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"El diseño del tapiz"
En Escritura, año 3, nº
6
enero 1949, p. 108-109
"Henry JAMES: Los papeles de Aspern (The Aspern
Papers).
Traducción de María Antonia Oyuela.
Editorial Emecé, Buenos Aires, 1947
Más que la minuciosa y aislada exploración de cada
personaje, interesa a James la minuciosa y conjunta exploración
de las relaciones que unen a sus distintas criaturas. Por ese camino,
aparentemente oblicuo, alcanza el novelista una pintura más
completa, más intensa, más dramática,
de los seres que pueblan sus ficciones. (1) Esta
especialización en las relaciones humanas no es arbitraria,
ya que James concibe la acción como desarrollada en un plano
conflictual y para él los personajes son, ante todo, agonistas:
enfrentados unos a otros, en vigilante, inevitable, agotador, careo.
La perfección de The Portrait of a Lady, por ejemplo,
consiste en el arte exquisito con que el novelista consigue penetrar
cada vez más profundamente en el ser de Isabel Archer, gracias
a la permanente confrontación con sus semejantes. Y ese motivo
dramático puede descubrirse siempre en la raíz de
toda la obra de James -la que ha sido tachada por algunos iletrados-
de inactiva, de exclusivamente verbal, de "aquí-nunca-sucede-nada".
Cuando por el contrario, siempre está sucediendo algo, los
personajes no cesan de revelarse, la marcha de la acción
abruma al lector con pequeñas (o grandes) desviaciones imprevistas,
y sólo una fervorosa lectura permite descubrir el diseño
del tapiz (lo que James llamaba `the figure in the carpet").
En Los papeles de Aspern el examen de las relaciones entre
los agonistas no se hace desde fuera, prevalecido James de la omnipotencia
que goza todo narrador. Como se trata de un relato, hay un personaje
que cuenta y desde él, al través de él, logra
el lector tomar contacto con los otros, principalmente con Juliana
Bordereau y Miss Tina. Pero como el relator participa felizmente
del mismo criterio estético que James, no ofrece su historia
como un bloque intemporal sino que va revelando gradualmente su
significado. Remonta la corriente del tiempo para descubrir al auditor
cada episodio a la misma luz que lo bañaba originariamente,
no con la luz ulterior que el desenlace puede arrojar. En una palabra:
en cada momento de la historia el lector sabe tanto como sabía
entonces el relator, ni más, ni menos. Aunque el lector si
es un lector digno de James- puede saber más. Puede
anticipar otra luz sobre la escena.
La historia que cuenta este libro es de una sorprendente simplicidad.
El relator (un apasionado e impetuoso erudito) comunica sus esfuerzos
por apoderarse a cualquier precio, empleando cualquier recurso
de los documentos inéditos del Poeta Jeffrey Aspern, que
conserva en Venecia su amante, milagrosamente viva, Juliana Bordereau.(2)
Uno de los recursos que su limitada imaginación concibe (y
luego desecha) es el de conquistar el amor de la sobrina de Juliana:
Miss Tina, "una patética y ridícula vieja provinciana".
Consigue hospedarse en casa de Juliana, consigue el apoyo de Miss
Tina. Pero repetidas torpezas le impiden el acceso a los documentos,
lo conducen a un fracaso total. Uno de sus más graves errores:
sin advertirlo, obtiene la absoluta adhesión de la sobrina.
Al trazar las relaciones que unen al erudito con Miss Tina y con
la anciana, incorpora James uno de los efectos que maneja con más
enceguecedora maestría: la ambigüedad. Como hay un punto
de vista desde el que se enfoca invariablemente el relato; el autor
permite intuir (antes de la revelación final) que la misma
historia es susceptible de otros enfoques, que su interpretación
no está ligada, rígidamente, a la que ofrece el protagonista.
En efecto, la historia puede contarse desde otros ánguIos.
La posesión de los papeles de Aspern pierde, entonces todo
valor, se reduce a maniática ambición, y el problema
que se debate (para Juliana, para Miss Tina) es el de la supervivencia.
Juliana sabe que pronto morirá y quiere dejar instalada a
su sobrina. El erudito es, para ella, una oportunidad de obtener
dinero y, también de casar a la muchacha (como ella la califica
con implacable desaprensión). Miss Tina, en cambio, se aferra
al relator por una casi patológica necesidad de protección
y guía; entrega su voluntad al hombre y el rechazo -después
de una de las más crueles escenas que escribiera James- la
anonada, la libra a sí misma. De esa atroz experiencia extraerá
Miss Tina (solitaria, al fin; impersonal como un dios) la fuerza
necesaria para cumplir su no vengativa destrucción de los
codiciados papeles.
Esto demuestra cuán lejos está James de utilizar
la ambigüedad como un recurso meramente mecánico, de
seguro efecto melodramático. Para James es consustancial
con su visión del mundo. La pluralidad de personajes (es
decir: de enfoques) acarrea necesariamente la ambigüedad de
la historia. La narración en primera persona sólo
la facilita, la alimenta. (Recuérdese otro ejemplo magnífico,
del mismo James: The Turn of the Screw.)
El proceso de análisis, cuyas líneas generales acabo
de apuntar, puede realizarse al repasar el libro en la memoria o
al releerlo. Mientras se penetra en él por primera vez, mientras
se vive atado a sus páginas, sólo se puede advertir
la implacable frustración de lo que es, aparentemente, el
tema principal: la recuperación de los documentos de Jeffry
Aspern. Pero, a medida que avanza en el libro es cada vez más
evidente para el lector que la afanosa busca de los papeles es un
mero pretexto y es cada vez más evidente que la borrosa y
abúlica solterona se impondrá en la memoria-
a la codiciosa y agresiva Juliana, al torpe y obsesionado protagonista.
Entonces se comprende que todo el conflicto (el auténtico,
el dramático) se desarrolla dentro de Miss Tina, aunque nunca
se pueda acceder directamente a su intimidad y siempre se la alcance
al través de la mirada distraída, enajenada, culpable
del erudito. Y cuando se llega a la culminación, cuando es
enceguecedora la luz que mana de la "vieille fille", y
hasta el relator advierte su existencia, en dos magistrales escenas
de cruel intensidad. James descubre brutalmente la pasión
desconocida, la violencia, que la soledad engendrara en aquella
desdibujada "muchacha".
Tal es el diseño de este tapiz.(3)"
1 André Gide, ya en 1920, hacía
esta misma observación a Charles Du Bos, para señalar
la ausencia de toda relación entre los personajes jamsianos
y la Divinidad, lo que es otra historia. (El texto de
Gide fue publicado luego en la NRF de diciembre. Los comentarios
que esta observación sugiere a Du Bos pueden verse en Extractos
de un Diario, 5/X/1920). Volver
2 No busque el lector en ningún diccionario
biográfico. Aspera y Juliana son, en su origen, Lord Byron
y Jane Clairmont. Pero esta fuente histórica pierde casi
todo sentido en la elaboración que ofrece finalmente James.
(Ver, al respecto, una nota de Philip Rahv, en The Great Short Novels
of Henry James, New York, 1945). Volver
3 James publicó The Aspern Papers en
1888. En 1945 se editó en España una mala traducción,
que luego reprodujo, en Buenos Aires, Lautaro (1951). La versión
de María Antonia Oyuela es excelente." Volver
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