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Indice general ordenado alfabéticamente por título del libro o artículo

"Bibliográfica"
En Marcha, Montevideo, nº 300, 21/09/1945
p. 14.

M. ILIN: Historia del libro. Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1945. 102 p.

De acuerdo con su habitual método expositivo Ilin traza en esta obra la historia de la escritura y la historia del libro. Desde la invención de los jeroglíficos hasta la invención de la máquina de escribir, en doce capítulos esquemáticos, Ilin encierra una enorme cantidad de conocimientos sobre la historia del libro. La exposición es clara y precisa; utiliza imágenes accesibles y trata de impresionar vivamente la imaginación del lector. El libro se dirige a un público no especializado y no pretende agotar los temas: se limita a presentarlos con la mayor fidelidad posible y en la forma más atractiva. Es agradable pese a su voluntaria puerilidad. Cumple su cometido. Eso es bastante.

 

DANIEL HALÉVY: Nietzsche. Editorial "La Nave", Madrid, 1942. 428 p.

Halévy es un conocedor penetrante de la obra de Nietzsche. Ha estudiado al hombre con ahínco, como discípulo vigilante. No pretende hacer en esta biografía obra apologética, sino crítica. Es lúcido, pero sabe sentir. Expone y juzga: expone limpiamente, juzga con tino. En su vasto Zarathustra ha dejado escrito Nietzsche: "Cuando no se puede amar, hay que pasar de largo". El análisis minucioso, equilibrado que hace Halévy del filósofo alemán declara vivamente que su autor leyó y vivió, el pensamiento citado. Con seguridad leyó este: "Poca gratitud se tiene por un maestro, cuando se continúa siempre siendo discípulo" (Zarathustra). La clara imagen que ofrece Halévy está informada por ambos conceptos. Revela cariño, honda comprensión, un sano enjuiciamiento.

Este libro tiene una exacta arquitectura: es ordenado y preciso. Maneja hábilmente la anécdota, la efusión lírica, la reseña (quizás sumaria) de las obras, las crisis repetidas, el mundo circundante. Muestra la aproximación de Nietzsche a las ideas desnudas, sus atisbos, el combate por la formulación, la inagotable riqueza de las concepciones: ese retorno dramático a la intuición primera, para arrancarle toda su esencia. Tampoco omite el deslumbramiento -el caos encontrado y conservado- de sus realizaciones, lo contradictorio y antisistemático de su filosofía, el contraste, sutilmente dado, entre el pensamiento de águila y la endeble persona del filósofo. O sea, todo lo que revela que su agonía era esencialmente espiritual. Para Nietzsche los conceptos herían, los problemas laceraban. De aquí que sus respuestas -el eterno retorno, el super-hombre- deban aprehenderse en el plano de tensión cerebral en que las vivió el filósofo. Toda otra interpretación es falsa.

Halévy no hace biografía novelada. Prefiere dar la documentación y vitalizarla con pequeñas acotaciones, justas e inteligentes. Tampoco cae en la erudición estéril, agotadora. Sabe interesar sin extremar sus recursos. El episodio amoroso de Nietzsche con Lou Salomé está tratado con sencillez, sin desvaríos. El último capítulo es muy simple: no retoriza la locura, evita la escena obligada del "postrer suspiro". Dice: "Federico Nietzsche murió en Weimar el 25 de Agosto de 1900", y con eso basta. Stefan Zweig, en La Lucha contra el Demonio no supo evitar la fácil escena de Nietzsche loco.

La fecha en que fue escrita originalmente esta biografía (1909), la pone a cubierto de interpretaciones de "palpitante actualidad". Desconoce beatíficamente la polémica en torno a Nietzsche y el nazismo, la que ha envenenado cuanto se ha escrito últimamente sobre el filósofo alemán. (No ignora, por desgracia, la anterior polémica: Nietzsche y la Kultur prusiana -pero ésta ya se nos ha desvanecido). Con respecto a dicho problema dice Ricardo Baeza: "El sentido de estos conceptos (el culto de la fuerza, la exaltación de la guerra y la predicación anticristiana.) Según Nietzsche, nada tiene que ver con el sentido nazi. La causa principal del error es la transferencia grosera a un plano material y práctico, de realidades inmediatas, de lo que se refería tan sólo a un plano de la vida interior y del conocimiento". (Ver El niño del espejo. Sur, No 65). La confusión es peor aún: el filósofo alemán ha sido falseado también por aquellos que le defendían del nazismo. Por otra parte, su obra fragmentaria, aparentemente inconexa, se presta al florilegio tendencioso. La lectura del libro de Halévy contribuye a desechar falsas antinomias: presenta la obra como respuesta del filósofo a su circunstancia. Señala así la íntima y recíproca penetración de la vida y la obra.

