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Indice general ordenado alfabéticamente por título del libro o artículo

"Exposición José Enrique Rodó"
En Marcha, Montevideo, Nº 410, 1947.
p. 14-15.

"Hoy, viernes 19, a las 18 y 30 horas, se inaugura en el foyer del Teatro Solís la Exposición de manuscritos y documentos de José Enrique Rodó, patrocinada por el Ministerio de Instrucción Pública y organizada por la Comisión de Investigaciones Literarias que preside Roberto Ibáñez. Dicha exposición comprende 370 piezas documentales escogidas entre los millares que componen el Archivo de José Enrique Rodó. La exposición -en cuya organización Ibáñez y sus colaboradores han trabajado intensamente durante todo este año- pretende ser representativa del Archivo, aunque (es claro) no pretenda agotar sus riquezas.

El Archivo de Rodó

El año pasado se publicó en estas mismas páginas una nota sobre la creación y organización del Archivo de Rodó (Ver Hacia un nuevo Rodó, en MARCHA, N º 343, 10/VIII/46). Allí se trazaba rápidamente su historia y se examinaban algunos aspectos de su ordenación. Quizá no resulte inútil reproducir ahora algunos de sus párrafos.

El Archivo de Rodó es obra de la Comisión de Investigaciones Literarias, cuya creación proviene de un anteproyecto redactado por el profesor Roberto Ibáñez y oportunamente oficializado por el Poder Ejecutivo. Esta Comisión es un cuerpo integrado por varios ayudantes que trabajan con ejemplar constancia bajo la dirección honoraria del autor del anteproyecto. Se halla instalada en el edificio de la Biblioteca Nacional, pero depende directamente del Ministerio de Instrucción Pública. Su finalidad, definida por el propio organizador, consiste en "reunir, organizar y estudiar materiales relacionados con la vida y la obra de nuestros escritores más valiosos, mediante la técnica del manuscrito y el documento y la constitución de sendos archivos". Esta Comisión constituye, como se ve, el elemento fundamental para toda labor crítica responsable.

Mucho antes de que se pensara crear esta Comisión, se había puesto Ibáñez en contacto con los manuscritos y documentos principales referentes a Rodó. En 1942, cuando el Concurso organizado por la Comisión Municipal de Cultura para la formación del Ideario de Rodó -concurso que ganara el mismo Ibáñez- este había acudido a casa de la hermana del Maestro, doña Julia, y había estudiado allí los manuscritos conservados. Cuando la muerte de doña Julia (en 1944) los manuscritos de su hermano pasaron a la Biblioteca Nacional como legado. La Dirección de la Biblioteca encomendó entonces a Ibáñez la delicada tarea de organizarlos.

El lector no puede hacerse una idea de lo que representaba esa labor. Los manuscritos sumaban varios millares de piezas, distribuidas en latas algunas de ellas, de galletitas, en cajas, en baúles, en mazos, etc. Constituían (con contadas excepciones) un conjunto desordenado, caótico. El primer paso consistió en la separación y clasificación de las piezas, para lo cual fue preciso descifrarlas hoja a hoja, y ordenarlas en las unidades primitivas (reales o presuntas) que integraban. Esta parte de la tarea fue, indudablemente, la más delicada, la más expuesta a errores, a falsos enlaces, a distracciones. El trabajo inicial de separación resultaba fácil, comparado con el de integración. En algunos casos la labor se halló facilitada por la peculiar minuciosidad de Rodó (quien llevaba, por ejemplo, registros de las cartas que enviaba, o Diarios, ya de su viaje a Italia, ya de su última enfermedad), pero en la mayoría de los casos la tarea fue ingrata y agotadora. Un ejemplo expresivo: En momentos en que Rodó atravesaba una aguda crisis económica -la que se reflejó brutalmente en su espíritu- su Diario aparece obsesionado por las cotizaciones de Bolsa. Para ubicar cronológicamente esas piezas fue preciso revisar, día a día, las cotizaciones oficiales en los periódicos de la época.

Este vastísimo material se halla hoy cuidadosamente clasificado en cinco secciones, como se verá más adelante.

Nueva imagen de Rodó

La conclusión principal que provoca el examen del Archivo de Rodó es la siguiente: por su intermedio se puede lograr una imagen auténtica del Maestro, una imagen, si no totalmente inédita, sí bastante distinta de las habituales, lo bastante distinta como para justificar anchamente el calificativo de nueva (lo que ya se indicaba en el título de la nota citada).

