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Indice general ordenado alfabéticamente por título del libro o artículo

"Graham Greene se divierte"
En Marcha, Montevideo, Nº 767, 1955, p. 21

Graham Greene: El que pierde gana. Traducción de Victoria Ocampo, Buenos Aires, Editorial Sur, 1954, 123 pp. Edición Inglesa: Loser takes all. London, Heinemann, 1955, 140 pp.

"Bertram, honesto contador inglés, piensa casar con su joven novia, Cary, en una iglesia de Maida Hill y pasar la luna de miel en Bournemouth. Para él es el segundo matrimonio y la experiencia del primero (la mujer no valía nada) le aconseja la prudencia, la rutina, la moderada felicidad que se acepta pasados los cuarenta. Pero el azar, o el Destino, se interpone bajo la apariencia del jefe supremo, el GOM (Gran Old Man, o sea el Gran Viejo) como lo llaman en la oficina. So pretexto de consultarlo por un error en unas liquidaciones, lo invita a encontrarse con él en la Riviera y trasladar el modesto casamiento suburbano al marco fastuoso y gastado de Montecarlo. Bertram acepta.

Las consecuencias son un desencuentro que le hubiera gustado a Kafka para hundir a sus héroes en la angustia, pero que en manos del urbano y entretenido Greene es sólo pretexto para jugar con la ruleta, con la pasión del dinero y las altas especulaciones, con los sacos de pijamas (ella nunca encontraba uso para los pantalones) y con la institución sacrosanta del matrimonio. En ese plano, la novelita (que Greene califica abiertamente de entretenimiento) es divertida, muy legible y nada más. Pero Greene introduce también su pequeña sátira contra ciertos fieles (hay un casamiento por la iglesia descripto en términos muy cómicos) y no puede evitar la presencia de su personaje favorito: Dios. Poco a poco se comprende que este entretenimiento es, como la Commedia, una alegoría. No tan elaborada como la de Dante, y no tan importante, pero una verdadera y sólida alegoría. El Jefe, ese GOM, es Dios (GOD, en inglés); un Dios demasiado ocupado para echar algo más que una mirada rápida e indiferente sobre cada una de sus creaturas; un Dios que les abre una puerta y se olvida de las corrientes de aire (lo malo, postula la novelita, no es cohabitar sin estar casados; lo malo es no estar casados por la iglesia). Cuando ya el barro está hecho y cuando ya las creaturas en su desesperación están por incurrir en otros pecados graves (ella se desliza hacia un adulterio, él sólo ve y ambiciona el dinero del juego), entonces Dios (digo: el GOM) se acuerda y los salva a último momento. La experiencia es dura y por encima de la miel final de la novelita queda el acre gusto de la ironía de Greene. En unas palabras liminares que no figuran en la traducción se defiende Greene de críticos católicos que lo ven detrás de cada protagonista de sus novelas; se defiende también de acusaciones menores. Es evidente que por más excusas que dé, por más que rotule su fábula de entretenimiento, Greene no puede dejar de entretenerse con lo que constituye hace ya tiempo su obsesión: el pecado (casi siempre carnal) y ese Dios implacable que acecha entrelíneas.

La solapa de la edición en español –que tiene el raro mérito de haber sido publicada antes que la original inglesa- postula una distinta interpretación (moral) de este entretenimiento. No es excluyente de ésta pero es tal vez menos atractiva."

 

Responsables

L. Block de Behar
lbehar@multi.com.uy

A. Rodríguez Peixoto
arturi@adinet.com.uy


S. Sánchez Castro
ssanchez@oce.edu.uy

 


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