La edición que comento es la segunda edición española de la obra. En 1931 "La Nave" publicó la primera edición; en 1942 se publicó ésta (que ha llegado recién a nuestras manos). Hay además una edición argentina (Emecé, 1943). Estos datos hablan frecuentemente del éxito del libro. La presente edición omite mencionar a los traductores: Ricardo Baeza y Jorge Zalamea. Su traducción es excelente aunque incurre en galicismos evitables.

 

JAMES M. CAIN: Pacto de sangre (Double Indemnity). Traducción de Manuel Barbera. Emecé Editores, Buenos Aires, 170 páginas.

Ya ha sido denunciada repetidas veces la violencia voluntaria y premeditada de todo un sector de la literatura contemporánea. En ese culto a la violencia sobresalen los escritores norteamericanos más recientes. El más puro de ellos, el que da más directamente la brutalidad y el cinismo desesperado de nuestra época (probablemente, James M. Cain). Los otros -Faulkner, Hemingway, Farrell, Caldwell- se redimen por la intromisión de otros caracteres ajenos, ya sea, por el lirismo erótico de Hemingway, ya sea el humorismo acre de Caldwell. Cain, por el contrario presenta superficies desnudas, los hechos despojados de su posible retórica. La pasión corre contenible por sus páginas y se detiene en morosa introspección. Cain parece azuzarse imponiéndose: ¡Hechos, sólo hechos!.

No puede, sin embargo, dejar de pagar su cuota de frustrado romanticismo, y la auténtica desesperación violentada se explicita en el melodrama, etapa final de sus creaciones. Pacto de sangre es un excelente ejemplo de lo que se acaba de decir. La historia de un crimen cuidadosamente planeado y hábilmente ejecutado, es el mero pretexto para trazar un cuadro de violencia y locura, de apetitos y pasión, en el que se ven arrastrados los personajes, independientemente de sus culpas. Walter Huff encuentra en la señora Nirdlinger no sólo el objeto de la tentación, en una de sus formas más atrayentes, sino además la ocasión del Crimen -esa ocasión que anhelaba oscuramente (ver en la pág. 17, el discurso de Huff). Esta circunstancia explica (aunque no justifica) su rápida entrega, su colaboración apasionada en el asesinato. Aceptada la primera regla del juego, ya es imposible dominarlo, porque se rige por sus propias y no formuladas leyes. A medida que se desarrolla la acción la tensión sombría y la atmósfera enrarecida aumentan intolerablemente hasta desembocar en el desvergonzado melo de las últimas escenas. Ese crescendo es logrado, paradójicamente, mediante la utilización de un estilo desnudo, fuertemente expresivo. La narración -en la que predominan los diálogos rápidos, las frases cortas y sintéticas- se atiene a la presentación directa de los sucesos y sus frases golpean incesantemente. En esta doble creación (tensión progresiva, rigor estilístico) Cain logra su más alta perfección. Ella permite olvidar la deliberada violencia del enfoque, el insalvable folletín final, la poco sólida intriga policial.

Algunas peculiaridades y algunos defectos de esta novela se hacen más evidentes si se la compara con la adaptación cinematográfica de Billy Wilder (Pacto de sangre, Paramount, 1944). Tal aproximación permite comprender la debilidad de la intriga (Wilder se ha visto obligado a crear escenas dramáticas del film: la brillante entrevista con el director de la compañía, el desenlace violento del "pacto de sangre" a que alude el título castellano); permite comprender, además, el enfoque particular de Cain, el comparar los diálogos de la novela (objetivos, intensos, pero sin brillo) con los de Wilder (mucho más inteligente), mucho más literarios.

La traducción de Manuel Barberá es buena; la edición sobria y de buen gusto."

ERM

 

Responsables

L. Block de Behar
lbehar@multi.com.uy

A. Rodríguez Peixoto
arturi@adinet.com.uy


S. Sánchez Castro
ssanchez@oce.edu.uy

 


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