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“NACIONALIDAD: Uruguayo. Aunque mi ascendencia y mis convicciones me inclinarían a titularme ciudadano de América, lo que hoy constituye un peligro en un continente donde la libertad está perdiendo pie. Con oriental, sobra. EDAD: Cantándolos en ciclos de veinte años, he superado la tercera juventud. Al tiempo aún no lo siento ni en el corazón ni en la cabeza. VIDA: Dos pueblos norteños, que se miran en nuestro río epónimo, contemplaron mis primeros años. En su medio y en el del campo virgen; en la cruda experiencia de seres y paisajes, con escuela elemental, escasos libros y mucho mundo vivo, me formé. Continué mis “universidades” -como dijera Gorki- trabajando en múltiples actividades, asomándome a las capitales del Plata y hasta al París de los comienzos del 900. Viví en Florencia y otras ciudades de Europa. CULTURA: No poseo título alguno. A salto de mata y no del todo bien, aprendí a leer en las lenguas latinas y, a duras penas, a escribir, desde las mocedades y hasta en verso, en nuestro castellano redomón. OBRA: De esa inquieta vivencia han derivado más de treinta libros, en Uruguay, Argentina y Chile. Cuento en mi haber unas obras teatrales y una montaña de papel escrito, que los dioses sabrán por qué permanecen inéditos. He cultivado casi todos los géneros literarios, sin obedecer a otro propósito que mi impulso interior. No he tenido maestros ni he seguido escuela alguna. AMBICIÓN: Creo en nosotros; en América. Pretendo poseer la fantasía creadora de quien inventa y ser lo que Stevenson consideraba su más grande título de gloria: “un raconteur d'histoires”. Desde hace muchos años saboreo el deleite de narrarles cuentos a los niños de las escuelas de mi patria“. |
