EVELYN WAUGH: Primicia (Scoop). Traducción
de Horacio Laurora. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1947.
392 páginas.
"La irresponsabilidad criminal, la general incompetencia,
la improvisación y el afán de lanzar una primicia
son - a juicio de Evelyn Waugh - las características más
notables del periodismo británico, o sea: del periodismo
mundial. Estas conclusiones poco alentadoras (más graves
que las que balbuceara Duhamel en Montevideo) no provocan la cólera
del novelista; antes bien, pretextan una alegre y despreocupada
narración, poblada de sano humorismo, casi siempre legítimo
y tolerable.
En este tipo de obras, ya se sabe, el argumento es lo de menos.
Es decir: cuanto más disparatado, más esquemático,
servirá mejor a los propósitos del autor y a la
superficial atención del lector. Una pretendida revolución
en Ismaelia - país que los mapas de África no albergan,
pero que no puede quedar lejos de Abisinia - justifica una enorme
afluencia de periodistas internacionales, inescrupulosos cazadores
(o inventores) de primicias. Con ellos acude Boot, de The Beast,
novato en el oficio, antigua relator de la apacible sección:
Tierras fértiles, ascendido a corresponsal extranjero
por el azar. Como era previsible, será Boot quien consiga
la primicia (le revolución vencida, el orden restaurado)
y regrese victorioso a Londres, para hundirse, feliz, en su mediocridad
rural, sus tierras fértiles. El lector habrá reconocido
(espero) el tema, ligeramente traspuesto, de "Introducción
en la realidad", cuento de Waugh que SUR publicara en el
número 50 (1938). Una confusión inicial - no por
manoseada por los humoristas, menos generosa - pretexta alguna
de las mejores páginas del libro, ricas en apuntes satíricos;
una confusión final se opone simétricamente a la
primera y cierra el libro. El esquema no puede ser más
sencillo y transitable.
Esta novela, publicada originalmente en 1938, revela un Evelyn
Waugh bastante inmaduro. Su sátira demuestra ser más
eficaz (y hasta corrosiva) al esbozar vertiginosamente las costumbres
londinenses, que al trasladar sus armas a la lluviosa Ismaelia,
envuelta en la siesta. Ni siquiera un episodio sentimental (poco
sentimental) consigue acelerar la acción, bastante decaída
a esa altura. Los últimos capítulos, en Inglaterra
ya, recuperan la velocidad inicial y aumentan (por consiguiente)
el interés.
El balance final es favorable. Y si bien Primicia no alcanza
la incomparable maestría de "El hombre que leía
a Dickens" (SUR, 153-156) o la sostenida calidad de ¡Más
banderas...! (Sudamericana, 1947), ofrece al lector un seguro
pasatiempo. (No otra cosa pretendía Cervantes para su Don
Quijote al escribir:
Yo he dado en Don Quijote pasatiempo
al pecho melancólico y mohíno
en cualquier sazón, en todo tiempo.)
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MANUEL Y ANTONIO MACHADO: Las adelfas y El
hombre que murió en la guerra. Buenos Aires, Espasa
Calpe (Colección Austral Nº 706), 1947, 166 páginas.
"Este volumen recoge dos obras dramáticas -la primera
en verso, la segunda en prosa- de los hermanos Machado. Completa
así el 260 de la misma colección, que incluía
La duquesa de Benamejí, La Prima Fernanda
y Juan de Mañara. En un prólogo, Manuel Machado,
fecha en 1928 El hombre que murió en la guerra y
hace algunas consideraciones sobre las posibles avatares del protagonista.
Las adelfas deben ser de misma época."
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CARLOS DICKENS: Cuentos de Navidad. Traducción
de C. Axenfeld. Buenos Aires, Espasa Calpe (Colección Austral
Nº 717), 1947, 211 págs.
"Este volumen, que recoge nueve relatos de Dickens, inspirados
por el deseo del novelista de publicar todos los años un
cuento de Navidad, viene a sumarse a El grillo del hogar
y El reloj del señor Humphries, ya editados en esta
misma colección (Nos. 13 y 658, respectivamente)."
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MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO: Historia
de la poesía argentina. Buenos Aires, Espasa Calpe
(Colección Austral Nº 715), 1947, 145 págs.
"Menéndez y Pelayo no pretendió tratar exhaustivamente
el tema: antes bien, prefirió indicar las líneas
generales, señalando los nombres más importantes,
aportando una discreta documentación. Su estudio se detiene
en el Martín Fierro, al que hace algunas objeciones
que atemperan los elogios de Unamuno transcriptos en las mismas
páginas. Para apreciar este trabajo no se debe olvidar
que forma parte de una Historia de la poesía hispanoamericana,
que fue publicado en 1913, que aún hoy es aprovechable
por su erudición, por sus juicios."
E.R.M.