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"Las formas de la memoria"
Por Roger Mirza
En "La Semana" de El Día, Montevideo, año 6, nº 347
30/11-06/12/1985, p. 10.

 

Esta es la última parte de la entrevista que nos concediera Emir Rodríguez Monegal horas antes de regresar a los Estados Unidos, el 8 de noviembre pasado, pocos días antes de su fallecimiento. En la última entrega el ensayista uruguayo se refirió a su polémica con Ángel Rama, que continúa en este número, particularmente en torno a Felisberto Hernández.

 

Yo descubrí a Felisberto Hernández

ERM: A Felisberto Hernández lo descubrí yo.

– ¿Usted? ¿A pesar de lo que se dice?

ERM: Pero claro que sí. Lo que pasa es que éste es un país inteligente pero que toca de oído. En 1946, cuando Felisberto era totalmente desconocido y sólo escribían sobre él Vaz Ferreira (cartas), Alfredo Cáceres, Jules Supervielle y Esther de Cáceres, yo escribí una nota sobre Felisberto en "Marcha" que nadie va a leer porque en este país se habla sin leer.

Esa nota dice que Felisberto es un escritor de la categoría de Kafka y de Joyce. Y si usted tiene alguna duda vaya a consultar la colección de "Marcha". La segunda nota es una reseña sobre "Nadie encendía las lámparas". Allí confieso un error de perspectiva. Yo estaba entonces muy metido con el psicoanálisis y se me ocurrió que Felisberto Hernández era un festín e hice una versión psicoanalítica en el año 48. Hacer una versión psicoanalítica de un autor uruguayo en 1948 era el suicidio porque el público, que no estudia psicoanálisis, lo que entendió fue que yo lo insultaba. Yo usaba, por ejemplo, una palabra técnica, (para señalar) una colección de cuentos, lo llamaba a Felisberto "colector", que ahora no asusta a nadie pero en aquel momento me dijo un amigo "Ché, pero lo insultás, ¡lo tratás de caño colector!". "¡Caño colector!" ¿qué tiene que ver? ¿Cómo se llama una persona que colecciona cosas? Yo hacía un análisis de "El balcón" y mostraba como había una escena en que él estaba desnudo mirándose en el espejo y pasaba una muchacha y lo veía desnudo mirándose en el espejo y él se veía desnudo mirado por ella (en el cuento el espejo sólo aparece cuando la joven, a través de la rendija de la puerta, ve al hombre reflejado en el espejo, lo que motiva que éste, al notarlo, cierre la puerta). Yo hablaba de "voyeurismo". La gente creía que "voyeurismo" era una mala palabra. Allí salió mi amigo Angel Rama que si no tenía talento para la crítica tenía gran talento para el escándalo y Felisberto, que era un alma de Dios, que podían hacerle creer que los camellos eran mariposas, usted no ha visto una persona más buena, huyendo de mí; Rama le dijo: este hombre te ataca, te persigue con el hacha. Entonces Felisberto dijo que la próxima vez que se encontrara conmigo nunca me había visto me iba a dar una paliza. Felisberto era chiquitito, gordito, ya medio mayor. Yo era una persona alta, fuerte, y un día estábamos en "Amigos del Arte" con Casal y estábamos chacoteando así y entró Felisberto, se acercó y Casal le dice: Ah, te quiero presentar a Rodríguez Monegal. Felisberto levantó la vista y se debe de haber acordado de lo que dijo... yo era gordísimo.

– Desistió entonces de la paliza...

ERM: Era como subir al Everest con los codos. Entonces me dice Casal: ¿Usted conoce la obra de Felisberto? Y le digo: Yo leí todos sus libros. Porque en ese entonces los únicos que habían aparecido eran: "Por los tiempos de Clemente Colling" y "El caballo perdido", pero Jesualdo, que era muy amigo mío y sabía que tenía una biblioteca (y me interesaba), me regaló todos los libros anteriores de Felisberto: "El libro sin tapas", "La envenenada"... eran libros chiquititos. De modo que cuando yo escribí sobre Felisberto sabía perfectamente lo que decía. Rama, con su enorme talento para la intriga y la superchería, desde ese momento me acusó, Felisberto se lo creyó y entonces me convertí en el enemigo de Felisberto. Nunca he escrito ninguna línea contra Felisberto. Cometí otra "gaffe" (error) porque con Rama todo era "gaffe" hablé de los supuestos amigos de Felisberto que le hacían creer que era un genio que no era aunque evidentemente era un gran escritor, pero entonces Rama... ¡el hacha!... ¡el hombre del hacha! Cuando hice una antología en Estados Unidos sobre la ficción en "Marcha" para dar a conocer (lo que era) y que sirvió para que los norteamericanos se enteraran que "Marcha" no era una publicación pornográfica subversiva, publiqué un cuento de Felisberto que había salido en "Marcha".

