Cesare Pavese. La luna y las fogatas
(La luna e i falò) Traducción de Romualdo
Brughetti. Buenos Aires, Editorial Losada, 1952. 171 pp.
"¿Quién puede decir de qué carne
estoy hecho? He recorrido bastante mundo para saber que todas
las carnes son buenas y se corresponden, y por eso uno se cansa
y trata de echar raíces, para que la propia carne tenga
valor y dure algo más que una simple vuelta de estación.
Con estas palabras define el narrador la esencia de su ideario
(todos los hombres son iguales) y el anhelo que lo lleva, después
de practicar el mundo, a echar raíces en el sitio en que
quizá nació. Quizás porque es bastardo y
no sabe dónde y por quién fue dado a luz.
El protagonista vuelve a su tierra después de haber estado
en Estados Unidos, esa equívoca tierra de Jauja del emigrante
italiano. Regresa con la noticia de que no hay tal tierra de Jauja:
regresa para descubrir que las guerras y las revoluciones que
han conmovido en los últimos años a la paria, no
han alterado la sustancia permanente del pueblo: que todavía
hay quienes creen en la luna y en las fogatas; que muchos jóvenes
de ahora viven los mismos episodios que él y sus amigos
vivieron, aunque no lo saben. La tierra, el hombre, son siempre
los mismos.
De aquí surge un contrapunto temático que da a
este relato un carácter peculiar. Las viejas olvidadas
aventuras vuelven a vivirse; nuevas aventuras se unen y hasta
se confunden con aquéllas. El relato desprecia la sucesión
cronológica; alterna pasado y presente, o mejor: pasados
y presentes, en caprichosa ordenación. Pero no hay caos:
hay un hombre que vive y evoca, que medita y examina, que juzga,
y va destilando su experiencia.
También oscila la forma de la novela entre dos extremos,
la narración pura y la evocación que orilla el lirismo.
Sin que una borre a la otra, sin que se anulen sus efectos, con
ambas Pavese consigue urdir una trama sutil y fuerte en que encierra
su visión de la tierra italiana de hoy y de siempre.
La crónica informa que Pavese murió trágicamente
en 1950. Éste de 1949 sería uno de sus últimos
libros, junto a un volumen de poesía que lleva el título
profético de Versé la morte a avrà i tuoi
occhi. Pero un hombre que ha escrito una liquidación
tan completa con el pasado y con el presente como la que encierra
este relato puede morir. Deja tras de sí una suficiente
justificación de él mismo: ha visto y vivido, sabe."