Novelista, filósofo y estanciero, fue uno de los escritores más prestigiosos de fines del siglo XIX y comienzos del XX, alcanzando resonancia fuera de nuestras fronteras nacionales. Ambas vetas de su actividad intelectual se entrelazaron en su producción, que combinará la ficción con el ensayo de ideas, y a la que sumó tanto actividades políticas como gremiales. A su regreso al país, tras larga ausencia, se le confió una Cátedra de Conferencias. Adhirió a un vitalismo materialista que, al menos en sus orígenes, tuvo inspiración en Nietzsche. De acuerdo con la estampa de Juan Carlos Onetti “la personalidad de Reyles fue una de las más interesantes y típicas de nuestro ambiente. Realizó como nadie el tipo del ‘estanciero’, el señor semi-feudal, culto, totalmente europeo por raza y formación, pero acriollado, buscando ser uno con la tierra que lo vio nacer”.