Todas las anteriores aproximaciones a Rodó -algunas de ellas bien intencionadas, otras eficaces, las más inútiles y ociosas- no habían alcanzado la fuente misma de cada problema. Quedaba siempre algo que ahondar, una controversia que zanjear. Y no se trataba de problemas insolubles o inagotables; se trataba de interpretaciones o discusiones que el examen de un manuscrito, o de un testimonio adecuado, resolvería. Pero eso era imposible; faltaban, siempre el dato último o la prueba incuestionable. Ahora, ese dato, esa prueba, están ahí. Y no sólo eso; están, además, documentos insospechados, íntimos, que arrojan una luz vivísima sobre la recatada personalidad de Rodó, que confirman y aún superan los enfoques más inteligentes, más cordiales, más humanos. Rodó está, ahí, plantado entero. El Archivo -palabra que insinúa o propone una figura petrificada y que en este caso acerca, vivo, al hombre- es el primer paso, es la única base sólida y honesta de toda investigación.

Esta investigación ha sido realizada por Ibáñez, quien ha recogido como conclusión estas palabras: "El examen de los documentos consultados certifica una presencia humana ejemplar. Asombran, la integridad, la pureza que, desde la niñez hasta la muerte, son entrañable privilegio de Rodó. Pero esta intimidad nos lo presenta, muchas veces, atormentado y doloroso." Esta es la nueva imagen del Maestro.

La exposición de documentos

La exposición que se inaugura esta tarde pone al alcance del público -y en especial de los estudiosos- una muestra suficientemente expresiva de ese Archivo fabuloso. Figuran allí representadas las cinco secciones del mismo. Transcribo, con algunos comentarios; el cuadro general del Archivo.

Primera Sección: Manuscritos de Rodó. Comprende seis series, a saber: Manuscritos literarios (divididos en tres grupos, que van desde los manuscritos que sirvieron de fuentes a las obras publicadas -por ejemplo, los de Los últimos Motivos de Proteo, obra póstuma y perfectible-, hasta manuscritos de trabajos inéditos, como por ejemplo, todos los que Ibáñez agrupa bajo el título de Ciclo de Proteo); Manuscritos de carácter político (tres grupos, que abarcan desde Discursos hasta apuntes y borradores correspondientes a la actividad parlamentaria de Rodó); Manuscritos de carácter periodístico; Manuscritos de carácter didáctico; Manuscritos de valor literario indiferente y clasificación indecisa; y (finalmente) Manuscritos de carácter autobiográfico, que cuentan entre los más valiosos por la naturaleza de las revelaciones que contienen. Se dividen en dos grupos. El primero, Páginas del archivo literario personal, muestran lo que Ibáñez llama certeramente la actitud testamentaria del Maestro. En efecto, Rodó registraba minuciosamente no sólo las cartas que recibía, sino los borradores de las que enviaba; del mismo modo registraba también toda clase de documentos personales, acompañando dicho registro (en muchos casos) con observaciones y apuntes. El segundo grupo comprende las páginas de carácter íntimo: Apuntes de adolescencia y Diarios y Memorias. En uno de los cuadernillos inéditos de los Nuevos Motivos de Proteo escribía Rodó: "Todos debíamos escribir el diario íntimo de las cosas bellas y guardarlo diez o veinte años como un buen vino". Los Apuntes de adolescencia prueban que el Maestro predicó con el ejemplo, aunque no sólo registró las cosas bellas. Gracias a esos cuadernos y a algunas cartas has podido recrear Ibáñez su gran amor de la adolescencia. En otro lugar de estas mismas páginas se publican las notas con que Ibáñez acompaña la exposición de dichos documentos íntimos.

