran parte una colección de trivialidades y disparates. Así, por ej., el conde deforma totalmente el pensamiento de Gentile (pp. 16 y 148 de la traducción española): el arte es, según Gentile, el momento subjetivo del espíritu, y no el "sentimiento" en el sentido psicológico corriente, como cree Listowel, a pesar de que el filósofo italiano advierte explícitamente contra tal interpretación (La Filosofía dell'arte, 2ª. Ed., p. 144). Siguiendo a Basch, Listowel critica absurdamente a Kant (p. 60), confundiendo la universalidad "exigida" del juicio estético con la universalidad estadística. Y lo que dice acerca de Hume (p. 163) hace dudar seriamente de que Listowel haya jamás leído a ese filósofo. En cuanto a su crítica de Croce, se trata de un monumento de incomprensión. A Croce le pasa lo que a muchos filósofos: se le critican ideas que no son suyas. Lo que se hace es crear un Croce imaginario, al que luego se critica ásperamente, demostrando la inconsistencia de su pensamiento. Al final de la crítica, los "tratadistas" se quedan muy contentos y convencidos de haber destruido a Croce. Pero lo que en realidad han hecho ha sido sólo destruir sus fantoches, sus propios pensamientos, erróneamente atribuidos a Croce. Tal ocurre con la doctrina de la "subjetividad" y de la "expresión". Los "errores gruesos" de que habla el buen Listowel son errores suyos, y no de Croce. Los "tratadistas", y Listowel con ellos, entienden que se trata de este o aquel sujeto particular, mientras que Croce habla del "sujeto universal", o sea, del espíritu en cuanto creador. Listowel confunde, además, la "expresión " de Croce (idéntica a la intuición fantástica) con la "objetivación", es decir con lo que el filosofo italiano llama "comunicación", y la expresión poética con la exteriorización inmediata y primaria de los sentimientos (a la que Croce llama "interjección"). Con esto no quiere decir que Croce sea infalible o incriticable. Pero la validez de su pensamiento no puede negarse por el mero hecho de que un Listowel cualquiera demuestra no entenderlo. Ninguna crítica seria puede fundarse en la frágil doxa de un hombre tan herméticamente cerrado a la filosofía como es Listowel.
En cuanto a Kainz, no es ninguna gran autoridad en la materia, a pesar de lo que dice la solapa de la traducción mejicana. Es un psicólogo vienés, filosóficamente poco dotado, que ha publicado bajo forma de libro ("para los estudiantes", como él mismo informa) una serie de apuntes, más bien desligados y confusos, acerca de varios problemas "estéticos" o pretendidos tales. Lo de que cita una sola vez a Croce no significa nada (también a Dewey, si no me equivoco, lo cita una sola vez, de segunda mano, y a propósito de algo que tiene muy poco que ver con la estética). A esto se puede oponer que tampoco Croce cita a Kainz, con la diferencia de que Croce conoce a los autores de habla alemana, mientras que Kainz evidentemente ignora a los italianos. Lo que dice acerca de Croce y Vico lo demuestra plenamente: Croce no niega el "padrinazgo" de Baumgarten con respecto a la estética; lo que sostiene es la superioridad del pensamiento de Vico. En cuanto a Baumgarten, pensador muy mal entendido por Kainz, este autor habría podido leer con provecho la valoración que de aquél ha dado Croce, en obras más recientes (Ultimi Saggi).
Por otra parte, lo sostenido por Kainz acerca de la contemplación de lo bello no tiene nada que ver con la teoría croceana de la expresión, y tampoco puede oponerse a lo sostenido por Espínola. Los planos en que se mueven Kainz y Espínola son inconmensurables: Kainz se refiere al plano abstracto de lo "bello" (que, además es categoría y no objeto de la contemplación), mientras que Espínola se refiere al plano concreto del arte; Kainz se sitúa en un plano descriptivo, mientras que el de Espínola es claramente normativo. Pero, admitiendo que las dos mayorías puedan de algún modo reducirse a un denominador común, ¿de dónde deduce Ud . que lo dicho por Kainz niega lo dicho por Espínola? Kainz afirma que la contemplación (de lo bello) es aportación del sujeto que la vive y que, al mismo tiempo, es vivida como si el sujeto la recibiera simplemente. Espínola, sobre una base más coherente, sostiene que la obra de arte no está en la "cosa" sino en el sujeto que la re-crea en sí mismo y que, para re-crearla, el sujeto debe colocarse en las condiciones óptimas que le permitan recibirla simplemente, como obra de arte. Espínola habla de un esfuerzo, pero se trata de una preparación a la contemplación, y no de un esfuerzo en la contemplación. Esto, por otra parte, no