Enrique Amorim nació en Salto en 1900 y murió en la misma ciudad, en 1960. Narrador, poeta, dramaturgo, libretista cinematográfico, cultivó todos los géneros literarios, aunque con desigual fortuna. De vida fastuosa, nunca ocultó su adhesión al Partido Comunista y, al mismo tiempo, frecuentó los círculos literarios rioplatenses más encumbrados, muchos de cuyos más destacados integrantes alojó en su mítica casa “Las Nubes”. Sus viajes, iniciativas, compromisos nacionales e internacionales, sumados a una vasta y variada obra, hacen de él, como se ha señalado más de una vez, el más vital de los escritores uruguayos.
La carreta (1932), El Caballo y su sombra (1941), La desembocadura (1958), son algunas de sus novelas más destacadas. Es en esta labor, a juicio de Emir Rodríguez Monegal, “el único que parece realmente entregado a la realidad entera” de su tiempo, con “amplitud de visión, con espíritu alerta e inquisitivo”. Sin embargo, suele insistirse en lo desparejo de su producción, quizás producto de su característica impaciencia. Mario Benedetti lo ubica dentro de los novelistas uruguayos que “verdaderamente importan”, aunque alerta que “siempre fue un escritor de extraordinarios fragmentos, de páginas estupendas, de magníficos hallazgos de lenguaje, pero también de grandes pozos estilísticos, de evidentes desaciertos de estructura, de capítulos de relleno”.