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"La tranquila sabiduría de Rodríguez
Monegal"
Por Mercedes Ramírez
En Brecha, 15/11/1985
"Carlos Real de Azúa, en su Antología del
ensayo uruguayo contemporáneo, traza a propósito
de Emir Rodríguez Monegal una semblanza biográfica
magistral que comprende en profundidad y extensión la personalidad
del crítico compatriota. Entre los rasgos principales de
esa personalidad, Real destaca los siguientes: fecundidad, capacidad
de trabajo, multiplicidad de intereses, sentido de la construcción,
inclinación por lo anglosajón y por Borges; su condición
de director de la página literaria de "Marcha"
-1944-1959-, la pasión por la lucidez, "el rigor judicativo,
la reverencia por los valores de perfección estructural y
formal, la prescindencia de toda consideración extraliteraria
y extraobra, su desdén por la trivialidad emocional y el
emotivismo."
Por desgracia, se hace muy difícil evocar la conferencia
del día 5 de noviembre sin que interfieran esas consideraciones
extraliterarias, la trivialidad y la emoción que E.R.M. tanto
desdeñara.
Después de haber integrado accidentalmente el contingente
de los exiliados, después de haber dejado abiertas fracturas
insoldables en un sector muy importante y muy numeroso de la opinión
nacional, con sus artículos publicados en algún matutino
local hace más de tres lustros, Rodríguez Monegal
volvió con el propósito de "recobrar su país",
según declaró en una de las tres entrevistas que concedió.
La Biblioteca Nacional, el Instituto de Profesores "Artigas",
la Embajada de Francia, la Fundación Fulbright y la Asociación
de Estudios Semióticos propiciaron esta operación,
que debió adelantarse en razón de la precaria salud
del disertante.
Cuando uno logra apartar todas las circunstancias emotivas, antiguas
y actuales, que rodearon la presencia de E.R.M., queda el recuerdo
de un maestro excepcional en una hora excepcional de su vida y su
trabajo crítico.
"Borges, Derrida, de Man, Bloom: la desconstrucción
avant et après la lettre" fue el título cuyo
desentrañamiento constituyó la materia de la conferencia.
Rodríguez Monegal, con un hilo de voz y una vigorosa inteligencia
ordenadora -la suya de siempre- fue reconstruyendo la historia o
la casualidad (Yale) y la causalidad (Borges) de la llamada teoría
de la desconstrucción. Historió los respectivos encuentros
de Derrida, de Man, y Bloom con la obra de Borges, y su coincidencia
con ellos en la medida en que él, al conocerlos en Yale,
ya había hecho su precoz iniciación en el universo
borgiano.
Definió el tema de la narrativa de Borges como la creación
del estilo mismo y se refirió a las versiones de la nueva
crítica, generada de hecho por Borges, que dan al poeta como
creador de sus precursores y al lector como creador de la obra que
lee.
Con sagacidad y postura embanderada, E.R.M. señaló
la imperdonable confusión que padecen algunos críticos
-Harold Bloom- entre texto y autor.
Sólo alguien que está en el nivel más alto
del conocimiento y en la postrimería de un camino, logra
la claridad en la exposición de una materia de suyo difícil,
compleja e inaccesible para un público lego, como el que
mayoritariamente colmó la sala Vaz Ferreira. Detrás
de esa transparencia y sencillez engañosa, hay muchos años
de lectura, de análisis, de entramado cultural de dos mundos
con una personalidad rigurosa y apasionada.
Si la devoción por la inteligencia y el trabajo pudieron
caracterizar el trayecto y la obra de Emir Rodríguez Monegal
hasta ahora, la conferencia del 5 de noviembre permitió disfrutar
del buen humor, la sensatez, la amable ironía con que hoy
ese hombre de las letras es capaz
de juzgar el mundo de la cultura. Eso y una humildad inesperada,
que se aliaba con una forma de alegría impensable para quienes
lo escucharon, pero seguramente real para él, hicieron de
esta jornada un acontecimiento que será difícil olvidar."
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