Segunda Sección: Correspondencia. Se halla dividida en tres series. La primera comprende las cartas escritas por Rodó y se divide en dos grupos: cartas privadas (la más curiosa e inesperada es, quizá, la que dirige al general Máximo Santos, al día siguiente del atentado del teniente Gregorio Ortiz; Rodó tenía catorce años; estampa en la carta su repudio formal del atentado, pero, también, su repudio al déspota, y le recuerda magistralmente que el arrepentimiento del malvado lleva en sí su castigo: no ser creído. No envió la carta. No era necesario) y cartas del escritor o del hombre público. Figuran, entre estas últimas, las originales de las cartas a Rubén Darío, que recogiera Alberto Ghiraldo en su Archivo de Rubén Darío (Losada, 1943). La segunda serie de esta sección está integrada por Cartas a Rodó y se divide (también) en dos grupos. Los corresponsales son, por ejemplo, el citado Rubén Darío, Unamuno, Francisco Giner, Juan Ramón Jiménez, Varona, Herrera y Reissig, Leopoldo Lugones, Vaz Ferreira, Jules Supervielle, Horacio Quiroga, José Eustasio Rivera, Alfonso Reyes. La tercera serie, Cartas sobre Rodó, está dividida en dos grupos: cartas remitidas por sus familiares y amigos y cartas recibidas por su madre y sus hermanos.

Tercera Sección: Impresos. Está formada por seis series, que van desde las obras de Rodó (impresas en vida del Maestro o luego de su muerte; originales o traducciones; obras que integraron su biblioteca; etc.) hasta las monografías y escritos sobre la vida y la obra de Rodó. En caso de tratarse de obras de Rodó se exhiben, junto a los ejemplares impresos, las galeradas y pruebas de página (con añadiduras y correcciones autógrafas) que permiten seguir las etapas del proceso de impresión.

Cuarta Sección: Documentos. Comprende dos series. La primera, es la de los documentos personales. Uno de los más curiosos es el carnet de identidad que ofrece, con su habitual y súbita petrificación, una faz abotagada, de carne densa en demasía, faz que evoca instantáneamente a un búho adormilado; esa misma faz de algunos retratos de Rodó, pero sin la vana mentira de la pose. El carnet facilita, también su altura exacta: un metro con ochenta y tres centímetros. La segunda serie es la de los documentos familiares.

Quinta Sección: Testimonios, ya directos (comunicaciones escritas y orales, registradas o consignadas por escrito) o indirectos, versando todos sobre la vida y la obra de Rodó y facilitados por aquellos que lo conocieron más íntimamente.

La obra de Roberto Ibáñez

Esta exposición permitirá no sólo conocer mejor (empezar a conocer bien) a José Enrique Rodó, sino que, además, permitirá valorar en sus exactas proporciones la obra realizada por Roberto Ibáñez. Porque este Archivo y esta Exposición no son el mero resultado de una acumulación entusiasta e irresponsable de materiales heterogéneos, sino que son, por el contrario, el producto de una intensísima labor intelectual (en su doble aspecto de investigación y crítica), una labor en que cada pieza documental, por ínfima que pudiera parecer, es ubicada en su exacto lugar, en que se intenta despejar toda incógnita en que se agota la posibilidad de análisis de cada elemento, en que se trata -al fin, y sobre todo- de juzgar, labor delicadísima que sólo puede cumplir una mano experta. Esta labor (fabulosa por las dificultades materiales que enfrentara y por la cantidad y calidad de los resultados obtenidos) es la obra de Roberto Ibáñez. (Es cierto que tuvo colaboradores meritísimos, pero toda la labor de organización, toda la responsabilidad de cada una de las articulaciones de esta tarea, recaen sobre él).

Pero no es ésta toda la labor de Ibáñez sobre Rodó. Para dejar fijada y documentada su faena ha preparado Ibáñez un libro: Imagen documental de Rodó, que, editado por el Ministerio de Instrucción Pública, se distribuirá dentro de dos semanas. Concebido originalmente como el complemento del Archivo y de la Exposición, como el comentario más autorizado y (también) como muestra de la labor estilística que se puede realizar sobre los manuscritos de Rodó, el libro fue adquiriendo tal dimensión y densidad (poética y crítica), que, ahora, el Archivo y la Exposición se convierten, paradójicamente, en el complemento del libro. Pero, todos tres, -archivo, exposición y libro-, constituyen las tres caras de una misma figura: la obra de Roberto Ibáñez sobre José Enrique Rodó.

En una nota próxima reseñaré ampliamente este libro, deteniéndome, en especial, en su extraordinario aporte crítico."

 

Responsables

L. Block de Behar
lbehar@multi.com.uy

A. Rodríguez Peixoto
arturi@adinet.com.uy


S. Sánchez Castro
ssanchez@oce.edu.uy

 


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