significa que Espínola conciba al contemplador como espejo pero lo entiende como re-creador de la obra y le exige atención. El espejo no es atento: es indiferente. No se trata, pues, de "impasibilidad". Lo que Espínola exige es algo muy distinto: es la pureza de la emoción estética como tal. Conste que yo no estoy enteramente de acuerdo con Espínola. Pienso que la emoción frente a la obra de arte, la emoción concreta, no es ni debe ser como quisiera Espínola. La obra de arte no es sólo arte, no conmueve sólo por ser arte y no conmueve sólo al contemplador esteta (el homo aestheticus es un monstruo imaginario, el arte "puro" una aberración, y la contemplación pura una imposibilidad). Por ello pienso que, para abordar la obra en su totalidad, hay que aceptarla primero entera, con todo lo que ella contiene . La emoción simplemente estética existe, sin duda, mas sólo como conquista final, como resultado de un deslinde deliberado en la multiforme emoción primaria, y no entiendo por qué habría que "prepararse" para recibir obras que quizás no lo merezcan. Nos "preparamos" –es decir, deslindamos la emoción simplemente estética- sólo cuando y si la obra ya nos ha hablado. Pero esto no significa que las ideas de Espínola sean erróneas y las mías verdaderas ni que yo esté más de acuerdo y más al día con los tratadistas alemanes. Significa sólo que adoptamos posiciones distintas. De todos modos Espínola señala un peligro real: el de que la contemplación, en el contemplador no educado, no contenga siquiera la componente estética, o de que ésta quede sumergida por emociones de otra naturaleza.
Prefiero no hablar del paralelismo que Ud. establece entre Espínola y Valery, porque esto implicaría una larga discusión acerca de las capacidades especulativas de este "poeta-filósofo", en mi opinión más exiguas aún que sus capacidades poéticas, que no son conspicuas (en lo cual no creo concordar con Espínola). Pero no puedo dejar de referirme a lo que Ud. dice con respecto al estilo de Espínola. En primer lugar, no está Ud. de acuerdo con quien atribuye fuerza dramática al diálogo Milón, y este desacuerdo me parece acertado. Pero ¿por qué el enfoque negativo? Esto es como observar, mutatis mutandis, que la Etica a Nicómaco "no tiene valor novelístico" y que el Discurso del Método "carece de liricidad". El diálogo de Espínola es de índole especulativa, no dramática, y, por lo tanto, no tiene por qué tener "fuerza dramática". Además, señala Ud. que, desde el comienzo, los personajes de Espínola emplean un lenguaje demasiado estilizado y complejo. Ahora. Ud. no ignora que Espínola sabe escribir en liso y llano lenguaje castellano y que, si quiere, puede también emplear "el lenguaje consuetudinario de la rúa". Por ello podía Ud. pensar que el lenguaje debía de tener su función, en un escritor tan atento. Y, en efecto, la tiene. El lenguaje "estilizado" coloca el diálogo –desde el comienzo, naturalmente- en un plano ideal: indica que no se trata de una charla ocasional, de un cambio de ideas entre amigos, y que los "personajes" no son personajes, sino "posiciones ideológicas".
En cuanto a la valoración de la obra de Espínola, es evidente que Ud. no la hace y ello me parece muy lamentable. Yo no soy miembro de la AUDE y no tengo nada que ver con los premios municipales, pero, teniendo cierta familiaridad con los problemas estéticos, he leído el libro de Espínola "con atención y sin intención" y pienso que pocas veces un premio se habrá otorgado con tanta razón. Ud. mismo afirma que el diálogo es una obra "de singular calidad" pero luego le niega todas las cualidades para reconocerle sólo una que no dice: la de ser "introducción esencial" a la lectura de Espínola. En realidad, el diálogo no introduce al resto de las obras de Espínola, porque se trata de un ensayo con intentos normativos, para el contemplador, y no de una exposición de tema acerca del arte o de la creación. Y no puede introducir al "mundo imaginario" de Espínola, porque un mundo imaginario es un mundo de imágenes, y Milón es obra de sicología. Además ¿qué "enorme interés" podría tener, como introducción a la obra de un creador, esta "filosofía del circo", si realmente sólo sostuviera algunas ideas trilladas, "superadas" y "erróneas".
Todavía unas preguntas finales. ¿Cree Ud. que los libros como el de Espínola son frecuentes en el Uruguay? ¿¿Cree Ud. que, si no son frecuentes, no merecen otra atención? ¿ Piensa Ud. de veras que una obra tan "singular" merecía una crítica tan singular? Con mucha amistad, y no lo tome a mal, que todo lo dicho se ha dicho para bien.
Eugenio Coseriu.


