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Indice general ordenado alfabéticamente por título del libro o artículo

"Nacionalismo y literatura : un programa a posteriori"
En Marcha, Montevideo, nº 629, 04/07/1952
p. 14-15.

ALGUNOS LECTORES OPINAN

"Periódicamente, esta página literaria recibe el consejo (a veces desinteresado) de algunos de sus lectores. Los hay que escriben denunciando un error o lo que ellos creen sea un error; los hay que hablan directamente con sus redactores para lamentar omisiones o desenfoques. Otros, y son bastantes, disfrutan del anonimato para publicar sus opiniones, para proponer fórmulas que sólo la modestia impide que prestigien con su verdadero nombre. Estas comunicaciones ilustran a la página sobre la variedad y naturaleza de algunos de sus lectores. También ilustran sobre sus gustos, sobre sus limitaciones, sobre sus fobias.

Reiteradamente reaparecen ciertos cargos. Uno vuelve a opinar que se comentan muy pocos libros nacionales (pero olvida opinar que pocos merecen el comentario); otro señala que hay demasiadas reseñas de libros ingleses (aunque parece ignorar que la inglesa es una de las literaturas más ricas del Occidente y una de las más imperfectamente conocidas en estas tierras). Alguno pide que la página se ponga de inmediato al servicio del antiimperialismo y clama por una cruzada contra esos bárbaros del Norte, que una vez destruyeron el Imperio Romano, olvidándose que como descendientes de españoles, descendemos también de esos bárbaros que destruyeron el Imperio Romano y (además) los grandes imperios precolombinos de América.

Estas distintas reacciones parecen obedecer a muy diversos factores. Dejando a sociólogos y a psicoanalistas la tarea de estudiar los curiosos complejos que ellas revelan, parece posible intentar una indagación, puramente literaria, de estas actitudes. Sería fácil empezar hablando de mala fe (aunque casi todas las cartas no vacilen en atribuir las peores motivaciones a los cronistas que discrepan de ellas) pero quizá sea más constructivo buscar en la página misma la causa de esas periódicas erupciones.

Quizá parte de la culpa se deba a la actitud objetiva de la página literaria. Ya que en un país en que todos hablan de lo que van a hacer (aunque luego no encuentren tiempo para hacerlo), se ha preferido no proclamar nada. Quizá esas encontradas opiniones se deban a la buena fe de unos lectores desorientados que, semana a semana, leen esta página sin poder descubrir qué política literaria sigue (si sigue alguna). Y también es posible que se deban a la misma buena fe que al no encontrar una posición explicitada, resuelve descubrir una, aunque sea idiota, aunque esté desmentida por la realidad.

Para esos bien intencionados se ha escrito esta nota que no tiene ánimo polémico (¿es posible polemizar con sombras?) y que parecerá sabida, archisabida, a los que han leído atentamente esta página desde su iniciación, allá por 1945.

UN POCO DE ESTADÍSTICA

Una carta sostenía hace unos días que esta página sólo comenta autores anglosajones. No era muy difícil evitar una distracción semejante. Si el firmante (un A.S.V., según él) se hubiera tomado el trabajo de examinar la colección de MARCHA de los últimos seis meses habría advertido que de los 49 libros comentados sólo 13 eran de autores ingleses y 3 de norteamericanos. Los restantes se repartían en uruguayos (7), hispanoamericanos (6), españoles (2), franceses (6), italianos (6), alemanes (2), suecos (1), húngaros (1). Para completar los 49 habría que computar dos obras de Gerald Brenan, que aunque inglés escribe sobre España, y de Samuel Greene Arnold que aunque norteamericano relata su Viaje por América del Sur. Ambos interesan, pues, a las letras hispánicas y no a las anglosajonas.

Tal distribución (que no había sido preterminada por los redactores) no parece inadecuada si se consideran dos hechos: la escasez y mediocridad general de la producción editorial uruguaya; la abundancia de traducciones (especialmente del inglés) en las ediciones hispánicas. Pese a ambos hechos, las reseñas de libros en español o sobre temas hispánicos superan en cantidad a las de cualquier otra procedencia. Pero esto no es todo.

Si se lleva un poco más lejos este recuento se podrá advertir que todas las notas especiales estaban dedicadas a temas hispánicos, desde un estudio sobre El tema de América en El Canto General hasta otro sobre dos revistas nacionales, desde una nota sobre la nacionalidad da Horacio Quiroga hasta otra sobre La narrativa hispanoamericana, desde una reseña de la poesía en lengua española hasta otra sobre dos concursos de cuentos. ¿A qué seguir? Es necesario no haber leído nunca la página para desconocer estos hechos.


LO QUE IMPORTA ES LA LITERATURA

Por lo menos, en una página literaria. Ya que no se trata de resucitar el decadentismo del fin de siglo. Pero si algún principio de política literaria parece surgir con toda evidencia de esta página es la de que las obras literarias deben ser comentadas, ante todo, por su valor literario.

