Página inicial
 
 
 
 
 


Indice general ordenado alfabéticamente por título del libro o artículo

"Crónica de libros"
En Marcha, Montevideo, Nº 617, 1952.
p. 14.

PAR LAGERKVIST: Barrabás (Barabbas). Traducción de la versión francesa por Martín Aldao (h); revisada con el original sueco por M. C. Nota preliminar de Juan R. Sepich. Carta-prólogo de André Gide. Buenos Aires, Emecé Editores, 1952. 152 pp.

"Hasta las menores figuras vinculadas a la pasión de Jesucristo se han beneficiado de la luz que de ella mana. Otros ya habían trazado la historia, más o menos apócrifa, de sus compañeros o la del traidor Judas. Lagerkvist examina ahora pacientemente la de Barrabás, el ladrón y asesino que fuera indultado en vez de Cristo y que es objeto de una fugaz y precisa mención en el Evangelio de San Marcos (XV, 7): Y había uno, llamado Barrabás, preso con sus compañeros de motín, los cuales en el motín habían cometido un homicidio. No parece buscar, únicamente, la definición de esa inestable etapa histórica en que (como bien señala André Gide en la carta que sirve de prólogo) los crédulos se transforman en creyentes, ese momento en que una nueva religión (una nueva fe) nace al impulso de la vida y milagros del Salvador. Lo que parece pretender Lagerkvist es algo muy distinto; es la creación de una figura que pese a su realidad histórica innecesaria simboliza obviamente el hombre de nuestro tiempo, sin fe pero anheloso de fe, solitario y enfermo de soledad, extranjero en toda la tierra, capaz de traición y abrumado por la culpa. Ese hombre, en fin, que los escritores del existencialismo han puesto de moda; ese hombre que han ido a buscar bajo la forma de Orestes (en Les mouches de Jean Paul Sartre) o de Calígula (en la pieza homónima de Albert Camus) o del inmortal conde Fosca (en la aburrida novela de Simone de Beauvoire; Tous les hommes sont mortels) o de Julio César (en la ingeniosa ficción de Thornton Wilder, Los idus de marzo)

La historia de Barrabás sirve a Lagerkvist de pretexto para delinear esa trayectoria del hombre angustiado de nuestra época. Con incredulidad, con recelo, Barrabás asiste a la horrible tortura y agonía de Cristo; luego, llega demasiado tarde para asistir a su Resurrección (si se produjo) pero no demasiado tarde para comprender por qué otros asegurarán haber sido testigos. A lo largo de aventuras de muy distinto orden, Barrabás va siendo trabajado por la necesidad de creer, de adherir a alguna fe, de salvarse para siempre. Cuando cree haber ingresado a la comunidad de cristianos, cuando cree haber abolido su soledad, se lanza a incendiar a Roma, favoreciendo a los enemigos de la misma fe que pretende abrazar. Muere, sin embargo, como mártir, aunque solitario ya y sin remedio, encontrando quizá consuelo en las tinieblas.

Es evidente que Lagerkvist ha desdeñado los opulentos prestigios de la novela histórica, esos que con tanta morosidad sabe vestir Thomas Mann; es también evidente que Lagerkvist ha soslayado las brumas, las exasperantes vaguedades con que hubiera dicho esta historia simbólica Hermann Hesse. Aunque nórdico, Lagerkvist ha preferido ser nítido y preciso en el trazado, relegando el equívoco, la necesaria ambigüedad al fondo mismo de la historia. Es cierto que su novela podía haber tenido más sustancia, que sus personajes hubieran soportado un tratamiento más dramático y vivo; pero quizá lo que buscó (y obtuvo) Lagerkvist fue esa limpieza de exposición, ese arte, sutil, de manejarse dentro de una situación equívoca sin perder pie y sin largar prenda.

Una sola muestra del arte de Lagerkvist no permite abrir juicio sobre toda su obra, que se dice extensa e importante. Habrá que esperar a otros ejemplos para decidir si se trata de un gran escritor o sólo de un premio Nóbel más."

 

Responsables

L. Block de Behar
lbehar@multi.com.uy

A. Rodríguez Peixoto
arturi@adinet.com.uy


S. Sánchez Castro
ssanchez@oce.edu.uy

 


Biografía Bibliografía l Entrevistas l Correspondencia l Críticos
Manuscritos l Fotografías l Vínculos


Optimizado para Internet Explorer a 800x600