Estimado amigo Coseriu:
Si yo no hubiera leído con más atención que Ud. mi nota sobre Francisco Espínola (Marcha, agosto 19, 1955) me habría convencido de inmediato su argumentación, tan nítidamente expuesta está. Pero creo que a Ud. le pasó conmigo lo que (salvadas las distancias) le pasa a los anti-crocianos con Croce. O para decirlo con Ud: "A Croce le pasa lo que a muchos filósofos: se le critican ideas que no son suyas. Lo que se hace es crear un Croce imaginario, al que luego se critica ásperamente, demostrando la inconsistencia de su pensamiento. Al final de la crítica, los "tratadistas" se quedan muy contentos y convencidos de haber destruido a Croce. Pero lo que en realidad han hecho ha sido sólo destruir sus fantoches, sus propios pensamientos, erróneamente atribuidos a Croce." Permítame que lo invite a discutir lo que sí dije.

ESPÍNOLA Y CROCE

Jamás dije que Espínola "refleja" a Croce, o que se puede hablar en su caso de "imitación" o de "plagio", palabras todas que Ud. emplea entre comillas como si fueran utilizadas por mí. Demasiado sabe Ud. que la técnica de la cita no permite estos deslices. Lo que sí dije es que el punto de vista expuesto en una parte de Milón por Espínola es de "filiación" crociana o que "deriva" de Croce, lo que es distinto y muy legítimo. El que Plotino haya dicho antes lo que dijo Croce es un problema cronológico aparte.
Yo señalé (con cita de Espínola y de Croce, Aesthetica in Nuce, p. 1-18 de la traducción argentina, 1943) una relación de semejanza ideológica con el estético italiano y esto hasta para su filiación. En cuanto a una filiación más detalladas la podrá determinar Ud. mismo si se toma el trabajo de releer el texto de Espínola en las páginas 66 (palabras de Hipólito), 71 (habla Néstor) y 75 que copio para ilustración de todos, Néstor enseña a Helena el significado de la prueba de los trapecistas y le advierte que no la confundan con el arte: "¡Sobre todo tú, Helena, no vayas a confundirte ahora, por el cielo! Aquí, ya, nada de transfiguraciones de la realidad, nada de traslación de sentido ni de simbólica participante... ¡Oh, nada de expresión!" Es decir: nada de arte, siendo para Espínola (como para Croce el arte expresión.
Pero hay más. La misma distinción que reiteradamente trata de establecer Espínola entre los seres de la realidad (del circo) y los del arte –y que le sirve para fundamentar su teoría de la impasibilidad del contemplador de la obra estética- puede encontrar su fundamento en una distinción que Croce explana en su Aesthetica in Nuce (ed. cit., pp. 100/01): la diferencia del sentimiento contemplado, o poesía con respecto al sentimiento actuado o sufrido (real). No digo con esto (ni dije nunca en la nota por Ud. impugnada) que Espínola se limite a trasladar, sin originalidad, a su diálogo las ideas de Croce. Digo sí que su pensamiento tiene una filiación croceana y está, por lo tanto, expuesto al mismo análisis negativo que el del maestro italiano.