La cuestión de la cédula de identidad, del pasaporte o de otros requisitos del estado civil no puede parecer primordial a ningún crítico. Un autor no es mejor mi peor por ser compatriota. Ni lo es, tampoco, sor ser correligionario (o adversario). Ni lo es, en fin, porque pertenezca a un país con cuya orientación internacional se esté (o no) de acuerdo.

Consecuente con este principio esta página ha elogiado o censurado a católicos y a comunistas, a anárquicos y a norteamericanos. Proceder de otra manera es instaurar el Index; es repetir el expurgo que el Estado soviético practica en el arte nacional ruso, con las humillantes y ridículas retracciones públicas, y la proclamación oficial de la línea del partido por medio de las opiniones estéticas del Sr. Stalin; es incurrir en la discriminación ideológica que se realiza en los Estados Unidos y uno de cuyos episodios más vergonzosos es la persecución de los escritores y artistas en la industria cinematográfica de Hollywood.

¿ES POSIBLE UNANTIIMPERIALISMO LITERARIO?

Alguien reprocha a esta página no ser antiimperialista cuando MARCHA lo es, tan notoriamente.

La objeción parece fuerte. Aunque tiene un punto débil: el opositor no se molesta en demostrar que la página no es imperialista. Se limita a afirmarlo apoyado en toda la autoridad que le confiere el anónimo.

Es cierto que para el crítico literario toda consideración estética de una obra debe realizarse teniendo en cuenta únicamente sus valores literarios. Pero también es cierto que después de considerados esos valores es posible señalar otros que la obra puede contener. Semanalmente se comentan en esta página libros cuya importancia no reside en su contribución a la literatura, o libros que aparte de su valor estético arrastran un contenido ideológico, proponen una visión del mundo, adhieren a determinada ideología. En este caso, el cronista señala siempre esos valores extraliterarios y fija su posición frente a ellos.

En esta valoración está la única política antiimperialista posible. No parece necesario despejar, es claro, la falacia de que americano se hace el juego a Norteamérica. El libro puede ser un testimonio contra el imperialismo norteamericano, en cuyo caso la objeción resulta ridícula, o puede ser una obra de arte, en cuyo caso el silencio sería también ridículo.

LOS CLÁSICOS DE HOY

Otra preocupación de esta página es la literatura actual. No obedece esta preocupación a una comezón de novedades o a un capricho de la moda. La única verdadera forma de interesarse por la literatura es interesarse por la que se está creando ahora. Porque la Literatura (así con mayúscula) es lo vivo. Los que sólo aman los clásicos aman lo que los clásicos tienen de arqueología, de ruinas, de muerto.

No es difícil en este país adquirir en poco tiempo un conocimiento más o menos adecuado de la obra de un Homero o de un Shakespeare, de un Cervantes o de un Goethe. Incluso es posible estudiar sin demasiadas lagañas a un Montaigne o a un Plutarco. Pero no es fácil encontrar información sobre Elizabeth Bowen o sobre Jacobo Langsner, sobre González Vera o sobre Simone de Beauvoir, sobre Guido Piovene o sobre Gerald Brenan. A este tipo de información (y a la valoración crítica que ella supone) está destinada esta página literaria.

La intención (que no corresponde decir si se ha cumplido) ha sido ofrecer la mayor información con el mínimo de errores; estudiar los escritores actuales con seriedad y detenimiento, analizar sus obras con el conocimiento de su evolución y de sus preferencias, de la tendencia en que aparecen y de su propia orientación personal. Se ha querido proporcionar una guía al lector que se encuentra asediado por una masa creciente de nuevos libros.

Esta misma actitud obliga a la página a seguir el ritmo actual de publicación. Y esto mismo explica la abundancia de autores anglosajones que son los que hoy gozan de mayor difusión a la política de traducción de las editoriales hispano-americanas.

UN PUNTO DE VISTA HISPÁNICO

Habría que agregar esto: el punto de vista del cronista (y de sus lectores) es hispánico. Lo que no significa, por cierto, que se subordine a lo que en España creen o creyeron acertado, sino que se presupone enfocar la literatura de habla española como una unidad.

Esta unidad no puede vivir si sólo se considera a sí misma. Eso acabaría por asfixiarla, por reducirla a un balbuceante regionalismo, por instaurar una atmósfera más irrespirable que la de la época colonial. Que haya escritores hispanoamericanos que propongan como única panacea literaria el estudio de las letras españolas raya en el dislate. Si precisamente lo que enseñan los grandes creadores de la literatura hispánica (por ejemplo: un Cervantes, un Garcilaso, un Góngora, un Rubén Darío) es la impostergable necesidad de alcanzar una perspectiva universal humana. Cómo sería el Quijote si Cervantes no hubiera estudiado el arte de novelar en los italianos; qué sería de Garcilaso si no hubiera vivido en Nápoles: qué de Góngora si no hubiera frecuentado la gran literatura clásica grecolatina; qué de Rubén Darío si no hubiera despreciado a los que lo acusaron de galicista mental y no se hubiera sumergido profundamente en las aguas renovadoras de la lírica francesa finisecular. Y esos mismos que aplauden a Cervantes, a Garcilaso, a Góngora, a Rubén y a otros renovadores, y que los presentan como únicos, exclusivos modelos, no quieren que se busque fuera de ellos, otros nuevos materiales para remozar, una vez más, la tradición hispánica.

