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Julio 3, 1970

Querido Octavio:

He estado demorando demasiado esta carta pero me resulta un poco incómodo aparecer en el papel de aguafiestas. La verdad es que te debo a ti, y a mi amistad y admiración por ti, un recuento claro de mis relaciones con Dominique de Raux. Como tú sabes, siempre he tenido reservas con respecto a mi actitud política y literaria. El hecho de que fuese por un tiempo tan compinche de Ricardo Paseyro no me lo hacía ver bajo una luz favorable. Pero de todos modos, cuando nos encontramos en Francia la primavera pasada él estuvo muy fresco conmigo, incluso me habló de sus relaciones con Paseyro y de su separación literaria política de él, etc., etc. Todo esto, y la circunstancia de que no me ofreciera la oportunidad de colaborar en el número dedicado a tú, colmó mis escrúpulos. O por lo menos los puso en suspenso. Pero hay otra aspecto de Dominique que también me ha preocupdo y que en definitiva puede ser decisivo. No su manera de ofrecer más de lo que está dispuesto a cumplir, de prometer y desaparecer, de tomar decisiones unilaterales. Cuando me encargué del trabajo de dirigir este número especial lo hice en el sobreentendido de que yo sería el único director (o editor, como dicen aquí). Si pedí este privilegio es precisamente para evitar la repetición de errores que afligen el número de Borges. No necesito decirte que buena parte del material de ese número es supèrfluo, repetitivo, inane o francamente mediocre. El número Paz, tal como yo lo concibo, debe ser todo lo contrario. Incluso porque si , hay algo que distingue precisamente a Paz de Borges es el rigor de su vida literaria. En tanto que Borges se ha dejado explotar y manosear por señoritos y gangsters, tú has tenido siempre una conducta lúcida y vigilante. De modo que un número Paz sobre el caótico modelo del número Borges es inconcebible. Aquí entra Dominique. Me escribe sólo para quejarse de mis demoras (que soy primero en reconocer) pero cuando le escribo y le planteo cosas concretas (ejemplo: la posibilidad de publicar el número, más tarde, en español y en inglés) no repito no me contesta nada. Segundo, y perdona al pedagogo: cuando yo me demoro, pone a Yurkievich a pedir colaboraciones sin avisar nada a mi antes. Tercero: me entero, por tí, por Yurkievich y por algunos colaboradores, de ese doblaje incómodo. De Dominique ni una palabra, hasta la fecha. Te aclaro que mis relaciones con Yurkievich son buenas, que lo creo competente (aunque un si es no es cursilón), que me parece un buen colaborador y que estoy dispuesto a aceptarlo. Pero no estoy dispuesto a que Dominique me lo imponga. El de ir faits accomplis. Si él quiere ambiar los términos de nuestro acuerdo, términos fijados de común acuerdo en un intercambio de cartas, tiene que dirigirsde a mí primero. Yo no soy un niño ni estoy dispuesto a tolerar conductas infantiles. si te escribo a tí y no a él, es precisamente para dejar abierta la puerta para una concilición. A él tendría que escribirle en términos muchos más duros. Perdoname esta explosión, querido Octavio, y contéstame pronto. Yo pienso ir a Inglaterra a fines de julio o principios de agosto. No dejes de avisarme tus movimientos para el verano.

Un gran abrazo fraterno.

 

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