"Una gran dama fue filmada para especial
lucimiento de Greer Garson y responde a esa campaña de
glorificación de sus estrellas que tan concienzudamente
realiza la M. G. M. Esta película es digna sucesora de
otros recordados films: De corazón a corazón,
Rosa de abolengo, Madame Curie. Responde, además, al
deseo de reunir nuevamente a la qué, sin exageración,
podría llamarse "la pareja cinematográfica
más estable del cine actual". A través
de las peripecias provocadas por una campaña de defensa
de los hijos naturales, por la batalla de Inglaterra, por el descubrimiento
del radium y por la construcción de una gran fortuna, Greer
Garson y Walter Pidgeon han permanecido siempre juntos. Todo hace
suponer que no se separarán.
Las laboriosas observaciones que anteceden tratan de indicar
al lector la finalidad capital de Una gran dama. Toda otra consideración
es completamente secundaria. Este film no pretende otra cosa que
cobrarle la entrada al espectador, desarrollar durante dos horas
o más una variada cantidad de escenas en que aparecen sus
protagonistas (solos o acompañados) y (rara vez) los actores
secundarios solos, y luego de esta exhibición, dejar a
dicho espectador irse íntimamente complacido porque ha
visto a "la pareja más", etc., etc. La
calidad artística de la película, el valor humano
del conflicto que presenta, no interesan para nada a ese espectador
ideal. Cualquiera que sea el conflicto, cualquier que sea el pensamiento
expuesto, serán aceptados sin reparos u olvidados sin esfuerzo.
Vamos a decirlo todo de una vez: Una gran dama sólo
pretende entretener a sus espectadores. Nada más. Nadie
se opone a jugar al ludo para llegar a conclusiones filosóficas,
o para aprehender valores estéticos. Nadie va a ver Una
gran dama esperando otra cosa que una escena de Greer Garson
con Walter Pidgeon, y otra de Walter Pidgeon con Greer Garson,
y así sucesivamente.
Poseído de tal convicción el cronista piensa que
es inoperante la enumeración de los defectos artísticos
y de las mentiras históricas que el film prodiga con abundancia.
Sin embargo, pese a esta firme convicción, el cronista
cree su deber señalar los defectos y las mentiras aludidas.
Una rápida enumeración dice así:
1º La mentira fundamental de Una gran dama consiste
en la artera glorificación del imperialismo de que es representante
el Mayor Parkington. Como el film se centra en la figura de su
esposa, resulta difícil ver al Mayor en toda su plenitud.
Pero la imagen que se ofrece de él es más o menos
ésta: un audaz e inescrupuloso hombre de negocios, poseedor
de una fortuna fabulosa, que arruina a sus competidores por venganza
personal. Este es el lado malo del personaje (primera mitad del
film). Más adelante vamos a ver que el Mayor (pese a su
cinismo y a su afición a las mujeres lindas) tenía
una elevada concepción económica del mundo, que
no juntaba dinero por mera ambición personal. El Mayor
pensaba que se debían crear grandes fortunas (usando no
importa qué métodos) y conquistar los grandes mercados
económicos para provocar, con esto, el grandioso crecimiento
de la nación. En una palabra, el Mayor era imperialista.
El film al glorificar su imperialismo está haciendo alusiones
de palpitante actualidad (como dicen los cronistas). Pero hay
algo más: en la mediocre novela de Gromfield no existe
esta glorificación. En el último capítulo
del libro la Sra. Parkington condena la actividad económica
de su marido por el egoísmo básico que la inspiraba
y dice que la única finalidad del Mayor fue tener poder
y ganar dinero, sin importarle otra cosa. Por otra parte este
personaje aparece en el libro con tintas mucho más realistas.
Su afición a las mujeres no se reduce a la inocente cacería
de zorras con Lady Norah, sino que va un poquito más allá
y su muerte se produce en circunstancias poco decorosas: en los
brazos de una prostituta en Cannes. El film eleva el pedigree
del Mayor al hacerlo morir en una carrera automovilística.
Como se ve el mejoramiento de la moralidad de Parkington encaja
perfectamente con el propósito de glorificar delicadamente
su prácticas económicas. Es claro que estas consideraciones
deben resultar incomprensibles para las buenas señoras
que asisten puntualmente a estos films y que relacionan el imperialismo
con las crinolinas de la Emperatriz Eugenia. Toda esta porción
del film se dirige a los señores que acompañan a
dichas damas al cine y que, si están despiertos a esta
altura de la película, no pueden dejar de aprobar calurosamente
dichas prácticas (nos referimos, es claro, a los públicos
norteamericanos).
2º En cuanto al valor artístico del film se reduce
a la interpretación. La novela original, el libreto cinematográfico
y la realización de la película no tienen nada que
ver con el arte. La forma del film -la evocación por Mrs.
Markington, en una agitada noche, de algunos episodios de su existencia
(puntualmente ordenados según la cronología)- adolece
de confusión y de desequilibrio. En cuanto a las escenas
aisladas coquetean furiosamente con el ridículo y más
de una vez (gracias a la desinteresada cooperación del
doblaje) caen con estrépito en él. Como ejemplos
se pueden citar la escena de la fiesta en que los Parkington son
despreciados por la sociedad neoyorquina y la escena en que Aspasia
cuenta a la protagonista la infidelidad de su marido. En cuanto
a la interpretación es poco lo que se puede decir, ya que
el doblaje impide toda apreciación y el cronista sólo
puede juzgarlos por su mímica. Hechas estas salvedades
se puede afirmar que Greer Garson está bien en las escenas
de comedia (p. ej. está muy bien cuando flirtea con Walter
Pidgeon en Leaping Rock) y bastante mal en las escenas dramáticas,
en las que luce una máscara inexpresiva y dura. Algo semejante
sucedía en la temida Madame Curie. Los demás
actores poco tienen que hacer. Cabe señalar para terminar,
los efectos desastrosos del doblaje en la interpretación
de Walter Pidgeon, de Gladis Cooper y de Agnus Moorehead. En cuanto
al director, Tay Garnett, olvidó completamente que en un
tiempo dirigiera La cita; incluso se llega a sospechar
que durante la filmación de Una gran dama se olvidó
que era el director y se fue a pasear."