"Crónica de libros (sobre H. G. Wells)"
En Marcha, Montevideo, Nº 398, 26/09/1947
p. 14.
H. G. Wells: El gran Bulpington
(The Bulpington of Blup). Traducción de María
Antonia Oyuela. Buenos Aires, Editorial Emecé, 1947. 453
páginas. Con una ilustración de Edgar Koetz.
El subtítulo de esta novela proporciona al lector el mejor
-el más justo- enfoque: Aventuras, actitudes, pruebas,
conflictos y desastre de un cerebro contemporáneo. Porque
H. G. Wells se interesa ante todo (sobre todo) por el cerebro
de Teodoro Bulpington y en vez de contar su vida por amor a los
hechos o por amor a la aventura, registra y analiza los procesos
mentales de T. B., sus caprichos, sus ideas, sus impulsos, concentrando
invariablemente su interés en la vida psíquica del
sujeto, jamás en la acción externa.
No lo hace únicamente por amor a T. B., ni por considerarlo
un ser excepcional; lo hace porque el personaje es, en muchos
sentidos, representativo de la humanidad, de cierta porción
de la humanidad occidental que nació a fines del siglo
XIX, que floreció durante la guerra de 1914-18 y cuyos
hábitos quedaron definitivamente fijados en la década
1920-30. Así, T. B., es individual y único, y a
la vez (gracias al arte de Wells) es representativo y ejemplar.
El autor acompaña a su héroe desde el nacimiento
en un medio intelectual y artista, algo decadente, hasta su madurez,
en la primera post-guerra. Teodoro Bulpington pronto logra extraer
de su alma pueril una versión heroica, un doble, cuyo verdadero
y secreto apelativo es el gran Bulpington de Blup y cuyas proporciones
(o limitaciones) no consiguen fijarse definitivamente hasta el
último episodio de la novela -el desastre que anticipa
el subtítulo-. La laboriosa gestación del gran Bulpington
consume todas las energías de Teodoro. La vida cotidiana
facilita el material bruto, que elaborado por la mente de] joven,
transformado, estilizado, desfigurado por la mente del joven,
va a incorporarse a la verdadera sustancia del gran Bulpington.
La labor no es fácil. Durante su niñez, durante
los juegos de la primera edad, el gran Bulpington es una construcción
provisional a la que se acude en momentos de ensoñación,
la que se rechaza cuando el mundo ofrece tentaciones más
fuertes. Al través de la crisis de la adolescencia (el
sexo, la política, el amor, la literatura, la pintura,
la ciencia) Teodoro va fortaleciendo su creación, va habitando
por períodos mayores la personalidad del gran Bulpington.
Cuando las realidades de la guerra y la pasión amorosa
golpean al cobarde Teodoro, el único refugio es el gran
Bulpington, inaccesible y perfecta morada. Vencidas ya las primeras
vergüenzas, brutalizado por la guerra, abandonado por la
madre, por la defección de la amante, el protagonista borra
toda relación con el pasado, desfigura su nombre, se otorga
un apócrifo grado, adopta definitivamente la personalidad
del capitán Blub-Bulpington, héroe de Amiens y fugaz
carcelero del Kaiser. El inocente doble de la niñez, el
héroe de la adolescencia, el invencible y byroniano gran
Bulpington de Blup se reduce a las caricaturescas proporciones
del capitán Blup-Bulpington, inmoderado bebedor, evidente
mentiroso.
El entusiasmo con que H. G. Wells desarrolla su tema contagia
hasta al lector más indiferente. Wells sabe que su T. B.
reproduce, en forma desmesurada o total, casi patológica,
una cualidad que todos los humanos comparten: la interesada creación
de un secreto yo. Wells sabe que su héroe (irrisorio y
lamentable) comparte con el lector una misma condición
de humanidad. Y eso es bastante, creo, para justificar cualquier
ficción novelesca, para enaltecerla.
Pero, además, la historia de T. B. permite a Wells trazar
un cuadro implacable de Inglaterra en las primeras décadas
del siglo. Con la misma lucidez (y casi la misma agudeza) empleada
por Samuel Butler para enjuiciar, en The Way of All Flesh,
la Inglaterra victoriana, Wells procesa aquí la Inglaterra
georgiana. Y si concede al aspecto intelectual o filosófico
una atención excesiva en perjuicio del desarrollo novelesco,
el autor puede alegar, como pudo hacerlo Butler, que ante todo
le interesa la historia del cerebro de T. B., un cerebro contemporáneo."