 

El cierre de "Marcha"

– ¿Eso fue en qué fecha?

ERM: Fue cuando el ataque a "Marcha". ¿Se acuerda? Cuando se llevaron preso a Onetti. Le mandé una carta al presidente de la República del Uruguay con esta pregunta borgiana: Si efectivamente no existe la censura en el Uruguay ¿por qué se pone presa a la gente que habla de la censura? Eso, claro, al presidente le pasó por encima, pero me empezaron a llover cartas obscenas. Volviendo a Felisberto, después hice una antología en dos tomos sobre la literatura latinoamericana en inglés y puse dos cuentos de Felisberto y conseguí autorización de "Arca" y cuando ya estaban las pruebas de página y en proceso de impresión una hija de Felisberto no sé cuál de ellas me mandó decir que yo era enemigo de su padre y que no podía publicar nada. Me obligó a sacar las páginas y sustituirlas por otras. ¿Yo era enemigo de Felisberto? No, la familia de Felisberto, Ángel Rama y otros señores que no calificaré porque tengo respeto por sus madres han dicho que soy enemigo, que vayan a los textos y después hablamos. Pero de oídas y por calumnias, no señor. Yo descubrí a Felisberto Hernández.

ERM: Pero, además, en "Literatura uruguaya del medio siglo" hablo de Felisberto; que lo considere un gran escritor no quiere decir que yo crea que es un genio. Rama, que no tenía ningún escritor que descubrir, lo puso como genio. Para mí es un escritor que lo que hace lo hace extraordinariamente bien. Tiene un sentido del humor único. Pero su obra... digamos... la puedo comparar con Kafka y Proust en un aspecto, pero es una obra como puede ser la de Colette en Francia. Colette en Francia. Colette es una escritora maravillosa...

– Pero es una visión parcial.

ERM: Pero muy rica. Parcial y específica. Quien lee a Felisberto Hernández no espera otra cosa. Ahora, este delirante de Rama, como crítico era pésimo, se agarró de la cola de Felisberto, que era un gran escritor, para armar una polémica completamente estúpida.

– Para pasar a las generaciones actuales ¿pudo ver algo promisorio entre los escritores?

ERM: A mí me cuesta mucho (hablar de eso) porque ni los libros consigo. Me gustó mucho Mario Levrero, pero me falta algún libro, "París", y me quedé cortado porque es una secuencia...

– ¿Y en poesía?

ERM: En realidad conozco muy poco.

– Usted anunciaba en "Literatura uruguaya del medio siglo" a escritores que prometían como por ejemplo, entre los más jóvenes, a Circe Maia, Enrique Fierro...

ERM: Enrique Fierro me gusta mucho pero ya es un escritor conocido, se ha desarrollado muchísimo. No confirma mi previsión sino que la supera, también Ida Vitale.

– Lo que no me quedó muy claro es por qué usted ahora pasó a la ficción al escribir sus memorias. Usted dijo incluso que siempre escribe ficción y tiene el primer tomo de sus memorias ya escrito...

ERM: Ese es como el misterio del cuarto amarillo.

– ¿Está confirmando aquel dicho de que en todo crítico hay un creador frustrado y oculto?

 

Me cuesta escribir

ERM: En mi caso yo he sido una persona, aunque no lo parezca, extraordinariamente tímida y nunca pensé que podía escribir, me gustaba escribir pero fui forzado por Alsina, Alfaro, Martínez Moreno, que me dijeron: "Pero hacer críticas bibliográficas es fácil, porque son cortas". Yo empecé a escribir en el 43, ¿sabe cuándo escribí mi primer artículo largo? En el 50. Y fue un ensayo sobre Horacio Quiroga.

– ¿Que después dio lugar al libro "Las raíces de Horacio Quiroga"?

ERM: Me costó sangre, sudor y lágrimas escribir 20 páginas.

– Ese libro sigue siendo el libro de consulta de todos los profesores cuando tienen que dar Quiroga.

ERM: Bueno, con el tiempo llegué a escribir 30 páginas. En "Marcha" escribía cosas cortas, pero cuando saqué "Número" con Idea Vilariño y Manuel Claps tenía que hacer artículos de 30 páginas. Para Mario Benedetti, ¿qué es? Se sentaba y escribía: una novela, una obra de teatro, un cuento, tres ensayos. Y yo lo miraba y decía: "Maldita sea, ¿cómo hace?" Me costaba enormemente. Toda mi erudición era un esfuerzo.

– Le costaba escribir...

ERM: Me costaba escribir largo. Mi primer trabajo largo fue el de Rodó, las introducciones, pero me pasé cinco o seis años... El libro de Bello lo escribí tantas veces que lo empecé en el 52 y lo terminé en el 69. A mí me cuesta escribir de verdad.

