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Londres, diciembre 15 de 1957.

Mi querido Alfarache:

Te mando esta notita que a mi me gusta y que espero no le haga demasiadas cosquillas al jefe. Puede ir con mi firma, con la firma de Calvero o sin firma alguna -como a Uds. mejor les parezca. (Preveo la coincidencia con alguna nota mía en otra sección.) Aunque está escrita en un tono a ratos frívolo está muy bien documentada y, vanidad de vanidades, pensada. Con respecto al artículo de Bevan que me pediste, te aclaro. News of the World es un semanario de escándalo que se vende como el pan. Imposible conseguir un número atrasado en los quioskos. Ergo: pedí que me consiguieran uno en el que habitualmente me surto y me prometieron (con típica pachorra británica) conseguírmelo en un par de días. Como éstos se convirtieron en semana, decidí tomar el toro por las guampas e ir directamente a la redacción que queda en c. del mundo. Un triste día de lluvia fuí y me la encontré cerrada. Voy a volver mañana de mañana y si tengo éxito, te meto el recorte dentro de ésta, aunque pienso que todo el asunto es ya fiambre. En cuanto a pedirles autorización me parece preposterous. ¡Te van a salir con cada exigencia! Así que ahí está la cosa. Si quieren, con tiempo, puedo intentar una entrevista con Bevan, exclusiva para MARCHA, por intermedio de Ilsa Barea que lo conoce. Pero sería necesario: A) Que me manden un cuestionario Uds.; B) Que me den tiempo para arreglar las cosas. El sistema criollo de la galante improvisación aquí no rige para nada. Así que escriban y aclaren. Lo mismo digo de cualquier nota por el estilo. Creo que ésta que hoy te mando está en el espíritu de la cosa.

Por Benedetto sabrás de mis penurias y alegrías. No me repito. Sólo te digo que ahora empiezo a ver con optimismo mi viaje. Las primeras semanas había tantas cosas que pensar y resolver, y todo estaba tan horriblemente caro, que se me había metido en el corazón una gran tristeza: la idea de que no valía la pena dejar el rincón donde empezó mi existencia (literaria, al menos) para salir al vasto mundo. Londres me parecía una selva de inconvenientes. Pero de a poco todo se ha ido resolviendo y ya estoy en la rutina y con buenas perspectivas. Me acuerdo que un famoso martes 29 de octubre me preguntaste en el Morini (estábamos con Alsina y Mauricio) cómo sería un día mío en Londres. Ahí va el cuento: Me levanto a las ocho, desayuno copiosamente en casa, salgo para el Museo Británico (cuatro estaciones de subterráneo y algunas cuadras), trabajo allí hasta mediodía leyendo viejas revistas publicadas por Bello y Co. en Londres 1823 y 1826, vuelvo a casa a almorzar ligeramente, de allí otra vez al Museo y a las cinco a casa a tomar un té copioso (que sirve de cena) y a quedarme, junto a la excelente estufa a gas del living leyendo y tomando notas. Ese es el día típico. Un par de veces por semana, o más, me quedo de mañana en casa y preparo o escribo notas para MARCHA (y ahora para la BBC). Algunas tardes voy al cine o al teatro o salgo a encontrarme con algún amigo. Es una vida sumamente organizada en que hay mucho tiempo para leer y escribir y que me permitirá (así espero) colaborar mucho y acumular muchos conocimientos. Bueno, querido, no me quiero pasar de la hoja porque los sellos también cuestan. Un gran abrazo para todos en MARCHA. Para tí y los tuyos nuestros cariños.

EMIR

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