"Hoy, viernes 19, a las 18 y 30 horas, se inaugura
en el foyer del Teatro Solís la Exposición de
manuscritos y documentos de José Enrique Rodó,
patrocinada por el Ministerio de Instrucción Pública
y organizada por la Comisión de Investigaciones Literarias
que preside Roberto Ibáñez. Dicha exposición
comprende 370 piezas documentales escogidas entre los millares
que componen el Archivo de José Enrique Rodó.
La exposición -en cuya organización Ibáñez
y sus colaboradores han trabajado intensamente durante todo este
año- pretende ser representativa del Archivo, aunque (es
claro) no pretenda agotar sus riquezas.
El Archivo de Rodó
El año pasado se publicó en estas mismas páginas
una nota sobre la creación y organización del Archivo
de Rodó (Ver Hacia un nuevo Rodó, en
MARCHA, N º 343, 10/VIII/46). Allí se trazaba
rápidamente su historia y se examinaban algunos aspectos
de su ordenación. Quizá no resulte inútil
reproducir ahora algunos de sus párrafos.
El Archivo de Rodó es obra de la Comisión
de Investigaciones Literarias, cuya creación proviene
de un anteproyecto redactado por el profesor Roberto Ibáñez
y oportunamente oficializado por el Poder Ejecutivo. Esta Comisión
es un cuerpo integrado por varios ayudantes que trabajan con ejemplar
constancia bajo la dirección honoraria del autor del anteproyecto.
Se halla instalada en el edificio de la Biblioteca Nacional, pero
depende directamente del Ministerio de Instrucción Pública.
Su finalidad, definida por el propio organizador, consiste en
"reunir, organizar y estudiar materiales relacionados
con la vida y la obra de nuestros escritores más valiosos,
mediante la técnica del manuscrito y el documento y la
constitución de sendos archivos". Esta Comisión
constituye, como se ve, el elemento fundamental para toda labor
crítica responsable.
Mucho antes de que se pensara crear esta Comisión, se
había puesto Ibáñez en contacto con los manuscritos
y documentos principales referentes a Rodó. En 1942, cuando
el Concurso organizado por la Comisión Municipal de Cultura
para la formación del Ideario de Rodó -concurso
que ganara el mismo Ibáñez- este había acudido
a casa de la hermana del Maestro, doña Julia, y había
estudiado allí los manuscritos conservados. Cuando la muerte
de doña Julia (en 1944) los manuscritos de su hermano pasaron
a la Biblioteca Nacional como legado. La Dirección de la
Biblioteca encomendó entonces a Ibáñez la
delicada tarea de organizarlos.
El lector no puede hacerse una idea de lo que representaba esa
labor. Los manuscritos sumaban varios millares de piezas, distribuidas
en latas algunas de ellas, de galletitas, en cajas, en baúles,
en mazos, etc. Constituían (con contadas excepciones) un
conjunto desordenado, caótico. El primer paso consistió
en la separación y clasificación de las piezas,
para lo cual fue preciso descifrarlas hoja a hoja, y ordenarlas
en las unidades primitivas (reales o presuntas) que integraban.
Esta parte de la tarea fue, indudablemente, la más delicada,
la más expuesta a errores, a falsos enlaces, a distracciones.
El trabajo inicial de separación resultaba fácil,
comparado con el de integración. En algunos casos la labor
se halló facilitada por la peculiar minuciosidad de Rodó
(quien llevaba, por ejemplo, registros de las cartas que enviaba,
o Diarios, ya de su viaje a Italia, ya de su última
enfermedad), pero en la mayoría de los casos la tarea fue
ingrata y agotadora. Un ejemplo expresivo: En momentos en que
Rodó atravesaba una aguda crisis económica -la que
se reflejó brutalmente en su espíritu- su Diario
aparece obsesionado por las cotizaciones de Bolsa. Para ubicar
cronológicamente esas piezas fue preciso revisar, día
a día, las cotizaciones oficiales en los periódicos
de la época.
Este vastísimo material se halla hoy cuidadosamente clasificado
en cinco secciones, como se verá más adelante.
Nueva imagen de Rodó
La conclusión principal que provoca el examen del Archivo
de Rodó es la siguiente: por su intermedio se puede
lograr una imagen auténtica del Maestro, una imagen, si
no totalmente inédita, sí bastante distinta de las
habituales, lo bastante distinta como para justificar anchamente
el calificativo de nueva (lo que ya se indicaba en el título
de la nota citada).