CROCE Y YO

En el cuarto párrafo de su carta me atribuye Ud. la intención de refutar largamente la teoría croceana de la expresión. Infortunadamente no cita Ud. ningún texto mío y no podrá citar poque en ningún lado refuto a Croce ni a nadie. Lo único que señalo es que se ha refutado a Croce e indico las fuentes más comunes en que el lector desprevenido podrá encontrar esas refutaciones. También me confude Ud. y se confunde, creyendo que hablo de las teorías de Croce como liquidadas porque fueron refutadas por los alemanes. De ningún modo: señalo apenas que están superadas, en el sentido (único y obvio) de que su planteo ya ha sido discutido y que toda persona que vuelva sobre ellas debe tener en cuenta esta discusión. Y esto es lo que no hace Espínola, perdiéndose la oportunidad de hacer un diálogo verdaderamente dialéctico al enfrentar a Néstor con dos puntos de vista contrarios y no con dos especialistas en el error: Helena e Hipólito.

LISTOWEL Y UD

En su carta se quita toda autoridad a Listowel. Es un punto de vista, y como tal muy respetable. Pero lo que Ud. no tiene en cuenta siempre es que las objeciones de Listowel frente a Croce son reproducción de las de Volkelt y Dessoir (según Ud. mismo ha reconocido antes) y por lo tanto es a ellos y no a Listowel (que es inglés) a quienes yo me refería al escribir que los puntos de vista de Croce "presuponen una concepción subjetiva de lo estético que ha sido minuciosamente combatida, especialmente por los estéticos alemanes". Tal vez Ud. no considere a Volkelt y Dessoir como autoridades tampoco. En cuanto a que estos tratadistas son "recientes" no lo digo yo, sino que me lo hace decir Ud. Lo que yo indico como reciente es la traducción del libro de Listowel que es de 1954. Tal vez también a Ud. le parezca reciente un libro editado el año pasado.

ESPINOLA Y KAINZ

La discrepancia entre Espínola y Kainz es en la actualidad de "esfuerzo" del contemplador de la obra de arte, que Espínola exagera y Kainz niega. En cuanto a la impasibilidad del contemplador que según Ud. yo atribuyo a Espínola falsamente (párrafo 10 de su carta) es Ud. el que demuestra haber leído mal a Espínola. Lo dice explícitamente la página 12 (en un texto que yo citaba en mi nota impugnada y que seguramente Ud. se salteó): "Hipólito - ¿Pero es preciso que nos plantemos ante la obra de arte tras un broquel de impasibilidad? Néstor - Durante el proceso que a nosotros la transporta, sí". Le recomiendo la lectura de las páginas 41 (habla Néstor) y 76 (Néstor de nuevo).
Otra cosa. Señalé en mi artículo que Kainz menciona una vez sola a Croce (y para discrepar) como índice de la actitud de los tratadistas germánicos frente al maestro italiano. Tampoco lo cita más de una vez Moritz Geiger en su Estética (trad. de Raimundo Lida, Bs. Aires, 1951, pp. 88) y es para incluir su nombre, apenas, entre los expositores de la peculiar manera de ser aprehendido el objeto estético. El mismo Geiger dedica páginas a la exposición de Volkelt y de Dessoir (opositores de Croce); en la bibliografía se cita a Listowel. Otro ejemplo: cita a Croce una sola vez E. Meumann (p. 85 de la ed. argentina, 1946, de Introducción a la estética actual) y es para refutarlo; en cambio, el autor menciona varias veces y estudia con la mayor atención la obra de Volkelt y de Dessoir. ¿Para qué invocar nombres? Seguramente tampoco dará Ud. el visto bueno a Geiger y a Meumann.
¿Qué deducir de esta discrepancia? ¿¿Que nada valen mis "autoridades", como Ud. las llama? ¿Que nada vale su propia autoridad, amigo Coseriu? Dejemos este conflicto trivial y vayamos a la sustancia.

ESPINOLA Y EL DRAMA

El párrafo 11 de su carta asegura que el diálogo de Espínola es de índole especulativa, no dramática, y por lo tanto, no tiene por qué tener "fuerza dramática" Como Ud. sabe, no hay contradicción entre ser especulativo y tener fuerza dramática. Fedón cumple con ambas condiciones. Mi observación se refería no a una condición necesaria del diálogo de Espínola sino a una virtud imaginaria que el prólogo creía descubrirle entre tres verdaderos discutidores y no entre un maestro y dos dóciles errados, la fuerza dramática se hubiera expresado a través del conflicto dialéctico. Espínola se perdió enesta oportunidad. Contra lo que Ud. cree no hay posiciones ideológicas" en Milón. Hay una sola, la de Néstor.