Y sin acudir al ejemplo español, o hispanoamericano, aquí mismo en nuestras letras nacionales cuál ha sido la enseñanza (la verdadera, la profunda) que nos ha dejado la generación del 900 sino esa perspectiva occidental, ese alzar la mira de la aldea hacia un horizonte cultural amplio.

Por el idioma nuestra literatura aparece inscripta en el tronco hispánico, pero por la cultura pertenece a un mundo que también integran las letras anglosajonas (a las que sólo por ignorancia se puede calificar de bárbaras). No es posible renunciar a esa doble raíz.

¿Y POR QUÉ NO HACER LA VISTA GORDA?

Tampoco es posible juzgar a la literatura nacional desde el campanario lugareño. Hay que juzgarla como lo que es (o pretender ser): literatura. Esa condescendencia que algunos reclaman para el autor nacional, esa patente de corso para el poeta nuestro, para nuestro bostezado novelista, para nuestro dramaturgo que juega a hacer teatro, parecen más humillantes que la censura seria y bien intencionada. Al fin y al cabo el crítico que censura empieza por tomarse en serio la obra y en cambio, el que envía una irresponsable "carta de amigo", llena de insoportables epítetos, solo, esta practicando una forma de la cobardía, la de reírse del prójimo por comodidad, la de aceptar el juego del engaño consciente.

En esto se distingue suficientemente la generación más joven de escritores de sus ilustres antecesores. Si algún déficit hubo en la generación anterior fue el de la crítica, pese a la solitaria excepción de Alberto Zum Felde, cuyo silencio también ilustra sobre el ambiente en que debió actuar.

Esta misma actitud crítica obliga a prestar especial atención a la producción nacional, lo que no significa que los cronistas se crean obligados a comentar todo lo que leen. Sólo merecen reseña detallada aquellas obras que sobresalen por su excelencia o por la importancia de sus errores. Ya se dijo una vez que un crítico no puede inventar una literatura. Tal fue el caso de Rodó cuando ejercía la crítica en la Revista Nacional hacia fines de siglo. Tampoco un equipo de teóricos y practicantes basta para inventar un género como lo ha demostrado la experiencia de Asir. Después de varios años de casi exclusiva dedicación al cuento, los redactores han debido reconocer -en ocasión del concurso realizado en 1951- el melancólico resultado de sus esfuerzos. En realidad, el único cuentista de talla que ha publicado la revista es Luis Castelli, cuyas primeras producciones fueron publicadas en esta página, ya en 1946.

Y esta actitud de exigencia crítica hasta para lo nacional es lo que no advierten quienes señalan una discrepancia entre la política general del semanario y la política de está página. ¿Acaso la página económica aplaude toda industria por el mero hecho de ser nacional? ¿Acaso la página teatral aplaude todo estreno por ser de un compatriota? Los ejemplos de estas y otras secciones abundan.

REPASO, POR AHORA

Una valoración literaria, un análisis de las intenciones, una preocupación por la literatura actual, una perspectiva hispánica, un rigor aún para la nacional son las notas que definen la política literaria de esta página, política que se remonta a 1945, política que certifican trabajos sobre Rodó y sobre Eliot, sobre Alfonso Reyes y Graham Greene, sobre Acevedo Díaz y Alberto Moravia, sobre Pablo Neruda y Franz Kafka, sobre Idea Vilariño y James Joyce, sobre Arturo Barea y Henry James, sobre León Felipe y Marcel Proust, sobre Horacio Quiroga y Jean Gione, sobre Juan Cunha y Hermann Hesse.

Pero ¿qué importa tener razón? Qué importa si los que escriben cartas o vocean sus quejas son (casi siempre) personas a las que la literatura no importa, aunque les importe su propia novela o la poesía de sus familiares; personas que no han leído a Ezequiel Martínez Estrada (sobre el que la página ha escrito in-extenso) pero que lamentan que no se comenten autores hispanoamericanos, que no se interesan en las investigaciones de historia de la filosofía que está realizando Arturo Ardao (y que esta página ha comentado) pero que no dejan de protestar porque aquí se silencia la obra de los autores nacionales; personas, en fin, a las que sólo importa censurar sin pruebas desde el anónimo, protestar porque si, dar fe de su existencia aunque sea de esta imperfecta manera."

EMIR RODRÍGUEZ MONEGAL

 

Responsables

L. Block de Behar
lbehar@multi.com.uy

A. Rodríguez Peixoto
arturi@adinet.com.uy


S. Sánchez Castro
ssanchez@oce.edu.uy

 


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