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"La crítica como vocación "
Por Homero Alsina Thevenet
En El País Cultural, nº 207, 22/10/1993
p. 1
"Los nombres de Franz Kafka, Henry James, André Gide,
William Faulkner, Marcel Proust, Ernest Hemingway, James Joyce o
Virginia Woolf son ya moneda común en los textos y en la
conversación, del aficionado local a la literatura. Pero
no siempre fue así. Su conocimiento y su difusión,
tanto en esos casos como en el de muchos otros autores, dependieron
ante todo de la importación del libro extranjero al Uruguay,
y aun antes dependieron de lo que la crítica literaria más
informada pudo impartir al lector local. En esa tarea fueron importantes
las páginas culturales del semanario MARCHA, desde 1944 en
adelante, no sólo en letras sino también en cine,
teatro, música y artes plásticas. Cuando se define
a Uruguay como uno de los países más cultos del continente,
con una mayor proporción de público preparado en relación
a la superficie y al volumen de habitantes, se está hablando
también de lo que la crítica consiguió aportar
a ese movimiento. Aquel período terminó por ser reflejado
en posteriores artículos y libros.
Emir Rodríguez Monegal (1921-1985) no fue por cierto el
único crítico destacado en aquellas tareas, donde
estuvo acompañado por Carlos Martínez Moreno, Antonio
Larreta, Mario Benedetti, Ángel Rama, Idea Vilariño,
Carlos Real de Azúa, Sarandi Cabrera, Ida Vitale, Hugo R.
Alfaro, Domingo L. Bordoli, entre otros integrantes (y rivales)
de lo que dio en llamarse "generación del 45"
o "generación crítica". Pero es cierto
en cambio que Rodríguez Monegal fue un precursor y un activo
practicante en esa tarea de difusión, no sólo en notas
informativas y muy precisas sino también en numerosos artículos
esclarecedores sobre la trayectoria y la obra de aquellos y otros
autores, examinando sus vidas cuando ellas iluminan sus textos.
El punto se hace especialmente nítido con la dedicación
de Rodríguez Monegal a la obra de Jorge Luis Borges. Mucho
antes de que éste obtuviera el Premio Formentor que le llevó
a la fama (1961), Rodríguez Monegal había reunido,
analizado y difundido 25 años de esa producción, desde
las primeras reseñas literarias en El Hogar de Buenos
Aires (1936) hasta los numerosos libros posteriores del escritor
argentino. La dedicación a Borges derivó a que Rodríguez
Monegal fuera reconocido como el mayor especialista en el tema,
al punto de que la Enciclopedia Británica le confió
el texto "Borges" para su edición 1977.
A eso se agregó después su libro Borges, una biografía
literaria (Dutton, New York, 1978, en inglés, y Fondo
de Cultura Económica, México, 1987, en castellano).
Los autores norteamericanos y europeos, el Borges revisado hasta
las raíces familiares y hasta el sondeo psicoanalítico,
no fueron sin embargo los únicos terrenos explorados por
Rodríguez Monegal. El dominio de cuatro idiomas (castellano,
portugués, francés, inglés), la vocación
absoluta por la literatura, una habilidad y una velocidad como virtudes
naturales para el periodismo, una voluntad de llegar a la convicción
del lector, lo llevaron primero al profesorado en liceos de Montevideo
y después a extenderse en el conocimiento y la difusión
de muchos terrenos literarios cercanos. Profundizó en algunos
autores de América Latina (como Pablo Neruda, Andrés
Bello, Guimarães Rosa) y desde luego en los de Uruguay, con
textos sobre José Enrique Rodó, Acevedo Díaz,
Horacio Quiroga, Delmira Agustini, entre otros nombres mayores.
Parte de ello quedó en libros propios, pero ha sido también
esencial su labor para revistas. A sus años de Marcha
agregó las muchas colaboraciones en Número y
Film, su crítica de cine y teatro (particularmente
en el diario El País), la fundación y dirección
de Mundo Nuevo (en París), sus años de cátedra
en la Universidad de Yale.
Una obra tan amplia y tan intensa, desplegada y a lo largo de cuatro
décadas, merecía por lo menos una recopilación
de textos todavía dispersos, y eso es lo que Ediciones de
la Plaza (Montevideo) ha emprendido ahora, con un libro que se titula
simplemente La obra critica de Emir Rodríguez Monegal,
donde se recopilan muchas de sus notas. El primero de esos cuatro
volúmenes, que aparece en estos días, comprende solamente
el material sobre autores uruguayos.
Otro derivado de aquella obra es la edición de un suplemento
cultural dedicado enteramente a esa larga tarea de crítico
y ensayista. No es probable que las páginas siguientes digan
algo novedoso a quienes fueron sus lectores de antaño, pero
ya parecía necesario informar a quienes no lo fueron. En
tal tarea, esta edición ha querido incluir los elogios y
las objeciones, como el mismo Rodríguez Monegal lo habría
deseado. Era un hombre discutido, con pronunciamientos que otros
llegaron a combatir, y eso se ha querido reflejar en las páginas
de esta edición. Como lo supieron los críticos de
todos los tiempos, y los de la "generación del 45"
en especial, la materia opinable genera a menudo una controversia
áspera, pero es también un rico material educativo.
Esa es la idea central de este suplemento, que sólo puede
dedicar unas pocas páginas a una obra crítica notable,
mientras Ediciones de la Plaza puede dedicarle cuatro libros completos,
aunque no llegue a cubrirlo todo."
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