ESPINOLA Y EL LENGUAJE

Su carta me enseña la diferencia entre el lenguaje coloquial y el lenguaje estilizado. Gracias. Pero yo no me refería a esto. Me refería al lenguaje pretendidamente abstracto y poético que utiliza Espínola y a su fracaso por darle vida (dialéctica). De aquí la comparación con Valéry, al que Ud. perdona la vida por ahora. De aquí que mi nota invocara la creación de lenguaje de que es capaz Espínola en sus narraciones, de aquí que trajera a colación el lenguaje parnasiano de Motivos de Proteo. Otra vez, amigo Coseriu: yo hablo de una cosa y Ud. aniquila otra.

MI VALORACIÓN

Su carta termina lamentando que yo no haga una valoración de la obra. Entonces (me permite preguntarle) ¿qué refuta Ud.? Si dos páginas de MARCHA no le parecen una valoración de la obra, ¿qué esperaba? La prueba de que sí valoro la obra es que, en el mismo párrafo en que Ud. me acusa de no valorarla, cita mis palabras: "es una obra de singular calidad". ¿Y por qué no cita también el final. Lo transcribo ahora: "Desde cierto punto de vista puede asegurarse que no hay nada más desdichado que el lenguaje en que ha creído necesario verter Espínola su meditación estética. Desdichado, sobre todo, porque la meditación misma, independientemente del valor que pueda tener como doctrina general e independientemente de que se encuentre o no superada por la estética actual, es de enorme interés como vía de acceso al mundo imaginario en que vive Espínola, el creador, el mundo en que ha sabido componer los cuentos de "Raza ciega" y su novela "Sombras sobre la tierra". Para ese mundo, este diálogo sobre "Milón o el ser del circo" es introducción esencial". ¿No es esto una valoración?
Pero advierto que Ud. ha confundido cosas inconfundibles. Ud. cree que yo no valoro el diálogo porque no enjuicio su tesis estética. Hay dos errores, aquí. Mi nota dedica una página de MARCHA al análisis del diálogo, a la determinación de sus tesis, a su filiación croceana, a su ubicación en el panorama actual de la estética. Si eso no es valoración ¿qué es? La otra página está dedicada al análisis de la forma del diálogo (con minuciosas referencias al modelo, declarado de Espínola: Valéry) y al análisis de su lenguaje. Si eso no es valoración, ¿qué es?
También niega Ud. que el diálogo pueda servir de introducción al mundo novelístico de Espínola. Permítame que le enseñe algo (en retribución a todas las cosas que Ud. me enseña, y qué bien, en su carta). Todo escrito teórico de un creador es de interés para el crítico literario: tenga o no valor teórico independiente. En este caso, Milón le permite al crítico literario conocer algunas ideas estéticas básicas de Espínola. Por eso constituye una vía de acceso a a su mundo, por eso me parece introducción esencial, por eso me parece introducción esencial. Pero el tema es muy largo. Le prometo desarrollarlo en una nota aparte.
En suma, amigo Cosseriu, qué ligereza ha puesto Ud. en evidencia, qué lectura tan superficial de mi nota, qué artificios para refutar lo que yo no decía, para no querer entender. No puedo dudar de su amistad (tantas veces declarada en la carta) pero ¿cómo compadecerla con la liviandad que la carta revela?
Le debo agradecer la extensión con que se ha ocupado de mi nota. Lamento no poder agradecerle también la atención con que me ha leído. Pero me consuela pensar que tampoco he leído con mucha atención ni a Listowel, ni a Kainz, ni al propio Francisco Espínola.
Lo saluda cordialmente
Emir Rodríguez Monegal
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Responsables

L. Block de Behar
lbehar@multi.com.uy

A. Rodríguez Peixoto
arturi@adinet.com.uy


S. Sánchez Castro
ssanchez@oce.edu.uy

 


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