SILVIO ZAVALA: La filosofía
política en la conquista de América. Prólogo
de Rafael Altamira. México, Fondo de Cultura Económica,
1947. 163 páginas. Cuatro ilustraciones.
"En este volumen el joven historiador mexicano Silvio Zavala
ha intentado trazar un cuadro expresivo y sintético del
pensamiento político occidental (especialmente el español)
frente al problema de la Conquista de América. Dicho cuadro
abarca desde el siglo XVI (con la liquidación de la filosofía
medieval) hasta el siglo XVIII (con la filosofía de la
Ilustración). Utilizando certero criterio pedagógico,
divide Silvio Zavala su estudio en cuatro partes dedicándoles
sendos capítulos. El pensamiento de los distintos tratadistas
-a veces demasiado denso, hasta ambiguo o contradictorio-está
presentado con suma claridad, con una maestría lograda
por la lúcida frecuentación de las obras originales.
La primera solución al problema de las relaciones políticas
con los habitantes del Muevo Mundo descansa sobre los mismos principios,
que rigieron el contacto entre cristianos e infieles: principios
de "raigambre medieval", apunta Zavala. En una
palabra: los habitantes de América son infieles y deben
ser reducidos a la verdadera religión. Nada más
expresivo -me parece- que este documento de los Reyes Católicos
(fechado en 1479), que aunque no se refiera al Nuevo Mundo, revela
claramente el espíritu de la época: "enviamos
nuestros capitanes a la conquista de la Grand Canaria, contra
los canarios infieles, enemigos de nuestra santa fe católica
que en ella están en grand aprieto para se tomar"
(citado en la página 25 del presente libro). Todo el capítulo
segundo, Cristiandad e Infieles, está dedicado al
examen de las doctrinas de un Palacios Rubios o de un Cardenal
Cayetano o de un Francisco de Vitoria. Como contraste con estos
ilustres teorizadores, recuérdense las palabras que el
cronista Gomara hacía pronunciar a Cortés, irónicamente:
"La causa principal a que venimos a estas partes es por
ensalzar y predicar la fe de Cristo, aunque juntamente con ella
se nos sigue honra y provecho, que pocas veces caben en un saco".
En el tercer capítulo, Servidumbre Natural, el
problema se enfoca desde un ángulo distinto. Se considera
la Conquista como una dominación de hombres prudentes sobre
bárbaros. La exageración de esta doctrina fue duramente
combatida por Francisco Xavier Clavijero, en 1780, con estas palabras:
"jamás hicieron tan poco honor a su propia razón
los europeos, que cuando dudaron de la racionalidad de los americanos".
En efecto, y según testimonio de Fray Benito de Peñalosa
y Mondragón, 1629, se les llegó a considerar sin
alma racional o cuando mucho "un grado más que
micos, o monas". Pero, no todos compartieron esta creencia.
En esta etapa, la motivación religiosa desaparece o se
posterga: impera la Razón. Además de los textos
tradicionales (p. ej. Levítico, XXV, 44-46) que
Zavala no olvida mencionar, se aporta el testimonio de Juan Mayor
o el de Fray Bernardo de Mesa o el de Ginés de Sepúlveda.
En el cuarto capítulo, Libertad Cristiana, se indica
una fuerte reacción contra los principios de la servidumbre
natural: escolásticos españoles "apoyándose
en la idea de la libertad cristiana, abogaron porque se tratara
a los indios de manera más generosa y pacífica".
Ya en pleno siglo XVI, Vasco de Quiroga definía los americanos:
"gente tan mansa, tan nueva, tan rasa y tan de cera blanda
para todo cuanto de ella hacerse quisiera." Por eso mismo
resaltaba más la crueldad violenta de muchos conquistadores
y encomenderos, que volvían ineficaz toda la legislación
indiana. La figura más famosa, la más discutida,
del grupo de defensores cristianos del indio es la de Fray Bartolomé
de las Casas. Zavala que dedicara en Cuadernos Americanos (Año
III, Nº 2, 1944) un breve y sustancioso artículo al
combativo sacerdote, recoge aquí -objetivamente- sus doctrinas
y el eco polémico que suscitaran. También estudió
Zavala el pensamiento de José de Acosta, Fernando Vázquez
de Menchaca, Saavedra Fajardo, etc. El capítulo se cierra
con un rápido bosquejo del problema esclavista, trasladado
a la servidumbre del negro.
En el quinto capítulo, Igualdad dieciochesca, reseña
Zavala el pensamiento de los filósofos de la Ilustración,
a partir de los difundidos Montesquieu y Rousseau, interesándose
especialmente en la aplicación americana de las doctrinas.
El autor no ha concebido su trabajo como una investigación
erudita sólo para especialistas. En realidad, su libro
aspira a sintetizar y exponer en forma totalmente llana algunas
doctrinas de difícil acceso (en todos los sentidos de la
palabra). Tampoco pretende Zavala que su trabajo permanezca ajeno
a los conflictos ideológicos contemporáneos. Por
el contrario, no ha descuidado el íntimo enlace entre el
tema histórico y los problemas actuales. Y ya lo pone en
evidencia en el acápite que reproduce un fragmento del
Proemio a la Constitución de UNESCO, 1945. El problema
de la conquista -el contacto de pueblos de distinto estadio cultural,
la sujeción de unos por otros o la pacífica convivencia-
alcanza, ya se sabe, hasta nuestra hora. Al examinar el problema
de un punto de vista ideológico, Zavala ha facilitado al
lector, abundante y valioso material para fundamentar un enfoque
contemporáneo. Este es, indudablemente, uno de los méritos
laterales del libro: prolongar más allá de sus límites
naturales (sin pérdida de su carácter científico
riguroso) una perspectiva actual, viva. Además, Zavala
ha pretendido mostrar el entronque de nuestra tradición
liberal -que generalmente no se busca más arriba del siglo
XIX, en los movimientos de la Independencia- con la tradición
liberal española que arranca (para Altamira) del período
visigodo (siglo V a VII). En su breve prólogo Rafael Altamira
reafirma con el peso de su autoridad el enfoque justísimo
de Zavala.
Completan el volumen esmeradamente impreso, una discreta bibliografía,
un índice de nombres y cuatro ilustraciones. Es el número
27 de Tierra Firme, prestigiosa colección de ensayos
sobre temas americanos."
VERA CASPARY: Bedelia. Traducción
de Vicente Diego Abad. Buenos Aires. Emecé Editores, 1946.
226 páginas, Ilustración de Edgar Koetz.
"La historia de Bedelia, una mujer fatal, sirve de pretexto
a Vera Caspary para componer una novela llena de melodramatismo,
de confusión sentimental, de ambigüedad y crisis patológicas,
de crimen y misterio. Bedelia no es, sin embargo, una novela policial.
Se detiene principalmente en la pintura de los caracteres: la
hermosa, la hacendosa Bedelia, el confundido Charles.El rótulo
que mejor soporta es el de novela psicológica. Es claro
que en ningún momento el análisis psicológico
es demasiado denso y la autora nunca olvida que el lector (su
lector) quiere acción y suspenso y un poco de misterio.
La maestría literal de Miss Caspary se manifiesta en la
cuidadosa pintura de ambientes. Y en esto -perdónese la
digresión- su talento se asemeja al del director cinematográfico
Robert Siodmak (La dama fantasma, Persecución, La escalera
de caracol, Los asesinos), al que la une también la
predilección por las historias criminales."