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Sus vastísimos intereses y su incansable curiosidad se movieron en los lindes de varias disciplinas: la historia cultural, ideológica y social; la teoría política y literaria, la crítica de ideas y significaciones además de otras zonas menos delimitables. Aún esos intereses sólo dan cuenta muy parcialmente de una trayectoria intelectual y vital pecularísima, siempre atenta a la variedad del mundo exterior y a sus transformaciones, también marcada por las crisis del tiempo convulsionado en el que le tocó vivir. De él bien podría decirse, casi con sus mismas palabras pero en circunstancias muy distintas, lo que Real de Azúa decía sobre Raúl Montero Bustamante: “A muchos de sus compatriotas, con sus páginas colectas o dispersas, los había puesto en la vida un conocimiento más cabal de su país y su pasado. El que estas líneas escribe, sintió nacer a los quince años, con Ensayos, un interés por estos temas (tal vez fuera mejor decir: por esas dimensiones de la vida) que hasta hoy no se ha marchitado”. No son muchos quienes se han detenido en los juicios que sobre otros hombres, obras y sucesos, Real de Azúa emitiera. Pero este tránsito es accidente universal de la crítica o condición de la historia y no resta nada a la alta significación del hombre cuya desaparición fue casi inadvertida en años muy tristes en un país que seguirá lamentando su ausencia. La caricatura de Carlos Real de Azúa fue realizada por Hermenegildo Sábat y publicada en CUADERNOS DEL CLAEH (Revista Uruguaya de Ciencias Sociales, 2° serie, año 12, 1987/2; Montevideo, p. 11) |