– ¿Qué sería si tuviera facilidad entonces? Tiene miles de páginas escritas...

ERM: No, pero yo me levanto a las cinco de la mañana.

– Con esa dificultad, para vencerla desde temprano...

ERM: No, escribo, yo escribo, pero necesito rescribir, tachar, pasar en limpio, repasar. El libro de Borges ("Borges: A literary biography") me costó 8 años de levantarme a las 5 de la mañana y sentarme a escribir.

– ¿Además lo escribió directamente en inglés?

ERM: Sí. Lo que tengo es una facilidad enorme para escribir breve. Puedo escribir 30 artículos de 6 páginas en pocos días. Pero cualquier cosa de 15-20 páginas (me lleva mucho) y luego que escribo, rescribo y tacho, chequeo las fuentes, entonces me enloquezco porque [...] me paso tres días.

– Por eso decidió pasar a la ficción porque ahí ya no hay que chequear datos.

ERM: Entonces, claro, cuando me enteré que me podía morir hice una cosa que nunca había hecho: agarré un cuaderno y escribí en dos, tres meses un libro de 180 páginas. Nunca me había pasado.

– ¿Por qué lo llama "memorias" y al mismo tiempo dice que es ficción?

ERM: No, no, se llama "Las formas de la memoria".

– Yo creía que eran sus memorias.

ERM: Son mis memorias, pero el título es "Las formas de la memoria". Es un verso de Borges. Como yo no tenía que probar nada, documentar nada, si mentía era porque me había olvidado o porque no sabía, entonces estaba en libertad para escribir sin parar. Y después, por ejemplo, una prima mía, a quien están dedicadas las memorias porque nos criamos juntos, me decía: "Pero Emir, estás loco, fulano no tiene los ojos verdes o fulano no se llamaba Enrique sino Eduardo". Yo me olvido.

– Pero admite la corrección de alguien que...

ERM: Sí, sí...

– Entonces se preocupa por ser fiel.

ERM: No, no. Me preocupo por ella. A mí no me importaba si un tío tenía los ojos verdes o azules, pero era el papá de ella.

– Me dijo Lisa (Lisa Block que recibió a Rodríguez Monegal en su casa, donde se realizó la entrevista) que la primera parte ya estaba terminada...

ERM: Sí. Ya escribí las memorias de mi infancia y adolescencia hasta 1937 y están mezcladas con la historia de mi familia, que se remonta hasta 1850...

– ¿Y tienen que ver con el Uruguay de esa época supongo... ?

ERM: Si usted las lee va a ver que es el Uruguay de esa época. Estaba Baltasar Brum. Yo lo vi a Brum cuando yo salía del Liceo Francés y estaba con las dos pistolas para matarse. No, si es el libro más criollo del mundo, aunque habla también mucho de Brasil, porque yo viví en Brasil.

El otro tomo es éste que termino ahora. Es el de "Marcha". Pero no como escribí sobre "Marcha" en "La literatura uruguaya del medio siglo". No; es sobre las figuras de "Marcha", los monstruos. Quijano como un ser mitológico, Martínez Moreno con una ironía extraordinaria, Onetti que lo miraba a uno y lo crucificaba. Es decir yo (siendo) joven 22, 23 años me sentaba con esa galería de monstruos. Después gente que venía como Juan Ramón Jiménez...

– Era muy visitada "Marcha"...

ERM: Sí. Son una serie de retratos, pero retratos tal como eran en esa época. Es decir no el Onetti de ahora, sino Onetti en el 43, un hombre joven por el que las mujeres caían por el suelo. Borges con el pelo negro. El interés que pueden tener las memorias es ése: el haber captado figuras importantes en esos momentos.

Y ahora que hablamos de "Marcha" ¿qué piensa de "Brecha" esta nueva publicación..."

ERM: Pienso que quieren hacer "Marcha"... pero falta Quijano. "Marcha" no hubiera existido jamás sin Quijano y ahora Quijano no existe, tampoco "Marcha", puede existir los "Cuadernos de Marcha", puede existir "Brecha", en fin, incluso el estilo podrá ser el mismo, pero... había una cosa carismática en Quijano... Y vamos a parar aquí porque estoy cansado.

– Para terminar ¿qué le diría a un joven que empieza ahora a escribir?

ERM: Yo le diría: ¿qué me puede enseñar un joven? Porque necesito aprender.

 

 
 
 
 
 

 

 

Responsables

L. Block de Behar
lbehar@multi.com.uy

A. Rodríguez Peixoto
arturi@adinet.com.uy


S. Sánchez Castro
ssanchez@oce.edu.uy

 


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