Todas las anteriores aproximaciones a Rodó -algunas de
ellas bien intencionadas, otras eficaces, las más inútiles
y ociosas- no habían alcanzado la fuente misma de cada
problema. Quedaba siempre algo que ahondar, una controversia que
zanjear. Y no se trataba de problemas insolubles o inagotables;
se trataba de interpretaciones o discusiones que el examen de
un manuscrito, o de un testimonio adecuado, resolvería.
Pero eso era imposible; faltaban, siempre el dato último
o la prueba incuestionable. Ahora, ese dato, esa prueba, están
ahí. Y no sólo eso; están, además,
documentos insospechados, íntimos, que arrojan una luz
vivísima sobre la recatada personalidad de Rodó,
que confirman y aún superan los enfoques más inteligentes,
más cordiales, más humanos. Rodó está,
ahí, plantado entero. El Archivo -palabra que insinúa
o propone una figura petrificada y que en este caso acerca, vivo,
al hombre- es el primer paso, es la única base sólida
y honesta de toda investigación.
Esta investigación ha sido realizada por Ibáñez,
quien ha recogido como conclusión estas palabras: "El
examen de los documentos consultados certifica una presencia humana
ejemplar. Asombran, la integridad, la pureza que, desde la niñez
hasta la muerte, son entrañable privilegio de Rodó.
Pero esta intimidad nos lo presenta, muchas veces, atormentado
y doloroso." Esta es la nueva imagen del Maestro.
La exposición de documentos
La exposición que se inaugura esta tarde pone al alcance
del público -y en especial de los estudiosos- una muestra
suficientemente expresiva de ese Archivo fabuloso. Figuran
allí representadas las cinco secciones del mismo. Transcribo,
con algunos comentarios; el cuadro general del Archivo.
Primera Sección: Manuscritos de Rodó.
Comprende seis series, a saber: Manuscritos literarios (divididos
en tres grupos, que van desde los manuscritos que sirvieron de
fuentes a las obras publicadas -por ejemplo, los de Los últimos
Motivos de Proteo, obra póstuma y perfectible-, hasta
manuscritos de trabajos inéditos, como por ejemplo, todos
los que Ibáñez agrupa bajo el título de Ciclo
de Proteo); Manuscritos de carácter político
(tres grupos, que abarcan desde Discursos hasta apuntes
y borradores correspondientes a la actividad parlamentaria de
Rodó); Manuscritos de carácter periodístico;
Manuscritos de carácter didáctico; Manuscritos
de valor literario indiferente y clasificación indecisa;
y (finalmente) Manuscritos de carácter autobiográfico,
que cuentan entre los más valiosos por la naturaleza de
las revelaciones que contienen. Se dividen en dos grupos. El primero,
Páginas del archivo literario personal, muestran
lo que Ibáñez llama certeramente la actitud testamentaria
del Maestro. En efecto, Rodó registraba minuciosamente
no sólo las cartas que recibía, sino los borradores
de las que enviaba; del mismo modo registraba también toda
clase de documentos personales, acompañando dicho registro
(en muchos casos) con observaciones y apuntes. El segundo grupo
comprende las páginas de carácter íntimo:
Apuntes de adolescencia y Diarios y Memorias. En uno de
los cuadernillos inéditos de los Nuevos Motivos de Proteo
escribía Rodó: "Todos debíamos
escribir el diario íntimo de las cosas bellas y guardarlo
diez o veinte años como un buen vino". Los Apuntes
de adolescencia prueban que el Maestro predicó con
el ejemplo, aunque no sólo registró las cosas bellas.
Gracias a esos cuadernos y a algunas cartas has podido recrear
Ibáñez su gran amor de la adolescencia. En otro
lugar de estas mismas páginas se publican las notas con
que Ibáñez acompaña la exposición
de dichos documentos íntimos.
Segunda Sección: Correspondencia. Se halla dividida
en tres series. La primera comprende las cartas escritas por Rodó
y se divide en dos grupos: cartas privadas (la más
curiosa e inesperada es, quizá, la que dirige al general
Máximo Santos, al día siguiente del atentado del
teniente Gregorio Ortiz; Rodó tenía catorce años;
estampa en la carta su repudio formal del atentado, pero, también,
su repudio al déspota, y le recuerda magistralmente que
el arrepentimiento del malvado lleva en sí su castigo:
no ser creído. No envió la carta. No era necesario)
y cartas del escritor o del hombre público. Figuran,
entre estas últimas, las originales de las cartas a Rubén
Darío, que recogiera Alberto Ghiraldo en su Archivo
de Rubén Darío (Losada, 1943). La segunda serie
de esta sección está integrada por Cartas a Rodó
y se divide (también) en dos grupos. Los corresponsales
son, por ejemplo, el citado Rubén Darío, Unamuno,
Francisco Giner, Juan Ramón Jiménez, Varona, Herrera
y Reissig, Leopoldo Lugones, Vaz Ferreira, Jules Supervielle,
Horacio Quiroga, José Eustasio Rivera, Alfonso Reyes. La
tercera serie, Cartas sobre Rodó, está dividida
en dos grupos: cartas remitidas por sus familiares y amigos y
cartas recibidas por su madre y sus hermanos.
Tercera Sección: Impresos. Está formada
por seis series, que van desde las obras de Rodó (impresas
en vida del Maestro o luego de su muerte; originales o traducciones;
obras que integraron su biblioteca; etc.) hasta las monografías
y escritos sobre la vida y la obra de Rodó. En caso de
tratarse de obras de Rodó se exhiben, junto a los ejemplares
impresos, las galeradas y pruebas de página (con añadiduras
y correcciones autógrafas) que permiten seguir las etapas
del proceso de impresión.
Cuarta Sección: Documentos. Comprende dos series.
La primera, es la de los documentos personales. Uno de
los más curiosos es el carnet de identidad que ofrece,
con su habitual y súbita petrificación, una faz
abotagada, de carne densa en demasía, faz que evoca instantáneamente
a un búho adormilado; esa misma faz de algunos retratos
de Rodó, pero sin la vana mentira de la pose. El carnet
facilita, también su altura exacta: un metro con ochenta
y tres centímetros. La segunda serie es la de los documentos
familiares.
Quinta Sección: Testimonios, ya directos (comunicaciones
escritas y orales, registradas o consignadas por escrito) o indirectos,
versando todos sobre la vida y la obra de Rodó y facilitados
por aquellos que lo conocieron más íntimamente.
La obra de Roberto Ibáñez
Esta exposición permitirá no sólo conocer
mejor (empezar a conocer bien) a José Enrique Rodó,
sino que, además, permitirá valorar en sus exactas
proporciones la obra realizada por Roberto Ibáñez.
Porque este Archivo y esta Exposición no
son el mero resultado de una acumulación entusiasta e irresponsable
de materiales heterogéneos, sino que son, por el contrario,
el producto de una intensísima labor intelectual (en su
doble aspecto de investigación y crítica), una labor
en que cada pieza documental, por ínfima que pudiera parecer,
es ubicada en su exacto lugar, en que se intenta despejar toda
incógnita en que se agota la posibilidad de análisis
de cada elemento, en que se trata -al fin, y sobre todo- de juzgar,
labor delicadísima que sólo puede cumplir una mano
experta. Esta labor (fabulosa por las dificultades materiales
que enfrentara y por la cantidad y calidad de los resultados obtenidos)
es la obra de Roberto Ibáñez. (Es cierto que tuvo
colaboradores meritísimos, pero toda la labor de organización,
toda la responsabilidad de cada una de las articulaciones de esta
tarea, recaen sobre él).
Pero no es ésta toda la labor de Ibáñez
sobre Rodó. Para dejar fijada y documentada su faena ha
preparado Ibáñez un libro: Imagen documental
de Rodó, que, editado por el Ministerio de Instrucción
Pública, se distribuirá dentro de dos semanas. Concebido
originalmente como el complemento del Archivo y de la Exposición,
como el comentario más autorizado y (también) como
muestra de la labor estilística que se puede realizar sobre
los manuscritos de Rodó, el libro fue adquiriendo tal dimensión
y densidad (poética y crítica), que, ahora, el Archivo
y la Exposición se convierten, paradójicamente,
en el complemento del libro. Pero, todos tres, -archivo, exposición
y libro-, constituyen las tres caras de una misma figura: la obra
de Roberto Ibáñez sobre José Enrique Rodó.
En una nota próxima reseñaré ampliamente
este libro, deteniéndome, en especial, en su extraordinario
aporte crítico."